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Franco, apoyos, miedo y apatía

Julián Casanova Ruiz, 20-09-2013 | 21 septiembre 2013

casanova_4Hay mucha gente que nunca quiso escuchar los gritos de los torturados, el silencio de los perseguidos

 

 

 

Franco murió en la cama en noviembre de 1975, dejando detrás una dictadura de casi cuarenta años. No es difícil, para un historiador, identificar las causas de esa larga duración. Pero esa dictadura no se sostuvo sólo en las fuerzas armadas, en la represión, en sus sistema judicial, en el favorable escenario internacional o en la legitimación que de ella hicieron los poderes eclesiásticos. Para sobrevivir y durar necesitó bases sociales y los apoyos del franquismo fueron amplios.

Salvo los más reprimidos, perseguidos y silenciados, a los que la dictadura excluyó y nunca tuvo en cuenta, el resto de esa España que había estado en el bando de los vencidos se adaptó, gradualmente y con el paso de los años, con apatía, miedo y apoyo pasivo, a un régimen que defendía el orden, la autoridad, la concepción tradicional de la familia, los sentimientos españolistas, las hostilidad beligerante contra el comunismo y un inflexible conservadurismo católico.

Y al margen de que el ejército y las fuerzas de policía garantizaban su continuidad y la oposición política, dividida y con intereses enfrentados, no pudo organizar nunca una movilización amplia y decisiva contra la dictadura, lo que conviene resaltar aquí es que más de una generación de españoles creció y vivió sin ninguna experiencia directa de derechos o procesos democráticos, con escasa sensibilidad hacia el dolor de los demás, sin poder –o saber- rechazar la tortura, la violencia policial y la violación sistemática de los derechos humanos. En esos largos treinta años que transcurrieron entre el final de la Segunda Guerra Mundial y las primeras elecciones democráticas de la transición –junio de 1977- reside la gran excepcionalidad de la historia de España en el siglo XX (y no en la guerra civil, como creen muchos). Ahí perdimos todo lo que identificó a las sociedades occidentales más avanzadas.

Cuando se mira al pasado, la gente siempre cree que nuestro problema fue la guerra civil, porque esa fue la educación y la construcción de la memoria que impuso el franquismo. Pero fue, en realidad, en perspectiva comparada con otros países, la larga duración de un régimen opresor, criminal (hasta tal punto que murió matando) y que pudo preservar las condiciones de su existencia, basadas en la represión y en la negación de la democracia, hasta el final, hasta el último suspiro del dictador.

El problema es que ese pasado de violencia y violación sistemática de los derechos humanos se proyecta como una sombra alargada en la justicia, en la política y en los medios de comunicación. Hay mucha gente que nunca quiso escuchar los gritos de los torturados, el silencio de los perseguidos, y ahora se extrañan de que, por las investigaciones de una juez argentina, salgan a la luz nombres como González Pacheco (“Billy el Niño, encima con recochineo). No los conocen de nada y era 1974, anteayer. Si hubieran sido futbolistas….