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Los niños octogenarios que se salvaron de la guerra de España

Pablo Esparza. BBC Mundo, 21-05-2012 | 22 mayo 2012

El bombardeo de Guernica cambiaría el modo en que la guerra en España era percibida desde el exterior

 

 

BBC Mundo, Londres. Lunes, 21 de mayo de 2012

El padre de Juanita Vaquer presintió que la guerra se acercaba y llenó el sótano de la casa de legumbres secas. Pero esas precauciones no consiguieron burlar el hambre ni evitar las consecuencias del conflicto.

La guerra civil española comenzó el 18 de julio de 1936 con el golpe de Estado encabezado por el general Francisco Franco contra el gobierno republicano.

Poco menos de un año después, el 21 de mayo de 1937, casi 4.000 niños del País Vasco, en el norte de España -entre ellos Juanita, de 8 años y su hermana de 9-, partieron desde el puerto de Santurce, cerca de Bilbao, con destino a Southampton, en Inglaterra, como refugiados.

Su historia es quizá uno de los capítulos menos conocidos de la contienda.

«Mi padre fue el que quiso que las dos hijas nos fuéramos. Yo pensaba que el viaje iba a ser muy interesante, una aventura. Y no fue», le dice a BBC Mundo, Juanita Vaquer quien ahora tiene cerca de 82 años, en su casa del norte de Londres y cuyo testimonio puede ver en el video que acompaña a esta nota.

México, Francia, Bélgica y la Unión Soviética ya habían recibido refugiados que huían del hambre y la violencia, pero hasta entonces, el gobierno británico los había rechazado bajo el argumento de que ese gesto iría en contra del pacto de no intervención en la guerra española que habían firmado las principales potencias europeas.

Bombardeo de Guernica

75 años después

75 años después del viaje, decenas de niños refugiados -de los que volvieron a España y de los que no lo hicieron- se reunieron en Southampton para conmemorarlo.

Natalia Benjamin, hija de una maestras españolas que enseñaba en una de las colonias, es una de las fundadoras de la asociación Basque children of the 37.

Recibe a BBC Mundo en su estudio de Oxford. Decenas de fotografías muestran niños en blanco y negro, maletas, despedidas, partidos de fútbol en las colonias, dibujos infantiles…

Natalia es consciente de que el 75 aniversario es quizá la última ocasión en que los niños se reúnan. Asegura que los pasajeros del Habana fueron durante años «los olvidados» de la guerra civil española.

Mantener viva su memoria es el principal objetivo de su asociación.

Pero el 26 de abril tuvo lugar un acontecimiento que cambiaría el modo en que la guerra en España era percibida desde el exterior. Y que llevaría a Londres a variar ligeramente sus posiciones: el bombardeo de Guernica.

Los aviones de la Legión Cóndor alemana, al servicio del ejército franquista, arrasaron la ciudad, de unos 5.000 habitantes, un lugar emblemático para la cultura y la política vascas.

El ataque dejó cientos de muertos y muchos lo consideran uno de los primeros bombardeos indiscriminados contra la población civil de la historia y un ensayo previo a la guerra mundial.

«El gobierno inglés no nos quería dejar entrar hasta el bombardeo. A partir de ahí aceptó niños, pero sin aportar dinero. Todo correría a cuenta de los voluntarios. E insistieron en que entre los refugiados que vinieran hubiera un porcentaje representativo del gobierno vasco. Tantos socialistas, tantos nacionalistas y tantos anarquistas», le cuenta a BBC Mundo Herminio Martínez, de 83 años, quien viajó con su hermano.

La mañana del 21 de mayo los muelles del puerto de Santurce eran un hervidero.

Muchos libros de historia sobre la guerra civil resuelven este episodio en pocas líneas. Los niños con los que habló BBC Mundo 75 años después son conscientes de que aquel embarque cambió sus vidas.

El Habana

El Habana zarpó del puerto de Santurce el 21 de mayo de 1937.

El Habana, un buque con capacidad para 400 personas partió con más de 4.200 pasajeros entre niños, educadores y otra tripulación. La «expedición a Inglaterra», como se denominó al viaje, había comenzado.

«Nos metieron al barco. Estaba todo lleno de críos y no conocíamos a nadie. Nos mareamos todos y una niña cerca de nosotros se pasó toda la noche gritando que quería volver a casa, que le dijeran al capitán que volviese que quería volver con sus padres», recuerda Herminio.

Tras dos días de trayecto, el barco atracó en Southampton.

«En el puerto nos esperaba el Ejército de la Salvación con una banda de música», apunta Herminio.

«Nos llevaron a un campamento. Y me acuerdo que había altavoces y decían: ‘Hay que hacer cola’. Para comer. Y todos corriendo», comenta Juanita.

Dos meses después, los niños fueron repartidos por decenas de colonias distribuidas a lo largo y ancho del Reino Unido.

Fiel a su compromiso, el gobierno no participó en la manutención de los refugiados, que fue organizada por grupos tan diversos como los sindicatos de mineros, los cuáqueros y numerosos comités de ayuda.

Voluntarios británicos

Leonard Palmer tiene hoy 91 años y recuerda cómo acompañaba a su padre, uno de aquellos voluntarios, a una colonia cercana al bosque de Epping, al norte de Londres.

«Íbamos en bici hasta los límites de Woodberry en Epping Forest y les llevábamos una barra de chocolate y cigarrillos. Nosotros teníamos poco, pero ellos nada. Estoy muy agradecido del tiempo que pasé con ellos», relata a BBC Mundo.

Al ser enviados a las colonias, el destino de los niños se separa. Y a partir de ahí, sus experiencias en suelo británico serán diversas.

Herminio comenzó un peregrinaje que lo llevaría a Swansea, en Gales, a la ciudad norteña de Leicester, a Margate, en el extremo oriental… Un periplo que define como «feliz».

Juanita, en cambio, pasó seis años recluida en un convento católico y todavía siente rabia cuando recuerda el trato que recibió de las monjas.

«Después de estar en familia y ser felices, para nosotras fue una cosa terrible. Y además se portaron muy mal», señala.

En principio, la expedición a Inglaterra sólo debía durar tres meses, pero para la mayoría de los niños se prolongó durante varios años.

Sólo tres meses

Juanita Vaquer, una de las niñas refugiadas, reside en Londres.

Muchos fueron reclamados por sus familias y regresaron al acabar la guerra en España, en 1939.

Pero otros, cuyos padres habían muerto, estaban presos -como en el caso de Herminio-, exiliados o simplemente habían empezado una nueva vida, permanecieron en su país de acogida.

En 1945, más de 200 continuaban en el Reino Unido. Juanita fue uno de ellos. Su padre murió en la guerra. Su madre se volvió a casar pero la situación familiar no era la ideal para que regresara.

Por consejo de las autoridades vascas en el exilio, decidió quedarse en Reino Unido.

Aquí viven sus hijos y sus nietos y muchos le dicen que es inglesa.

«Sólo por tres meses… only for three months. Quién iba a decir que iba a vivir aquí 75 años. Muchas noches me he preguntado, ¿y si no hubieran matado a mi padre? ¿y si no hubiéramos dejado Españ

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/05/120521_ninos_vascos_guerra_civil_espana_pea.shtml