Por los mártires republicanos. Las cenizas de Félix Armengod Muñoz fueron depositadas ayer en las fosas comunes de UGT y del PSOE
Valladolid - Norte de Castilla - 20 de diciembre de 2004
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 La familia de Félix Armengod Muñoz entierra parte de sus cenizas en una de las fosas del cementerio.
Texto de/Nieves Caballero. Fotografía de Henar Sastre.
Las cenizas de su cuerpo, incinerado, han sido mezcladas en los cementerios de Valladolid, Palencia y Santander con la tierra que cubre las fosas comunes donde yacen los restos de los mártires inmolados por su lealtad a la República. Honor a ellos». Ayer se cumplió la última voluntad que dejó escrita el soldado republicano Félix Armengod Muñoz ocho años antes de su muerte, ocurrida el pasado 25 de noviembre en la capital cántabra, para honrar la memoria de todos aquellos que prometieron su lealtad a la República en el año 1932.
«Con este acto cumplimos su última voluntad. Además, creo que el abuelo se quita la espina que tuvo clavada durante todos los años de silencio a los que obligaba la dictadura de Franco. A la hora de morir proclama su sentimiento republicano», destacaba ayer su nieto Félix Villalba Armengod, de 38 años, poco después de que la familia hubiera depositado parte de sus cenizas en la tierra de las dos fosas en las que reposan víctimas de la Guerra Civil y de fusilados pertenecientes a afiliados de UGT y del PSOE en el cementerio vallisoletano del Carmen. Así, la familia repetía el rito que horas antes celebraba en una zona de enterramientos comunes del cementerio de Palencia, ciudad en la que nació en 1911, y días antes en Santander, en donde falleció.
La memoria de sus hijos, sobrinos y nietos permite rescatar del olvido los retazos de una vida que el propio Armengod les había relatado hasta su muerte y en los que siempre estaba muy presente Valladolid. «En sus últimos días era cuando más recordaba la época de la guerra, incluso lloraba con los momentos más trágicos y desagradables de la historia de España», comparte su nieto.
La tienda de Landelina
Hijo del propietario de la empresa vallisoletana Carruajes Armengod y de Landelina Muñoz, que regentaba con su madre Goya una tienda en la plaza del Rosarillo, Félix Armengod Muñoz trabajaba como bombero en el Ayuntamiento de Valladolid. La noche del alzamiento, el 18 de julio de 1936, estaba de guardia y fue arrestado como muchos otros republicanos. Sin embargo, contó con la ayuda del abuelo de la modelo y actriz vallisoletana Inés Sastre, a quien conocía desde niño, para abandonar la cárcel.
Ese mismo día, su hermano Julio Armengod corrió peor suerte porque fue arrestado en la Casa del Pueblo y fue conducido al Fuerte de San Cristóbal, en Pamplona, del que más tarde se fugaría junto a otros seiscientos presos, aunque nunca pudo zafarse de las secuelas de las palizas.
Reclutado por las tropas de Franco como conductor y mecánico, Félix Armengod Muñoz «hizo toda la guerra con el carnet de UGT guardado», explica su nieto. Tras la guerra, abandona Valladolid y se traslada a Santander con su mujer, Araceli Polo (88 años). «Su habilidad y sus conocimientos de la mecánica del automóvil le llevaron a construir la primera grúa con la que contó Santander», señala su hijo Emilio Armengod Polo. Hoy sus iniciales, FAM, dan nombre a una empresa puntera de Cantabria.
«Aunque no ocultaba su forma de pensar, él nunca ha inculcado a la familia su ideología, de hecho sus hijos y nietos han sido católicos», subraya su hijo Emilio para describir a un hombre que respetaba la forma de pensar de los demás. Incluso de vez en cuando compraba El Alcázar -periódico ya desaparecido- para leer sus argumentos.
