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El arqueólogo de los nazis

R. Pérez Barredo. Diario de Burgos, 2008 | 20 mayo 2013

santa-olalla&himmlerEl arqueólogo burgalés Julio Martínez Santa Olalla fue colaborador directo de Himmler

 

R. Pérez Barredo – domingo, 13 de abril de 2008

El arqueólogo burgalés Julio Martínez Santa Olalla fue colaborador directo de Himmler y de los científicos de Das Ahnenerbe, siniestra institución fundada para realizar y divulgar investigaciones que sostuvieran las tesis delirantes del nazismo

Antes de prender fuego a la civilización en el infierno horrible de los hornos crematorios, las delirantes teorías nazis para reescribir la historia a través de mitos tan atávicos como peregrinos hicieron escala en la arqueología. La raza aria, ejemplo de pureza y superioridad, debía tener un origen. Y a su búsqueda se lanzó Heinrich Himmler, mano derecha del Führer, jefe de la SS y creador de Das Ahnenerbe (Comunidad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral), un proyecto destinado realizar y divulgar todo tipo de investigaciones para sostener estas tesis.

Das Ahnenerbe organizó expediciones de lo más exóticas, como la que llevó en 1938 a sus científicos al Tíbet, donde se pensaba que había surgido una raza antecesora de la germana. Pero hubo más investigaciones fuera de Alemania. De España se interesó por dos. Una se localizó en Castilla, en el yacimiento visigótico de Castiltierra, en Segovia, y la otra en las islas Canarias, donde las crónicas históricas hablaban de sus aborígenes como de seres altos, rubios y de ojos claros, posiblemente descendientes de los habitantes de la Atlántida, leyenda que, al igual que la del Santo Grial, también persiguieron los nazis.

Al frente de ambos proyectos estaba un eminente arqueólogo con el que el Reichführer conectó e intimó desde el principio: un burgalés llamado Julio Martínez Santa Olalla.

Para comprender el relevante papel que éste desempeñó en su relación con los proyectos filonazis en España es necesario rescatar su biografía. Nacido en Burgos el 23 de agosto de 1905 en el seno de una familia acomodada vinculada a Poza de la Sal y de hondas raíces religiosas, Santa Olalla se interesó pronto por la arqueología. Con 17 años ingresó en la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria. Fue alumno de Pere Bosch y Hugo Obermaier, principales investigadores del momento, y bajo su supervisión publicó a mediados de los años 20 un trabajo sobre Prehistoria Burgalesa.

En 1927 fijó su residencia en Bonn tras obtener una beca de Lector de la Español en la universidad de esta ciudad alemana. Durante su estancia, que se prolongó hasta 1931 ya como profesor de Cultura Española, se asentó su germanofilia, como asegura Francisco Gracia, responsable del Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Barcelona en su todavía inédito estudio Las relaciones entre los arqueólogos españoles y la Alemania nazi (1939-1945). «Con posterioridad, y mientras intentaba afianzar su posición en la Universidad con la obtención de una cátedra, que no lograría hasta junio de 1936, cuando se alzó con la de Historia del Arte en la Universidad de Santiago, mantuvo contactos académicos con prehistoriadores y arqueólogos alemanes cada vez más dependientes o acomodados a la estructura de poder nazi», señala Gracia.

A Santa Olalla la sublevación militar de 1936 le sorprendió en Madrid. Fue detenido, pero consiguió refugiarse en la embajada francesa. Logró huir a Francia pero regresó en 1938. Por su condición de camisa vieja, primero fue nombrado jefe de las excavaciones arqueológicas de Falange y después, ese mismo año, Comisario General de Excavaciones. Ese encumbramiento le permitió viajar y establecer estrechas relaciones con profesionales alemanes e italianos.

himmler en españa. En octubre de 1940 Himmler viajó a España. Primero visitó Burgos, pues quería conocer la ciudad desde la que Franco había dirigido los designios de la guerra tras la rebelión militar. Mitómano hasta el delirio, aquí se interesó especialmente por la señera figura medieval del Cid. Después recaló en Madrid. Como conocedor del idioma y por su alto cargo en la administración del nuevo Estado, se le encomendó a Santa Olalla ejercer de cicerone del dignatario germano: juntos visitaron El Escorial, el Alcázar de Toledo, el Museo del Prado y el Arqueológico Nacional.

