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«Borrar los signos del franquismo es comprensible»

Hoy.es, | 28 septiembre 2012

César Rina Simón, Historiador. Hoy presenta su libro sobre ‘La construcción de la memoria franquista en Cáceres’

 

MARÍA JOSÉ TORREJÓN | CÁCERES.

César Rina Simón (Cáceres, 1986) se mueve con soltura por los archivos. Un año entero dedicó este licenciado en Historia a investigar una época muy concreta de su ciudad, la comprendida entre 1936 y 1941. El resultado es un libro de 200 páginas que se presenta hoy, viernes, en la Biblioteca Pública y que se titula ‘La construcción de la memoria franquista en Cáceres. Héroes, espacio y tiempo para un nuevo estado’. El acto comenzará a las 19.45 horas y contará con la intervención del catedrático Enrique Moradiellos, director del trabajo, y de Fernando Jiménez Berrocal, archivero y cronista municipal.

– ¿Por qué dedicar un libro a la memoria franquista en Cáceres?

– El objetivo era comprobar cómo se asienta el franquismo en Cáceres y cómo se transforma el imaginario de toda una ciudad a través de medidas como el cambio del calendario, de fiestas, calles, la conmemoración de héroes… No abordo los acontecimientos de la Guerra Civil, sino el paulatino proceso de sociabilización del franquismo en una pequeña ciudad.

– ¿Y a qué conclusión ha llegado?

– En primer lugar, comprobé que la dictadura franquista no sólo venció en los campos de batalla. Las ciudades de la retaguardia sufrieron un proceso de reconversión total. Se eliminó del espacio público cualquier referencia al modelo republicano o democrático. Las diferentes instituciones y grupos políticos del franquismo (Falange, militares, conservadores, católicos…) rivalizaron por hacer partícipes a los cacereños del nuevo régimen.

– ¿Cómo lo lograron?

– Un ejemplo es la topografía urbana. El nombre de las calles recuerda a los ciudadanos el sistema de valores sobre el que se asienta su sistema político. El Parque de Asturias pasó llamarse Calvo Sotelo; Pintores pasó de denominarse Pablo Iglesias a General Franco; la Plaza Mayor se convirtió en Plaza del General Mola; el recién construido barrio de Aguas Vivas recibió el nombre de batallas de la Guerra… Los monumentos también refuerzan el mensaje de las calles y en Cáceres un buen ejemplo es la Cruz de los Caídos, de piedra rotunda y noble, símbolo de lo que el régimen pretendía transmitir. Su inauguración, en 1938, supuso el principal acto de conmemoración franquista celebrado en la ciudad.

– ¿Cómo fue?

– Acudió Pilar Primo de Rivera y durante todo el día se sucedieron los desfiles de banderas de Falange y los actos religiosos y militares. La Cruz se presupuestó en unas 16.150 pesetas. Otra característica de este periodo es la simbiosis entre celebraciones políticas, religiosas y militares. Fue tal la fusión que la imagen de la Virgen de la Montaña fue utilizada como muestra de apoyo de la religión al franquismo. La Virgen permaneció en la ciudad hasta la victoria del franquismo, se la saludaba con el brazo en alto al modo fascista.

– ¿Por qué ha centrado su investigación entre 1936 y 1941?

-En el Archivo comprobé que a finales del año 1941 la labor de construcción del imaginario franquista en Cáceres había culminado. Las calles mostraban las victorias del caudillo y las posibles disidencias habían sido purgadas. Sobre el Ayuntamiento ondeaban las banderas de la ‘nueva España’ y de Falange, y los regidores vestían con uniforme falangista. La ciudad ya había cambiado su fisonomía. Similares procesos también se dieron con la II República y durante la Transición

– A propósito del cambio de nombre de las calles, ¿está a favor de la reciente retirada de los símbolos franquistas?

– Entiendo que un sistema trate de controlar el espacio, el tiempo, la memoria y los héroes de los ciudadanos. Borrar los signos del franquismo es totalmente comprensible dentro de una perspectiva de ingeniería social. Pero la utilización que se hace de la historia para justificar unas posiciones u otras me parece denigrante. Una cosa es la política, que utiliza la memoria, y otra la historia, una disciplina con un método. Lo importante es que los ciudadanos sepamos que los símbolos urbanos nos permiten leer un discurso histórico. No hay que llevarse las manos a la cabeza. Los que argumentan que en las calles hay que conservar los marcadores de otros sistemas políticos seguramente no aceptarían que la avenida de España se llamase avenida de la República.

http://www.hoy.es/v/20120928/caceres/borrar-signos-franquismo-comprensible-20120928.html