Galicia, radiografÃa de un exterminio
Casi 5.000 gallegos fueron asesinados por la represión franquista entre 1936 y 1939
Familiares de vÃctimas de la dictadura presentan denuncias ante el consulado argentino por la desaparición y asesinato de sus seres queridos.
ALEJANDRO TORRÚS Madrid
En Galicia no hubo Guerra Civil entre 1936 y 1939. Pero sà un exterminio sistemático de la población fiel a la República. En tan sólo tres años fueron asesinados 4.699 ciudadanos gallegos. Siete de cada diez (3.233) fueron ejecutados en los llamados paseos franquistas. El resto, 1.466, fueron asesinados mediante la ejecución de una sentencia a muerte, según los datos del proyecto Nomes e Voces. Un auténtico exterminio en una zona donde la Guerra no duró más de unos dÃas.
«Lo que pasó en Galicia es una prueba de que el golpe tenÃa una intención exterminadora, pues no era para nada necesario. (…) En Galicia no hubo matanzas de curas y hacendados. Lo que sà hubo fue muchas muertes controladas, instigadas o toleradas por las autoridades militares», explica Federico Cocho, autor de Guerra civil. Que pasou en Galicia e en España (Xerais) en una entrevista a El Mundo.
Con Galicia bajo el control del bando franquista desde los primeros momentos del golpe militar, «los perpetradores y sus seguidores a nivel local comienzan a demostrar que éste lleva aparejada una inusitada violencia», según recoge el informe de Nomes e Voces. AsÃ, en los primeros meses de la Guerra Civil fueron asesinados en Galicia los cuatro gobernadores civiles, los alcaldes de cinco de las siete ciudades gallegas y los 26 de las poblaciones más importantes. Fueron ejecutadas también las máximas autoridades militares gallegas que se opusieron al golpe, los civiles más activos en la defensa de la legalidad y aquellos con cierta relevancia social en determinadas comunidades como maestros, médicos, farmacéuticos y abogados. En total, 4.699 ciudadanos asesinados.
Fueron ejecutadas las máximas autoridades militares gallegas que se opusieron al golpe
Ejemplos de casi todos ellos se encuentran entre las denuncias que esta semana han presentado una decena de familiares de hombres y mujeres de desaparecidos durante la dictadura, vinculados a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), ante el cónsul de la República Argentina en Vigo, Roberto Gudiño dentro de la llamada Querella argentina.
El abuelo y el tÃo abuelo de Esther GarcÃa, una de las denunciantes, formaban parte de aquellos gallegos que no esperaban la «inusitada violencia» desplegada por los seguidores del golpe contra ellos. Manuel DÃaz González, médico de O Incio (Lugo) y primer alcalde de la República en dicha localidad, y su hermano José DÃaz, elegido en las últimas elecciones nuevo alcalde del municipio, creyeron que a pesar del golpe militar no debÃan huir de la localidad porque de nada se les podÃa imputar. Estaban equivocados. «Los falangistas de O Incio empezaron con las amenazas a la familia. Nadie daba crédito de lo que estaba pasando. Un dÃa apareció muerto el perro de mi tÃo y ya decidieron los hermanos que tenÃan que escapar», cuenta a Público Esther GarcÃa, que explica que finalmente los dos hermanos fueron capturados y trasladados a la prisión de Monforte de Lemos, donde ofrecieron a Manuel partir al frente como médico de los nacionales: «Yo no soy veterinario, no curo animales», contestó Manuel, según relata Esther.
A partir de ese momento comenzó el particular infierno de Manuel. Fue sacado de la cárcel en un paseo nocturno aunque consiguió escapar herido refugiándose en casa de un «amigo suyo de derechas», el famacéutico de Sarria Antonio Peña. «Allà fue apresado por la conocida cuadrilla de falangistas de Layosa. Le fueron atadas las manos a una soga prendida de la cola de un caballo y fue arrastrado durante varios kilómetros hasta llegar a la entrada de O Incio. Al llegar allÃ, aún con vida y consciente, fue asesinado. Luego le amputaron un dedo para robarle la alianza», prosigue Esther.
