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La memoria de Marcos Ana

El Mundo, 14-05-2012 | 15 mayo 2012

Una exposición en Madrid retrata y documenta su lucha

Raquel Quilez |
Fue el preso político más ‘veterano’ del franquismo: 23 años en prisión

Recibe en su casa de Madrid contando una anécdota que simboliza lo que es su vida: en un basurero de León ha aparecido una litografía de Picasso con una dedicatoria suya fechada en 1976: «Se la regalaba a un tal Pepe por su ‘honesta contribución’ y, haciendo memoria, me he acordado de que fue un gallego que nos ayudó mucho en el exilio en París». Marcos Ana (Salamanca, 1920) conserva miles de nombres en la memoria, millones de situaciones de sus 92 años de lucha, 23 de ellos entre los muros de las cárceles franquistas. Se sienta en el sofá y sigue recordando… Otra litografía de Picasso, uno de los intelectuales que más reivindicó su liberación, decora la pared en la que se apoya.

La excusa de este encuentro es una exposición que el artista Javi Larrauri le dedica en Rivas Vaciamadrid hasta el próximo 31 de mayo. Retratos, fotografías y un documental repasan la vida del poeta, que sigue plenamente activo: viaja por España presentando libros y abre las puertas a todo aquel que desee conocerle, incluidos los nietos de otros presos que buscan en él alguna pista del abuelo desaparecido en la dictadura. «Como fui el que más años estuvo en prisión, conocí a muchos y los nietos se marchan muy contentos cuando les digo que fueron grandes personas»…

Con 16 años, Marcos Ana fue el comisario político más joven de la Guerra Civil. Fue detenido en Alicante, huyó de un campo de concentración y llegó a Madrid en 1939 dispuesto a reactivar la resistencia comunista. «Me pudieron las prisas», dice: uno de los compañeros a los que llamó se había hecho confidente y le delató. Y de ahí, a prisión, con 19 años y dos penas de muerte que acabaron conmutadas por 60 años. En 1961, con la comunidad internacional pidiendo su liberación, el Régimen promulgó un decreto que excarcelaba a los presos que llevasen detenidos más de 20 años ininterrumpidos. Sólo le afectó a él. Tenía 41 años y la cárcel había sido su vida. Allí se convirtió en poeta.

«Llegó un momento en que la cárcel era tu hábitat natural. Además, estábamos muy bien organizados, hacíamos teatro clandestino por las noches, guiones, daba clases de políticas… Incluso se impartían ‘cursos de libertos’ en los que preparábamos para la lucha clandestina a los que estaban a punto de salir. Al final tenía que levantarme a las 5.00 de la mañana para que me diese tiempo a hacerlo todo, pero era lo que te ayudaba a sobrevivir». Marcos Ana recuerda sin rencor aquellos años. En sus palabras se adivina nostalgia, cariño. Momentos como el homenaje nocturno que le hicieron a Miguel Hernández en el penal de Burgos están grabados a fuego en su memoria.

La ‘mística revolucionaria’

«Había una mística revolucionaria que lo marcaba todo, incluso las torturas. Cuando me llevaban al calabozo para sacarme información, yo me imaginaba que tenía dos formas de volver a la cárcel: vencido y sin poder mirar a los ojos a mis compañeros, como un muñeco de trapo en un rincón del patio, o sin haberles traicionado y manteniendo su confianza. Y elegí lo fácil, que era volver con la cabeza alta aunque te despellejaran», cuenta.

Fueron 23 años de aislamiento, pese a lo que califica su vida como «un privilegio». «Otros salieron de la prisión y se encontraron con un desierto desconocido, pero yo tenía al aparato clandestino esperándome para sacarme de España y, desde entonces, recorrí el mundo recordando a los presos que se habían quedado. Lo más difícil fue adaptarme a la vida, incluso físicamente porque no podía salir al campo sin marearme hasta el vómito porque el nervio óptico se había acostumbrado a las distancias cortas y verticales. Todo eso me generaba mucha inseguridad, pero siempre me sentí querido».

Las paredes de su casa muestran que lo es, que lo ha sido: ‘Picassos’, dibujos de homenajes en Latinoamérica… Y en su conversación, recuerdos de Neruda, Saramago, Buero Vallejo, Miguel Hernández… Una vida apasionante que incluso Pedro Almodóvar fantasea con llevar al cine, para lo que ha comprado los derechos de su autobiografía.

La exposición que se muestra en Rivas recorre todos esos años, pero también la lucha actual de Marcos Ana. Por ejemplo, como firme defensor del 15-M: «Me interesa mucho. Ha sido un despertar para la juventud y he ido a las asambleas, pero con mucho cuidado porque son muy independientes y no quieren que aparezca el sello del partido. Y tienen razón ¿eh?». Y es que el poeta sigue fiel a las ideas comunistas que defendió en la dictadura: «Sigo siendo un comunista ideológico que piensa en un mundo diferente donde las desigualdades desaparezcan y el sol caliente para todos».

‘Marcos con eme de memoria’. Hasta el 31 de mayo en la Sala de Exposiciones del Centro Cultural Federico García Lorca de Rivas Vaciamadrid.

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/05/14/ocio/1337008784.html