Banalizar el franquismo de buena mañana
Es difÃcil pensar que Cano, Garrido y los directivos de M80 no podÃan pensar otro nombre
Barcelona. Viernes, 2 de septiembre de 2016
M80 Radio, emisora musical propiedad de PRISA Música (marca del mismo grupo que edita el diario El PaÃs), estrenará este lunes 5 de septiembre su nuevo programa despertador de 7 a 10 de la mañana. Hasta aquÃ, perfecto. La cosa es que el programa se llama ¡Arriba España! La reacción en las redes ha sido inmediata:
Hay muchas más, tanto en la cuenta de Facebook de la emisora como en la de Twitter, donde continúa fijado en la cabecera el tuit que anuncia el nuevo programa, dirigido por Juan Luis Cano, que en el clip y en las fotos de promoción aparece vestido de aristócrata del siglo XVIII con un bate de béisbol:
Cano sabe perfectamente qué significa y qué implica la expresión «¡Arriba España»!, como también sus jefes en la radio y en la productora Animal Media. Para resumir: el grito «¡Arriba España!» era obligatorio durante la Guerra Civil en el bando franquista y tenÃa que figurar en la entrada de las comunicaciones escritas oficiales. TodavÃa se utiliza para defender la ideologÃa falangista, como saben, entre otros, en las escuelas del Ebre.
Cano es un veterano disc-jockey radiofónico que M80 recuperó el año pasado para dirigir Ya Veremos, un programa de entretenimiento e información en tono humorÃstico que él mismo presentaba como «remedio contra la apatÃa, la rutina y la sobreinformación para llegar a casa sano y salvo». Con ¡Arriba España! vuelve a la franja matinal. El programa es de Animal MedÃa, la productora de Toni Garrido, otro veterano del audiovisual español.
Es difÃcil pensar que Cano, Garrido y los directivos de M80 no podÃan pensar otro nombre. Se hace difÃcil no pensar que en realidad lo que quieren es organizar un 18 de julio, un escándalo que sirva para promocionar el programa. Es todo más viejo que la tana. El nombre del programa está asociado a todo esto:
La cuestión es si no hay un lÃmite al jijÃ-jajá y si no se hiere gratuitamente (bueno, por dinero) a quienes la expresión «¡Arriba España!» trae a la memoria el dolor de la dictadura franquista. Es otro caso de banalización del mal del que habla la filósofa Hannah Arendt en «Eichmann en Jerusalén». Adolf Eichmann, un alto oficial de las SS no tenÃa trayectoria antisemita, ni estaba loco ni era un resentido. Solo querÃa prosperar en el escalafón del régimen hitleriano y se ocupó de hacer con eficiencia lo que le mandaron sus jefes para que la maquinaria de exterminio nazi funcionara. CumplÃa órdenes sin reflexionar sobre sus consecuencias. Arendt acuñó la expresión «banalidad del mal» para definir la actitud de gente como Eichmann.
Prisa Música, Garrido, Cano… no son monstruos ni comparables a Eichmann. Ni tan solo pretenden trivializar el franquismo, ni neutralizarlo o limpiarlo. Es todo más… banal (y venal). Ni se acuerdan de la polvareda que han levantado otras acciones como la suya, deliberadas o no. Como la de la Dolores López Gabarro, secretarÃa general del PP en AndalucÃa, que cerró un mitin con un «¡Arriba España!» o la agrupación de Podemos a quién se le escapó en un tuit para animar a la selección de fútbol.
Quizá sà se acuerdan. Quieren audiencia y reclaman la atención de la gente de este modo para hacer el mejor negocio posible con su programa. Están encantados de pagar el precio de leer este artÃculo y cien más asÃ, además de echarse a la espalda los tuits de Twitter, los posts de Facebook, etcétera. Apelarán a la ley de Godwin, a la falta de sentido del humor, a no exagerar, a la necesidad de hacer un reset, a la Santa Inquisición, al Todos Somos Charlie y al no te obligo a oÃr mi programa. Se escandalizarán. Bien. Todo eso, el mejor o peor acierto en la denuncia del todo vale, cambia poco el hecho de que muchos se sentirán profundamente agredidos a diario, desde el lunes que viene, cinco dÃas por semana. Ocurrirá además en pleno debate sobre cómo cerrar de veras la herida de la Guerra Civil que la Transición Democrática enterró en el olvido. Pregunten a la Comisión de la Dignidad por los papeles de Salamanca. Por poner un caso.
Claro que siempre podrán consolarse con otras personas que comparten su criterio. Tener medida y buen gusto no está al alcance de todos: