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Sobre los restos de Queipo

Silvia Álvarez . Foro por la Memoria del Bajo Guadalquivir, | 31 julio 2018

La exhumación de Queipo ha salido adelante en la Diputación de Sevilla con el beneplácito del Arzobispado, pero aún hay quien no se da por enterado

Cuando vamos a la Basílica de la Macarena en Sevilla podemos observar, al pie de la Virgen, las inscripciones conmemorativas de dos enterramientos, el de Gonzalo Queipo de Llano y el de su mujer. A veces, la imagen de la Macarena ha estado adornada con un fajín que le regaló este militar. Aún hoy día hay dos hermandades, la de San Gonzalo y Santa Genoveva, dedicadas a ellos. Hasta hace unos años él conservó la designación de Hijo Adoptivo de Sevilla, y sus descendientes han sido distinguidos con títulos nobiliarios.

Mucha gente no sabe (o no quiere saber) que Gonzalo Queipo de Llano era un militar leal al gobierno legítimo de la República, hasta que apoyó el golpe de estado de Franco y sus acólitos. Según los historiadores e historiadoras, el general golpista fue responsable de la represión y fusilamiento de más de 50.000 personas durante el levantamiento fascista contra la democracia en 1936.

“La represión se llevó a cabo bajo un conjunto de bandos y órdenes que emanaban directamente de Queipo de Llano (…) No fueron propaganda intimidatoria. Eran órdenes que, además de su difusión en la prensa escrita y en la radio, fueron remitidas (…) a las comandancias militares para su cumplimiento. Fueron el soporte legal bajo el que se desarrolló una brutal represalia”, describe el historiador José María García Márquez en su libro Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla (1936-1963).

Fue Queipo quien ordenó fusilar, sólo en la capital, a unas 14000 personas, incluyendo el padre de la patria andaluza, Blas Infante.

Fue Queipo quien, en una venganza casi personal contra Málaga “la roja” (de donde era su mujer) ordenó el inicio y, se dice, vigilando desde los barcos que bombardeaban, el desarrollo de los crímenes de la carretera Málaga-Almería, donde murieron entre 3000 y 5000 personas que huían de la ciudad andaluza. Tanta fue la inquina de este personaje que rechazó las sugerencias de los militares italianos para hacer otro tipo de guerra y ordenó bombardear a niños, mujeres y ancianos que eran, en gran parte, los que huían. Lo vemos bien en el relato del médico Norman Bethune:

“Cuando se habían alejado los aviones, levanté del suelo los cadáveres de tres niños que habían estado tres horas de pie en una cola frente al Comité Provincial de Evacuación, esperando su ración de una taza de leche condensada y un pedazo de pan, único alimento disponible. La calle parecía un degolladero, con los muertos y los agonizantes, alumbrado por las llamas de los edificios que ardían. En la oscuridad, los quejidos de los niños heridos, los gritos de las madres agonizantes y las maldiciones de los hombres, se alzaban en un lamento de masa hasta hacerse intolerable (…)”

El ABC de Sevilla lo avisa. En su edición del 6 de febrero de 1937 se puede leer:

«Pronto sonará, porque el General Queipo lo quiere, la hora expiatoria de los crímenes cometidos en Málaga la Bella, Dolorosa, de este calvario de la Crucifixión de España…”

Fue también Queipo quien alentó el uso de la violación y la violencia contra la mujer como arma de guerra:

 «Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad y de paso también a sus mujeres. Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen«.

Por mucho que pasen los años, una sociedad se define por sus símbolos y valores, por la cultura que quiere acumular y cuál prefiere desechar. Alemania no tiene calles a Hitler, ni los descendientes de sus colaboradores disfrutan de herencias ni fondos públicos, ni hay asociaciones que ensalcen su nombre ni su obra. Pero en España los fascistas ganaron, y tuvieron cuarenta años de libertad, y otros cuarenta de impunidad donde han dejado su herencia imperturbable en instituciones, mentalidades y esquemas colectivos erróneos pero arraigados.

Como mujer y residente en Carmona no puedo más que avergonzarme de la actitud de un miembro del PP de Carmona respecto a la exhumación de Queipo de Llano. Votar en contra de ello es votar a favor de los privilegios para un asesino que tiñó de sangre la historia y la cultura de toda Andalucía.

El propio arzobispado está de acuerdo en sacar sus restos de la Basílica, y los propios cristianos de base opinan que:

“es indigno que la Macarena siga teniendo relación con un general golpista de comportamiento asesino”, como expresa Antonio Moreno de la Fuente, de Comunidades Cristianas Populares de Sevilla, que habla de la necesidad de exhumar a Queipo de la basílica de la Macarena.

Silvia Mª Álvarez Merino. Foro por la Memoria del Bajo Guadalquivir

Julio 2018