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Capa no trucó la foto. La instantánea más emblemática de la Guerra Civil
La Voz de Galicia, 28 de Mayo de 2004

http://www.lavozdegalicia.es/se_cultura/noticia.jsp?CAT=106&TEXTO=2714296



La última biografía del mítico fotógrafo húngaro demuestra que la imagen en la que un miliciano de la guerra civil española cae muerto a balazos no es un montaje

(Tomás García Yebra | madrid)
El 5 se septiembre de 1936, un miliciano de la CNT, Federico Borrell García, caía muerto en una trinchera de Cerro Muriano (Córdoba) a consecuencia de una bala enemiga. Ese instante -el momento en que el miliciano comienza a desplomarse- fue captado por la cámara Leica de Robert Capa. A partir de entonces, el fotógrafo húngaro, nacido en Pest en 1913, se convirtió en un mito y su instantánea en el mayor icono -junto al Guernica - de la guerra civil española.

Años después, en 1975, el escándalo saltó a las páginas de los periódicos cuando el británico Philip Knightley denunció que la fotografía de Capa había sido un montaje. Knightley se basaba en un testimonio del periodista O.D. Gallagher quien, al parecer, conoció a Capa, que se le habría confesado el supuesto fraude. «Como apenas había actividad bélica, un oficial republicano le dijo a Capa que iba a ordenar a varios soldados que fueran con él a unas trincheras cercanas y que allí podían escenificar una maniobras para que las fotografiaran». Esta son las palabras que supuestamente transmitió Capa a Gallagher.

Con motivo de los 50 años de la muerte del mítico fotógrafo (falleció en Vietnam en 1954, con las botas puestas), el historiador Richard Whelan ha publicado Robert Capa. La biografía (Aldeasa), un ensayo de más de 400 páginas donde demuestra -a través de pruebas y testimonios- que la fotografía de Capa es auténtica. «En 1996, un señor de Alcoy llamado Mario Brotons Jordá identificó al miliciano; había estado con él en Cerro Muriano y asegura que Federico Borrel fue el único que murió aquel día». En la fotografía se aprecia un tipo de cartuchera que, según Whelan, sólo se fabricaba en Alcoy. En esta ciudad alicantina había nacido Federico Borrel.

Sin trucos

Whelan recurrió también al criminalista Robert L. Franks, detective jefe de homicidios del departamento de Policía de Memphis. «Tras un exhaustivo análisis -posición del cuerpo, las manos, los músculos de la cara- Franks me dijo que era prácticamente imposible que fuera una escenificación; me dio un 98% de probabilidades de que no había ningún tipo de trucaje».

El biógrafo de Capa no se conforma con demostrar la autenticidad del Miliciano abatido , sino que desacredita a Philip Knightley, de quien asegura que es un cúmulo de contradicciones. «En una entrevista de 1978 dijo que Capa había estado en el lado franquista, cuando jamás, en los tres años que duró la guerra estuvo con las tropas de Franco; más que nada porque lo hubiesen fusilado». A su juicio, Knightley es «un personaje que intentó buscar notoriedad a costa del prestigio de Robert Capa».

Whelan desmintió que Capa se hubiera vuelto un alcohólico y que hubiera emprendido una especie de «huida hacia adelante» a raíz de la muerte de compañera, Gerda Taro en Brunete, en 1937. «Lo pasó mal, muy mal, pero no se alcoholizó».

Tras la guerra civil española, el fotógrafo húngaro inmortalizó el desembarcó de Normandía, a los campesinos vietnamitas y a los obreros en huelga en el París de los años treinta, entre otros muchos episodios históricos.

Para elaborar su biografía, Whelan ha contado ahora con la ayuda del hermano de Capa, Cornell, y de su esposa Edi.

«Capa se llamaba en realidad Endre Ernö Friedman; al comenzar su profesión se refugió en varios pseudónimos, tanto para ocultar su origen judío como para buscar un nombre de pronunciación menos complicada».

La biografía va acompañada de un libro que recoge 50 fotografías de la Guerra Civil, imágenes se pueden ver en el Museo Reina Sofía en una exposición comisariada por Catherine Coleman, quien recordó el consejo que daba Capa: «Si tus imágenes no son bastante buenas es que no te has acercado lo suficiente».