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Cuatro héroes de la República. 66º ANIVERSARIO DE LA FUGA DEL FUERTE SAN CRISTÓBAL
noticiasdenavarra.com - Pamplona - 23/05/2004


Félix Álvarez, Agapito Galindo, Santiago Robledo y Moisés Alonso, homenajeados

ANA IBARRA - Pamplona 

La presencia de cuatro de los apenas doce supervivientes de aquella mítica fuga, Félix Álvarez, de León; el segoviano Agapito Galindo, Santiago Robledo de Valladolid; y el madrileño Moisés Alonso, llenó de emoción un homenaje dirigido a toda una generación a la que se le arrancó la vida, primero, y luego la voz, mediante la represión, la tortura y el silencio de más de 40 años de dictadura franquista y otros muchos de "olvido" democrático. Su lucha, su rebeldía, sus ideales siguen intactos a pesar de su avanzada edad, al igual que su memoria, ésa que trataron de enterrar. Algunos habían estado en Pamplona coincidiendo con en el 50º aniversario del evento aunque la mayoría volvía a reencontrarse después de muchos años.

Fueron 795 los presos que huyeron, 207 murieron en la persecución o fueron ejecutados, mientras que 585 tuvieron que volver al Fuerte y muchos morirían después. No todos, como ellos, han vivido para contarlo.

El madrileño Moisés Andueza, a sus 65 años, fue uno de los fugados más jóvenes ya que tenía 17 años cuando entró al Fuerte tras conocer las prisiones de Segovia y León, y después llegaría Gijón. En total, 7,5 años entre rejas. Tras la fuga permaneció tres días escondido por los montes antes de ser descubierto. Su travesía se topó con un río infranqueable, pese a todo tuvo suerte, y "por diez minutos salvé la vida". "No sabíamos nadar y no podíamos atravesar un río, pero al otro lado estaban los nacionales esperándonos. Entonces, acababan de hacer el relevo los nacionales, los militares a los requetés, y éso nos salvo, si no, nos cosen a tiros porque así nos lo dijo el sargento que llegó", relató. Hoy se ríe de aquella hazaña con vanidad. Andueza se define a sí mismo como una persona "idealista de corazón y no en una cartulina, los hechos son los que definen a las personas". Es por ello que denuncia los fastos que significan la última boda real, ya que "con ese dinero se podía haber solucionado muchas miserias". No concibe las injusticias o las vidas incongruentes de quienes "a pesar de que le está dándole palos el patrón, le lame el culo y además lleguen las elecciones y vote al que lo representa". Andueza, que tiene dos hijos y cuatro nietos, ha trabajado como taxista y ahora se jubila, dice, "con la herencia de los de arriba para los pobres porque llegan todos los golpes y achaques, estoy con mis bastones, una señora con alzheimer y en mi casa no viene nadie a ayudarme...".

Quizás porque le resulta difícil olvidar el menú a base de " mondas de patatas, lentejas y habas con sapos", el segoviano Agapito Galindo a sus 83 años, mantiene una delgadez rigurosa tan característica como su temperamento, su sentido del humor o su lucidez mental. Recuerda que el hambre, el frío y la suciedad mataron a más de uno. Pero él vino curtido; fue en Segovia donde padeció "torturas peores y me llegaron a arrancar la piel" En San Cristóbal permaneció 53 meses. Fue atrapado "por los falangistas del pueblo" por sindicalista, "algo que no había más remedio que ser para trabajar y ser honrado", aunque "comunista" se hizo en el Fuerte donde muchos hicieron carrera en política social y solidaridad.

Agapito se quedó ciego en las celdas subterráneas alumbradas por una raquítica bombilla aunque con el tiempo llegó a recuperar la vista. "No podíamos salir al patio porque había que salir en fila y 3.000 tíos no cabían". Los domingos les obligaban ir a misa "y el cura iba con la pistola debajo de la sotana".

Tiene dos hijos y cuatro nietos, que conocen al detalle la fuga: "Salimos todos en cuanto abrieron las puertas, a mi hermano lo mataron en el campo fusilado, yo fuí devuelto a prisión cuando llegaron los refuerzos militares". Ha trabajado 50 años en "la resina" , pese a las dificultades que tuvo su condición de ex preso, y después de salir en libertad continuó su militancia en células clandestina para luchar contra el régimen. Siempre en la brecha..

Un día en la cárcel era un día en el infierno, tal y como lo describe el vallisoletano Santiago Robledo: "Tocaban dianas, luego te daban el desayuno que era agua y, los que no estaban castigados, salían al patio un par de horas; luego llegaba la comida que era un asco y no cabía en un bote de pimientos. Y no se podía protestar". Sufrió malos tratos, y fue apaleado hasta perder el conocimiento. Su estancia duró año y medio aunque ya fue privado de libertad en Valladolid (condena de 30 años) y pasaría más tarde por los penales de Astorga y Figuerido, en total siete años de prisión. Su pertenencia a las Juventudes Socialistas , su único delito. Cuenta que en su huida llegó hasta Orrio, pero sólo tres días saboreó la libertad hasta que lo detuvieron, "y tuve que suerte de que no me mataran". En julio cumplirá 88 años este ex empleado de Renfe que se ha dedicado a escribir para que "nadie olvide" aquella guerra.

También Félix Álvarez llegó de León en los mejores años de su vida. "No guardo ningún recuerdo bueno. Tenía 19 años cuando entré, dos años después de que me detuvieran. Estuve tres años y cinco meses y luego otros cuatro años en Marruecos".

La fuga fue una "obra maestra", reconoce, porque "pocos hombres, con las manos limpias, logran reducir a siete funcionarios del interior y 93 soldados de la guardia exterior del Fuerte, un oficial, tres sargentos, cinco cabos, dime si no es una operación magnífica, otra cosa es que al no haber ayuda del exterior fracasó". Félix sobrevivió diez días en el monte sin comer "nada" y "agazapado", fue detenido cerca de la frontera de Francia, en Odieta, "fue una pena, porque si sé que estaba tan cerca no me cogen, a gatas aunque sea paso".