Detrás de unos ojos sanguinarios
La serie de TV sobre Serrano Súñer olvida su seña de identidad: la represión
José Ramón Villanueva Herrero
Resulta indignante el deliberado afán de la derecha por tergiversar diversos perÃodos y figuras de nuestra trágica historia reciente con un indisimulado afán exculpatorio. Si hace unos dÃas Alonso GarcÃa, vicepresidente de la Fundación Francisco Franco tenÃa la osadÃa de declarar que «el régimen de Franco solo fusiló a 23.000 y no fue por capricho», minimizando asà la brutal represión cometida por el general genocida, una reciente serie televisiva titulada Lo que esconden sus ojos, nos presenta a la figura de Ramón Serrano Suñer blanqueada de toda su responsabilidad como uno de los máximos responsables (e impulsores) de los crÃmenes del franquismo en la inmediata posguerra. Y es que Ramón Serrano Suñer, como los hechos históricos nos demuestran, fue algo más que un galán de penetrantes ojos azules, amante apasionado de la marquesa de Llanzol y, por ello, hay que conocer su verdadero rostro.
Serrano Súñer estuvo vinculado a Zaragoza cuando, como joven abogado del Estado, fue destinado a la capital aragonesa. Allà conoció a Ramona Polo, cuñada del general Francisco Franco, por entonces director de la Academia General Militar, con la que se casarÃa, ceremonia en la que fueron sus testigos José Antonio Primo de Rivera y el mismo Franco, lo cual nos indica ya la orientación polÃtica de Serrano Súñer. Y en Zaragoza, entrarÃa en polÃtica, siendo diputado por esta provincia en las filas de la CEDA (1933-1936), evolucionando posteriormente hacia un ardoroso fascismo que le impulsó a conspirar activamente contra la República.
Iniciada la guerra civil, logró llegar a Salamanca, poniéndose de inmediato a las órdenes de Franco, su cuñado, convertido ya por entonces en GeneralÃsimo de las fuerzas alzadas contra la legalidad republicana. Serrano Súñer, convertido ya en el «cuñadÃsimo» del Caudillo, al amparo de este fue acumulando un inmenso poder polÃtico que le convirtió en uno de los principales jerarcas del régimen franquista. Además de ser el redactor del decreto de unificación que creó FET y de las JONS, el partido único de la dictadura de cuya junta polÃtica fue presidente, fue ministro del Interior (1938) y más tarde de Gobernación (tras la unión de Interior y Orden Público), cargos de los que fue el encargado de llevar a la práctica la implacable represión a la que fueron sometidos los republicanos tanto en el interior de España como aquellos que se habÃan exiliado: gracias a sus buenas relaciones con el régimen de Vichy y el nazismo, logró que fueran entregados a las autoridades franquistas algunos destacados dirigentes republicanos que, como fue el caso de Julián Zugazagoitia, Joan Peiró o LluÃs Companys, serÃan posteriormente fusilados. Recordemos además que, Serrano Súñer firmó un acuerdo de cooperación policial con la Alemania nazi cuando Himmler, el siniestro jefe de las SS hitlerianas, visitó Madrid en octubre de 1940: consecuencia del mismo, se inició la deportación de los republicanos españoles en los territorios ocupados por el Reich a los campos de exterminio nazis, especialmente al de Mauthausen. De este modo, en la entrevista que tuvo con Hitler el 25 de septiembre de 1940, Serrano le dijo al Führer: «Puede hacer con estos rojos lo que quiera porque la nueva patria no los considera españoles»: quedaba asà sellado el dramático destino de millares de nuestros compatriotas. Manuel Leguineche recoge el testimonio de Antonio GarcÃa Barón, un anarquista de Monzón superviviente de Mauthausen que corrobora esta idea al recoger las declaraciones del comandante Franz Ziereis, jefe nazi de dicho campo, quien antes de morir, «me dijo saber que los presos españoles estábamos allà por petición directa de Serrano Súñer a Hitler. Él fue el que nos condenó a muerte». Por todo ello merece el oprobio y el repudio en la historia y en la conciencia cÃvica de los españoles.
Además de artÃfice de la represión, Serrano Súñer, siendo ya ministro de Asuntos Exteriores, como germanófilo convencido que era, fue un decidido partidario de que la España franquista entrara en la II Guerra Mundial al lado de las potencias fascistas. Recordemos las entrevistas que, con tal motivo, efectuó con los principales jerarcas nazis durante los meses de septiembre-octubre de 1940. En su encuentro con Hitler del 17 de septiembre, Serrano le expuso el programa imperialista de Falange, en el que el régimen franquista, a cambio de su apoyo militar al Eje, además de Gibraltar y el Marruecos francés, el Oranesado argelino, ampliaciones territoriales en Guinea y el Sahara, asà como Andorra, el Rosellón y la Cerdaña, esto es, la Cataluña francesa. Aunque Franco se comprometió por escrito a entrar en la guerra (sin fecha concreta) en el Protocolo de Hendaya tras la entrevista de Hitler y el dictador español, lo cierto es que al final no lo hizo, pero, a cambio, la mano de Serrano Suñer fue la impulsora de la creación de la División Azul.
El historiador Julián Casanova se hacÃa eco de su nefasta trayectoria polÃtica en un excelente artÃculo titulado Serrano Súñer y la sombra de la represión franquista (El PaÃs, 12 de septiembre del 2003) con motivo del fallecimiento del polÃtico, cuya lectura resulta reveladora señalando cómo este, pese a intentos exculpatorios posteriores, «estuvo allÃ, en primera lÃnea, acumulando poder, en los años más duros, cuando más se humilló, torturó y asesinó, en el momento en que se puso en marcha el sistema represivo policial, con la Ley de Responsabilidades PolÃticas, la Ley de Seguridad del Estado y la Ley de Represión de la MasonerÃa y el Comunismo. Defendió, con Franco, la rendición incondicional de los rojos, sitió fascinación por las potencias fascistas y odió a las democracias».
Por su parte, Carlos Hernández, que define a Serrano Súñer como «el Himmler español», considera que la serie televisiva indicada, significa una «tergiversación histórica injustificable y un verdadero insulto para las vÃctimas de este carnicero», dado que apenas se alude a la represión, seña de identidad inseparable de la actuación polÃtica llevada a cabo por Serrano Suñer durante 1938-1942. Esta es la verdadera historia que se esconde tras unos ojos sanguinarios, los de Serrano Súñer, aquel polÃtico fascista que, entre muchos tÃtulos, ostentó, entre 1938-2013, el de Alcalde honorario de Zaragoza.
*Fundación Bernardo Aladrén
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