El cartelismo republicano recupera el valor artístico. Alfonso Guerra presenta la muestra 'Carteles de la guerra, 1936-1939' en BCN
El Periódico de Catalunya - 18/12/2004
 Un aspecto de la exposición de carteles, ayer, en la Virreina.
ELENA HEVIA BARCELONA
Mensajes contundentes y claros. Un obrero atrapado en una prensa en forma de svástica mientras se advierte de que ése es el porvenir del trabajador si triunfa el fascismo. Un espía franquista concebido como un repugnante alien con radar incorporado o como un vampiro emparentado con el Doctor Mabuse. El futuro dictador transformado en un caballo de bastos infantiloide. Insoportables imágenes fotográficas de los niños muertos en los bombardeos de Madrid bajo el lema: "¡Asesinos! ¿quién al ver esto, no empuña un fusil para aplastar al fascismo destructor". En las 118 piezas que componen la muestra Carteles de la guerra, 1936-1939 se constata que el conflicto civil no dejó mucho espacio a la sutileza pero sí a una incesante creación artística. Los coordinadores --que no comisarios-- de la muestra que se exhibe en el Palau de la Virreina hasta el próximo 20 de febrero, Iván de la Nuez y Xavier Manubens, insisten en el acento artístico de la misma. Desean alejarlo de la lectura estrictamente política que tuvo en su exhibición madrileña en el Círculo de Bellas Artes hace unos meses. Por esa razón sitúan esta selección como un puente entre el movimiento futurista y el arte pop.
POLÍTICO VITRIÓLICO Lo que se exhibe en Carteles de la guerra es una ínfima parte de los más de dos millones y medio de documentos, carteles y objetos relacionados con la historia del socialismo que componen los fondos de la Fundación Pablo Iglesias. Su presidente, el antaño vitriólico Alfonso Guerra, destacó ayer en una visita relámpago a Barcelona la importancia de que el gran público pueda acceder a estos fondos, hasta el momento consultados por historiadores y especialistas. Guerrra habló de su valor artístico: "Estos carteles representan una corriente estética con un extraordinario poderio artístico que puso a los artistas al servicio de un ideal". Pero también a la carga sentimental que pueden tener para el visitante "que vivió o que es hijo y nieto de los que hicieron la guerra" El exvicepresidente del Gobierno socialista también se lanzó a la teoría. Según su opinión, el poder, en su voluntad de llegar a un público amplio no suele ser amigo de la vanguardia. Pero esta regla se hizo pedazos en el caso de la República: "Por primera vez el poder descansó con una confianza absoluta en los jóvenes artistas de vanguardia". Detecta Guerra en estos carteles no sólo la clásica voluntad de defenderse frente al enemigo o de advertir de los peligros del quintacolumnismo sino su utilización como instrumento social, en áreas clave como la educación, la sanidad o la situación de la mujer. La historia de estos carteles, de los que la Fundación Pablo Iglesias cuenta con unos 2.000, tiene su enjundia. Muchos de ellos fueron incautados por el ejército de las casas del pueblo del PSOE tras la victoria franquista y, sorprendentemente, conservados en buenas condiciones. "El fascismo siempre tiende a querer dejar constancia de todo y de ahí su obsesión consignadora y archivera", explica el político.
EN LOS ARCHIVOS DEL KGB Otras de las piezas de la exposición siguieron un periplo aún más intrincado. Acompañaron a los exiliados a Francia, donde el material cayó en poder de los nazis para ser trasladado posteriormente al Berlín del Tercer Reich. Tras la caída de la ciudad, el ejército soviético se llevó los carteles a Moscú. Fue el propio Alfonso Guerra quien en los años 70 convenció a los capos del KGB de que no tenía el menor sentido que dormitasen en los laberínticos archivos. "Logré recuperar un 75% del total. Seguro que el resto se encuentra en universidades americanas tras haber sido vendidos por los funcionarios corruptos de turno", revela. Para Guerra esta es una exposición necesaria. Y se remite a los encuentros que la fundación mantiene con los institutos, donde ha presentado documentales originales sobre el conflicto. "Los chicos creen que son documentales de Kosovo manipulados. No tienen una imagen clara de lo que ocurrió en nuestra guerra civil".
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