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Granados y Delgado
La Vanguardia - JORDI BALLÓ - 03/09/2004


EL CONSEJO DE guerra que condenó a los anarquistas ha sido declarado nulo por el Constitucional

El Tribunal Constitucional acaba de estimar el recurso del caso Granados y Delgado y declara nulo el consejo de guerra que los juzgó y condenó en 1963, y corrige la decisión de la Sala Militar del Tribunal Supremo que, en 1999, había denegado el recurso amparándose en la ya clásica “sólida estructura de legalidad del franquismo". Cito la manera como el jurista Josep Maria Loperena está contando este caso en algunas páginas de prensa digital, en las cuales resalta la decisiva importancia de esta decisión judical que crea jurisprudencia, según Loperena, a la revisión de los crímenes legales del franquismo. ¿Que quienes son Granados y Delgado? Pues dos anarquistas ejecutados en Madrid tras un breve juicio sumarísimo en agosto de 1963 acusados de haber puesto dos bombas en las dependencias de la antigua y siniestra dirección general de Seguridad. Un documental realizado treinta años después, o sea en 1993, por Lala Gomà y Xavier Montanyà, con un equipo de investigación formado también por Jordi Solé y Carles Serrat, desveló la historia de estas muertes desconocidas con una aportación fundamental: la confesión ante las cámaras de los dos anarquistas que habían puesto realmente las bombas, quienes, treinta años después, aceptaban hablar públicamente y denunciar así la falacia del juicio. El documental, Granados y Delgado, un crimen legal, había encontrado dificultades diversas para ser realizado en España y fue finalmente la cadena Arte la que puso los recursos necesarios y le dio así una dimensión y un eco internacional.

Estoy convencido de que la noticia de la decisión del Tribunal Constitucional habrá alegrado a mucha gente. A los familiares de Granados y Delgado, en primer lugar, porque pueden imaginar un resarcimiento público de sus figuras. A sus compañeros de militancia anarquista que ven en este caso un ejemplo de reconocimiento. A los ciudadanos que, como Loperena, ven en este caso una victoria histórica para que la justicia se extienda a las atrocidades del franquismo. Pero me gusta acordarme de los que hicieron el documental porque creo que es un caso bastante ejemplar de cómo una obra frágil y minoritaria puede hacer cambiar el rumbo de las cosas. Este trabajo de Gomà y Montanyà tuvo un doble efecto sobre los hechos. Uno, objetivo: era una demostración palpable, corroborada después ante la justicia, de que los implicados en los hechos reconocían publicamente su autoría y exculpaban a los ejecutados. Pero también fue un viaje subjetivo por parte de las familias que, al conocer el eco que tuvieron estos hechos, se sintieron animadas a proceder judicialmente en el caso.

Una última lección para nosotros: el eco de este documental en España fue una victoria de la prensa escrita, no de la televisión. Tras el pase en Arte, la prensa francesa y alemana dio una gran importancia a los hechos. En España TVE lo pasó, que ya fue importante, pero en la madrugada. Esta emisión imposible obligó a que la prensa tomara la responsabilidad de dar a esta obra, y a los hechos que relataba, su dimensión cívica. Entre muchas de las cosas publicadas en aquellos meses de hace diez años, recuerdo ahora a Cristina Savall en El Periódico, que abrió la noticia de los hechos con una crónica detallada que lanzó el debate; a Gregorio Morán en La Vanguardia, dando noticia de la doble marginación de estos anarquistas, en su tiempo y también ahora, y a Joan de Sagarra en una crónica en El País que contaba su experiencia, feliz y cabreada, de la visión de madrugada de este programa revelador.

Si la revisión judicial no se trunca y el optimismo de Loperena es cierto, cosa que me creo porque si algo ha demostrado en la vida es su pesimismo lúcido, estamos ante un momento histórico que no es una victoria de nadie, sino de una cadena de colaboraciones espontáneas para defender la verdad, aunque esta sea minoritaria, independiente, frágil y de madrugada.