Fue tal la conexión que se produjo entre ambos, explica Gracia, que sólo dos meses después el arqueólogo burgalés recibió una invitación personal de Himmler para desplazarse a Alemania y estudiar con los miembros de Das Ahnenerbe las vías de colaboración con la Comisaría General de Excavaciones y las actividades arqueológicas de Falange.

La primera gran cooperación, señala el profesor de la Universidad de Barcelona, fue la intervención en la necrópolis visigoda de Castiltierra. Una vez concluida, Santa Olalla viajó a Berlín con todos los restos hallados con el fin de analizarlos en las dependencias de la siniestra institución alemana, «con lo que los ajuares iniciaron una dispersión que aún continúa en la actualidad», subraya Gracia.

Durante su estancia, Santa Olalla participó en numerosos actos y pronunció la conferencia «Indoeuropeización de España en el primer milenario pre-cristiano». Tras el acto, indica el director del Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Barcelona, el carácter científico de la visita «cobró matices políticos cuando al responder al discurso de bienvenida, Santa Olalla abogó por demostrar las bases de la inteligencia en el terreno científico, acentuando y hablando ampliamente de la significación de la ingente lucha contra el comunismo internacional, cuya primera batalla ganóse en España y cuya segunda batalla se riñe y gana en los campos de Rusia, ocupando los falangistas puesto de honor en la División Azul (sic)».

En aquel nuevo viaje Santa Olalla volvió a instar a Das Ahnenerbe a la campaña del año siguiente en el yacimiento segoviano, invitación que el director del instituto, Wolfram Sievers, hubo de declinar, toda vez que el grueso de los científicos del programa se encontraban ocupados en investigaciones versus saqueos en los territorios invadidos ya de Rusia.

ascenso y caída. La influencia de Santa Olalla alcanzó tal grado que el ministro José Luis Arrese mostró interés por el asesoramiento germano para crear en España una institución similar a la nazi y dependiente de Falange. Para Gracia, de este modo «Falange hubiera controlado las bases ideológicas de la prehistoria y la arqueología españolas, pudiendo modelar en beneficio propio y del régimen los resultados de los proyectos de investigación y las intervenciones arqueológicas, en un proceso similar al que los hombres de Himmler desarrollaban en Alemania».

El arqueólogo burgalés estaba en la cima de su carrera: hasta Franco alabó el trabajo que desempeñaban los arqueólogos, y la guinda le vino en forma de condecoración: recibió la Encomienda con la Placa de la Orden Imperial del Águila Alemana.

La excavaciones se extendieron por buena parte de la geografía española, incluyendo Levante y el sur de Andalucía, y en África, sobre todo en el Sáhara español y en Guinea. Sin embargo, la estrella de Santa Olalla empezaría a apagarse. A medida que avanzaba la guerra iba pareciendo más claro que Alemania sería derrotada. La excesiva germanofilia del burgalés en el momento en el que España se afanaba por distanciarse hacia una posición más neutral debilitó su poder. Además, según señala Gracia, Santa Olalla tuvo enconados enfrentamientos con otros arqueólogos españoles por su manera de dirigir la Comisaría General de Excavaciones; le acusaban, entre otras cosas, de querer apuntarse cada éxito de las investigaciones que se llevaban a cabo.

el aislamiento. Con todo, el arqueólogo mantuvo contacto permanente con Das Ahnenerbe hasta el final de la guerra a través de la embajada de Alemania. «Santa Olalla permanecería fiel a sus corresponsales alemanes más allá del cambio de sentido de la guerra, lo que enconaría aún más su posición de aislamiento respecto a la clase dirigente de la arqueología española que le consideraba poco más que un intruso en la vacante cátedra de Historia Primitiva del Hombre en la Universidad de Madrid desempeñada por Hugo Obermaier hasta 1936, y recelaba de su poder omnímodo en la Comisaría General de Excavaciones. Una clase dirigente que se aliaría contra él en 1954-1956 aprovechando el tímido aperturismo político promovido por el ministro de Educación Nacional Joaquín Ruiz Jiménez para descabalgarle de su posición», sentencia Gracia.

Como era falangista de primera hora, la pérdida de influencia a partir de la derrota nazi de Julio Martínez Santa Olalla fue paralela a la de Falange en el seno del aparataje franquista. Pese a ello, siguió siendo el responsable de la Comisaría General de Excavaciones hasta 1958. Murió en Madrid en 1972.

http://www.diariodeburgos.es/noticia.cfm/Vivir/20080413/arqueologo/nazis/3E696378-F20F-8C66-A49BF740EE98B622