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Los records borbónicos

Emilio Sales Almazán, | 1 septiembre 2020

El rey demérito debió pensar que debería intentar superar las proezas de sus antepasados y no ha escatimado esfuerzos

 

LOS RECORDS BORBÓNICOS

Dicen que los records están para batirlos. En algunos casos superar ciertas marcas se convierte en prácticas muy nefastas. El rey demérito debió pensar que, dada la historia familiar donde la lista de pertenecientes al mundo facineroso es amplia, debería intentar superar las proezas de sus antepasados y no ha escatimado esfuerzos (que para un monarca es de aplaudir, ya que la holganza es su sino) hasta conseguirlo.

Todo esto viene al caso de una semblanza que he leído sobre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (mira si serán avariciosas y avariciosos que no tienen bastante con una isla). Esta regente hizo una declaración de principios cuando afirmó que “Los borbones podremos ser una familia destronada, pero nunca seremos una familia tronada”. Así, de repente, la palabra tronada en términos coloquiales  viene a significar algo así como “zumbada”. Pero no, el castellano nos lleva a otra definición, “arruinada”, “empobrecida”, vamos que aunque pierdan la corona nunca perderán su patrimonio. El resumen de las andanzas de María Cristina es que durante su regencia (1833-1840) hubo que enfrentarse a la primera guerra carlista, a varias epidemias, a la pérdida de colonias, a la desamortización y a la reestructuración territorial. Pero si  por algo ha pasado a la historia es por haberse lucrado con todo negocio que se pusiera a su alcance. Junto con su segundo marido, Fernando Agustín Muñoz, María Cristina tenía intereses en el mercado de la sal, del tabaco, de las minas, del ferrocarril, del azúcar, de los baños, de las tierras, en el proyecto de canalización del río Ebro, en la construcción del puerto de Valencia…, incluso en la trata de esclavos. En el testamento que él dejara en 1873, se puede comprobar lo inmensamente millonarios que llegaron a ser en un país en el que la gente se moría de hambre. Vivieron dos exilios, sí, pero su “bolsillo secreto” jamás estuvo tronado.

Llegados a los siglos XX y XXI  la historia con matices se repite. Hoy un monarca, puesto a dedo por el dictador (que también tenía su inmediación con la divinidad) huye del país mientras la pandemia asola hogares y economía. Pero es el sino del súbdito.

*Gracias a la escritora Paula Cifuentes de la que he sacado los datos sobre la delincuente.

 

Talavera del Tajo. 31 de agosto de 2020

Emilio Sales Almazán