Entre las anécdotas, la familia recuerda una ocasión, ya en tiempos de la democracia, en la que este hombre acudió a un mitin de Blas Piñar en Santander y espetó a los de la entrada: «Soy rojo y republicano, ¿puedo pasar?».
Una época muy dura
Ana Armengod Polo destaca de su padre lo «íntegro, cabal, y coherente» que fue a lo largo de su vida. «Tenía las ideas muy claras y era muy justo», asegura antes de reconocer que toda la familia ha sufrido con sus recuerdos, con las tragedias y con los horrores que relataba, y que le marcaron la vida, como la añoranza de los amigos perdidos. «Hay que tener en cuenta que el alzamiento en Valladolid fue durísimo».
Paz Armengod Alles, de 27 años, nieta, ha viajado desde Suiza a Valladolid para compartir este momento con el resto de la familia, que se reparte entre Santander y Valladolid. Reconoce que su abuelo le ha marcado «muchísimo» porque «era una persona muy especial».
Fue un acto entrañable y ajeno al rencor, pero sencillo y austero, «sin atavíos religiosos», por deseo expreso del soldado republicano Félix Armengod Muñoz, cuyas cenizas se mezclan ya con la memoria de los mártires republicanos en los cementerios de Santander, Palencia y Valladolid.
http://servicios.nortecastilla.es/pg041219/prensa/noticias/Cartas_Opinion/200412/19/VAL-OPI-244.html Las cenizas del soldado republicano Armengod CARTAS_OPINION FÉLIX VILLALBA ARMENGOD/SANTANDER
«La guerra quedaba declarada y los campos delimitados. Hasta probamos un poco el vino de la Landelina, de garrafón, entre gatos que orinaban las legumbres y bajo un artesonado de jamones, bacalaos y longanizas. Una luz de sótano y conspiración entraba por el ventanuco a ras de calle». El párrafo es de Francisco Umbral ('Los helechos arborescentes') y Landelina es la madre de un vallisoletano que en 1932, como soldado, prometió lealtad a la República y cuyas cenizas serán mezcladas hoy, domingo 19 de diciembre, «con la tierra que cubre las fosas comunes de los mártires inmolados por su lealtad a la República», según fue su deseo. Una parte de Félix Armengod reposa así en la Valladolid de donde salió después de la guerra para acabar fundando una empresa puntera de Santander, grúas FAM. La vida de este vallisoletano tiene mucho de literaria y su historia bien podría empezarse en el puesto que su madre y su abuela Goya tenían en la plaza del Rosarillo y que son parte de la literatura española, que tanto apreciaba el hijo de Landelina, desde el momento en que Umbral dice: «Me los llevé a todos a la tienda de la señora Landelina, que nos dejó pasar a la bodega, como que conocía mucho a todos y respetaba a mi familia. Allí les convidé a castañas pilongas, gigantea, estoposo y dulcísimo regaliz de palo, algarrobas de caballos y pastillas de leche de burra».
Armengod salió de Valladolid para instalarse en Santander después de la guerra. Tras múltiples oficios, se dedicó a las grúas y, hoy en día, la empresa a la que dan nombre las iniciales de Félix Armengod Muñoz es una de las principales del sector en la vecina Cantabria, y aplica siempre la vanguardia de la tecnología que tanto apasionó a su fundador, el que construyó la primera grúa autopropulsada que hubo en Santander.
Hoy ha vuelto, a través de las cenizas, a la ciudad donde se hizo hombre y en la que también descansan sus hermanos Julio y Pedro. Dejó escrita su voluntad de volver y de que su esquela apareciera -se publicó el 26 de noviembre, al día siguiente de su muerte- en EL NORTE DE CASTILLA con el que se aficionó a la lectura de periódicos y en el que su padre, Pedro, publicaba los anuncios de 'Carruajes Armengod' a finales del siglo XIX y principios del XX. También dejó claro que quería ser despedido como soldado republicano para aprovechar y rendir tributo a los muertos junto a los que desde hoy descansa. «Honor a ellos», dejó escrito.
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