Era el 11 de septiembre de 1936. En los primeros cinco meses de 1936 fueron asesinados en Galicia un promedio de 14,25 personas por dÃa, mientras que a finales de 1939 la cifra de ejecuciones habÃa descendido a 0,7 al dÃa. Un dÃa después, el 12 de septiembre, aparecieron en la cuneta de la carretera N-634, en un lugar conocido como voltas de Prado, cinco cadáveres. Uno de ellos tenÃa seis dedos en una mano. Asà identificaron los vecinos a Bruno MartÃnez, tÃo abuelo de Miguel Freire, investigador de la ARMH que ha denunciado este caso ante la Justicia argentina.
«Estaban acusados de haber hecho frente a las tropas sublevadas, es decir, de oponerse al alzamiento nacional. (…) No eran ni sindicalistas exaltados, ni agitadores polÃticos, sólo habÃan tenido la mala suerte de haber participado en asociaciones sindicales y polÃticas», cuenta Miguel a Público, que añade que «la represión y el terror continuó cebándose en las familias de estas personas, que tuvieron que padecer acoso y humillaciones, el incendio y saqueo de sus casas y las burlas e insultos cuando los primeros de noviembre llevaban flores a las sepulturas donde se habÃan enterrado a sus familiares asesinados».
En octubre de este 1936 fue también asesinado Julio Sanz MartÃn, enfermero-practicante en la Marina. Su nieta, Elvira Sanz, lo denuncia ante la Justicia argentina. «Mi abuelo tenÃa 34 años. El 22 de octubre de 1936 fueron unos hombres a su casa, donde vivÃa con su mujer y sus dos hijos, y dijeron que se lo llevaban a un juicio. Al dÃa siguiente, el 23 octubre, apareció el cadáver en una cuneta de San Juan de Ouces. Su muerte quedó anotada en el Registro Civil causada por una «hemorragia intensa».
El único motivo por el cual Julio Sanz pudo ser asesinado es «publicar algunos artÃculos sobre reivindicaciones laborales» en diversas revistas y «estar afiliado a Izquierda Republicana». Como Julio, la represión en el estamento militar en Galicia afectó a 140 marinos ejecutados, asà como al almirante Antonio Azarola Gresillón; el general de división Enrique Salcedo y el gobernador militar de Galicia Rogelio Caridad Pita.
Objetivo: destruir la sociedad
El asesinato selectivo o indiscriminado no fue la única vÃa de represión. Con el objetivo de destruir una sociedad civil, plural y organizada fueron condenados a cadena perpetua 1.597 ciudadanos y 1.981 fueron sentenciados a diferentes penas de prisión inferiores. En total, 28.234 vÃctimas gallegos sufrieron algún tipo de persecución judicial por las nuevas autoridades militares. «Es imposible la cuantificación o estimación sobre otras formas de coerción o violencia: desde los encarcelamientos y torturas hasta las rapas y purgas de mujeres que se perpetran con idéntica escenificación en todo el territorio gallego y, a diferencia de las otras tipologÃas represivas, estaban diseñadas para su exhibición pública», señala la investigación de Nomes e Voces.
AsÃ, en la Galicia de la Guerra Civil pueden ser perseguidos y exterminados desde un lÃder comunista local a un simpatizante de un sindicato que busca mejorar sus condiciones económicas pasando por la «burguesÃa progresista que a través del socialismo, el republicanismo o el galeguismo aspiran a consolidar el liberalismo democrático». «No se trata, pues, de un ataque a una posible revolución de tipo soviético —sin ninguna base documental—, sino de acabar con un sistema en el que cobra el protagonismo principal la participación ciudadana en un escenario tendente a la modernidad y el progreso», concluye la investigación de Nomes e Voces.
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