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Teruel: Sepultar la memoria

Aurelio Modrego, El Periódico de Aragón, 04/01/2013 | 4 enero 2013

Hay que sepultar la memoria; esta parece seguir siendo la consigna. Nada cambia. Año tras año, sigue viva la tradición de silenciar los hechos

AURELIO Modrego, Profesor de instituto

Hay que sepultar la memoria; esta parece seguir siendo la consigna. Nada cambia. Año tras año, sigue viva la tradición de silenciar los hechos. Sucesos acaecidos en nuestra Guerra Civil son escamoteados por los que deberían informar, cuando no son tergiversados por el revisionismo o simplemente manipulados. Todos sabemos eso de que «la historia la escriben los vencedores», pero eso no justifica el silencio interesado y cómplice que algunos guardan.

Escribo así porque en estos días se cumplen 75 años del inicio, en el frío invierno de 1937, de la batalla de Teruel, cuyo devenir condicionó todas las batallas posteriores y aún el mismo resultado de la contienda fratricida. Es el único caso de capital de provincia que estuvo en manos de los dos bandos enfrentados. En Teruel se combatíó cuerpo a cuerpo en el interior de la ciudad; fue bombardeada por artillería y aviación tanto de los sublevados como de los republicanos y su grado de devastación al término de las operaciones –febrero 1938– era extremo.

Teruel ocupó las portadas de los diarios europeos, cuyos fotógrafos y corresponsales estuvieron entre los sitiados y los sitiadores durante estos dos meses. Las batallas y escaramuzas por el control de la ciudad costaron la vida de más de 35.000 combatientes, repartidos casi a partes iguales entre nacionales y republicanos. En alguna ocasión, oí contar a mi padre que allí se perdió a Raimundo, su mejor amigo, cuyo cuerpo nunca fue encontrado. La obligada reconstrucción de la nueva ciudad, alteró la trama urbana y su aspecto mismo. Todo esto es lo que se pretende ahora ocultar a todos, pero muy especialmente a las generaciones más jóvenes, ignorantes como están por las enseñanzas recibidas de todo lo relativo a nuestra Guerra Civil. Ni una charla, encuentro, exposición fotográfíca va a tener lugar. El interés de las autoridades por hacerlo y así divulgarlo parece ser nulo. Otra cosa distinta son las conmemoraciones de las bodas de Isabel de Segura y Diego Marcilla. Como todos los años, cientos de turolenses creerán volver al Medievo y se disfrazarán unos días de nobles, caballeros, pajes, soldados y menestrales; ocuparán las calles en una falsa y manoseada interpretación histórica, pues a nadie verás vestido de lisiado o menesteroso, por ejemplo. Esos papeles no los quiere nadie. Está demasiado claro lo que importa conocer la verdad; absolutamente nada, importan mucho más los beneficios. Es el signo de los tiempos.

http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/sepultar-memoria_819166.html