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Un académico de la historia “se traga” a un ministro

Ángel Viñas, 01-04-2013 | 7 abril 2014

Conde_de_Jordana-traidorLa entrada relativa al teniente general Francisco Gómez-Jordana, conde de Jordana, está escrita por el profesor Carlos Seco Serrano

 

1 ABRIL, 2014

La entrada relativa al teniente general Francisco Gómez-Jordana, conde de Jordana, está escrita por el profesor Carlos Seco Serrano. Es breve. Dos páginas y media. Más de media la ocupa la bibliografía. Con el criterio seguido podría haberse extendido a una entera. El autor no nos abruma, afortunadamente, con un extracto del expediente militar. Prefiere reducir al mínimo la parte dedicada a la guerra civil y al franquismo. Nos concentraremos en este último como ejemplo del método que tanto agrada a la RAH: proliferación de errores de principiante, “olvido” de aspectos históricamente relevantes, ignorancia de la literatura especializada y escasa precisión en el lenguaje.

Veamos los errores. Jordana fue a partir de febrero de 1938 ministro de Asuntos Exteriores de Franco (no de Estado, denominación republicana en aquella época y antes de 1931 de la Monarquía) y vicepresidente del Gobierno. Hubiera sido pedir peras al olmo que el profesor Seco identificara a sus predecesores, aunque no hubieran sido ministros sino “proto-ministros” pero eso es para nota (figuran en Wikipedia). Un limpio y claro suspenso recibe nuestro distinguido académico al olvidarse de su anterior puesto (presidente de la Junta Técnica del Estado, JTE, desde, también según Wikipedia, el 3 de junio de 1937).  Le damos igualmente un cero mondo y lirondo por afirmar que “al estallar la guerra mundial consagró todos sus esfuerzos a evitar la entrada de España en el conflicto”. En septiembre de 1939 Jordana no era ministro. Subimos la nota a un 1 porque al profesor Seco le suena que Jordana “fue desplazado del poder por Serrano Suñer, ardiente partidario de la alianza con el Eje”.  Le suenan algo las campanas. El desplazador fue Franco.

El sucesor fue el coronel Beigbeder. Franco lo eligió posiblemente en función de sus valoraciones del norte de África como zona del máximo valor estratégico para España y clave del ensoñado Imperio por el que se pirriaba el dictador.  Añadamos que hay constancia documental pública de que Beigbeder tenía otras aspiraciones.

Estos errores no son explicables fácilmente. Seco prologó una síntesis de los diarios del propio Gómez-Jordana. Como en estos no se menciona la presidencia  de la JTE “se le olvidó”. A lo mejor la entrada la ha subcontratado.

¿Cuáles son las omisiones históricamente relevantes? Seco no dice  absolutamente nada de la actuación de Jordana en el período comprendido entre el final de la guerra civil y su salida del Gobierno. Es otro “olvido” difícilmente comprensible porque se trata de un período que abordó en el plano de la política exterior Javier Tusell y que ha desarrollado con gran acopio documental en el plano militar Manuel Ros Agudo. Pensar que Jordana no estaba al tanto de la deriva pro-alemana de Franco en aquellos meses es poner una pica en Flandes (estoy escribiendo sobre ello).

La gestión como nuevo ministro de Asuntos Exteriores (no de Estado) entre septiembre de 1942 y su fallecimiento en agosto de 1944 la despacha Seco exactamente en 10 (diez) medias líneas. Parte del supuesto, controvertible, de que ya “era evidente el resultado de la gran conflagración”. Esto le evita la molestia de explicar el porqué de las continuadas muestras de solidaridad española con el Tercer Reich y las duras gestiones que realizaron británicos y norteamericanos para recortarlas en la mayor medida posible. Por no molestarse, ni se molestar en mencionar la monografía de Emilio Sáenz-Francés.

Nuestro distinguido académico, de expresión no demasiada precisa, presenta a Jordana (o a España) “haciendo causa común con Estados Unidos en la guerra contra Japón, que había ocupado las islas Filipinas” (solo esto último es verdad). El resto nos deja estupefactos.  Washington contaba con un aliado sin saberlo. ¡Con lo que tuvo que batirse De Gaulle para que los norteamericanos reconocieran a la Francia combatiente!

Nuestro eminente académico, a pesar de una larga lista de trabajos (¡ncluso en inglés y en francés, ¡bravo!) pasa por alto la, sin duda para él despreciable, literatura especializada en las relaciones entre España y la segunda guerra mundial (también la que se refiere a la política exterior de la España franquista durante la civil, que es mucho más abundante). Eso le impide citar algunas de las ideas de su biografiado (no pedimos ya ni que glose ni mucho menos que interprete). Citaremos nosotros:

“España estima que, independientemente de lo que la suerte de las armas decida en la contienda, muy anteriormente a la guerra y con mucha más profundidad que ésta, existe en el mundo un problema espiritual de la más extraordinaria trascendencia, constituído por el ambiente revolucionario de unas masas alejadas de la creencia en Dios y que, por lo tanto, aspiran a mejorar su situación económica por la violencia, empleada sin escrúpulo ni limitación alguna, apoderándose de abundantes riquezas para disfrutarlas ampliamente mientras dure esta vida, cueste lo que cueste y empleando los medios a propósito, cualesquiera que éstos sean…”

Así, pues, que sufran en este mundo que ya distribuirá Dios las recompensas en el próximo. Con ciertas alteraciones esta típica profesión de fe, cuya etiología no hay porqué analizar aquí, la dio a conocer el diplomático franquista José María Doussinague hace más de sesenta años en sus cuasi-memorias. Seco todavía no se ha enterado. En octubre de 1943 Jordana se la comunicó al embajador norteamericano, católico y después un tanto simpatizante de Franco. Que el lector extraiga sus propias conclusiones.

http://www.angelvinas.es/?p=177