Aranzadi inicia la búsqueda de gudaris ejecutados en el ‘Pasillo de Oviedo’
«Es la primera vez que se busca un grupo de vascos tan amplio», señalan los expertos
LOS ARQUEÓLOGOS TRABAJAN EN LA ZONA DONDE APARECIERON LOS RESTOS DE SASETA
IBAN GORRITI – Domingo, 3 de Febrero de 2013
DONOSTIA. Un grupo de 20 personas de la Sociedad Aranzadi armados de ciencia comenzaron ayer una nueva batalla para la recuperación de la memoria histórica de este paÃs. Fue en Areces, Asturias. El objetivo de estos profesionales de la arqueologÃa y antropologÃa es dar origen a la búsqueda y redención de alrededor del centenar de gudaris y milicianos que fueron asesinados y ejecutados en el denominado Pasillo de Oviedo en febrero 1937 a las órdenes del comandante del Euzko Gudarostea, Cándido Saseta, en su lucha contra los fascistas durante la Guerra Civil.
El mando guipuzcoano coordinaba a 1.800 soldados nacionalistas vascos y republicanos. El presidente de la Sociedad Aranzadi, Paco Etxeberria, matizó a este periódico antes de iniciar los trabajos que, durante este fin de semana, se dedicarán a realizar labores de prospección, es decir, «no vamos a exhumar cuerpos, es una dimensión puramente técnica», previene a la sociedad. Su compañero de equipo, Jimi Jiménez, también pide prudencia: «No vamos a meter excavadora».
Los dos especialistas son sabedores de que aparte de tierras -el dÃa que toque- se removerán muchos sentimientos de más de doce familias guipuzcoanas de gudaris y milicianos que ya están informadas de esta histórica búsqueda. El militar jeltzale Cándido Saseta -cuerpo que Aranzadi localizó por un testimonio local a medio kilómetro del Pradón de los vascos y exhumó en 2008-, coordinó en su brigada a gudaris del Batallón Eusko Indarra de ANV que eran mayorÃa, Batallón Amayur del PNV y milicianos del Batallón 24 Indalecio Prieto de UGT. La sociedad cientÃfica, además de a portavoces de estas siglas, también ha informado a la CNT y al PC. Batallones de estas fuerzas de la época ya en 1936 también lucharon por aquellos lares.
El Ayuntamiento de Donostia y la Diputación Foral de Gipuzkoa son quienes promueven y financian la búsqueda. Este fin de semana, las labores están siendo de «prospección visual» del terreno de tres hectáreas y se ha hecho uso de detectores de metales y georadar en el ya conocido como Pradón de los vascos, en Areces, concejo astur de Las Regueras.
Además, un equipo se hará cargo de grabar imágenes en vÃdeo, asà como de tomar testimonios. «Vamos a ubicarnos en el terreno para saber dónde empezar y cómo», señalaba Etxeberria antes de empezar.
«Esta salida a Asturias es relevante porque hasta la fecha se ha exhumado en Euskadi -confirman-, y en este caso, serÃa fuera de sus mugas y con rumbo al lugar donde más cuerpos de vascos (asà como de otros milicianos asturianos y cántabros) pueden aparecer». Siempre, con la duda como parapeto. Hasta la fecha, fuera de Hegoalde se han buscado restos humanos de vascos en Talledo (Cantabria), en Ameyugo (Burgos) y el cuerpo del comandante Saseta en Areces (Asturias) gracias «a los datos muy concretos» que aportó el testigo Ramón Valdés, hombre que en 1937 tenÃa 11 primaveras y que falleció hace dos años. «Tras recuperar a Saseta es la primera vez que se busca a un grupo de vascos tan amplio», constata Jiménez.
La Corporación donostiarra y la Diputación guipuzcoana quieren recuperar los cuerpos, si las coordenadas se convierten en realidad, y realizar un homenaje a aquellas vÃctimas de la Guerra Civil, como ya se hiciera con los restos del comandante localizado a medio kilómetro del Pradón de los vascos.
Este enclave de tres hectáreas es un «escenario grande», apunta Etxeberria, quien junto a su equipo tenÃa previsto entrevistarse con el propietario del solar natural, José Aurelio Suárez. «PodrÃa ser que estuvieran juntos los cuerpos o en fosas diversas, que es lo que solÃa ocurrir», agrega el forense. En su grupo también ha tomado parte personal procedente de la Universidad del PaÃs Vasco, de Oviedo y Madrid.
El forense incide en pedir prudencia a medios de comunicación y ciudadanÃa por cómo se disparan las emociones de descendientes de aquellos soldados. En ocasiones, las previsiones, por desgracia, no se llegan a cumplir o las tareas no son tan rápidas como se quisiera. «Recuerdo al gudari José MarÃa Otsoa de Txintxetru (fallecido el pasado 18 de octubre) cómo lloraba cuando encontramos en una fosa de Elgeta una hebilla de cinturón de un soldado con el escudo del Gobierno de Euzkadi, con Navarra incluida», evoca y va más allá: «¡Lloró la de Dios! Date cuenta de que aquellos fueron gudaris con los que convivió».