El negocio de la pornografía
nazi
periodistadigital.com - Thor Kunkel - febrero 2004
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Thor Kunkel, el autor del reportaje.
EN 1941 hedonistas
de las clases altas del nazismo se dedicaron a rodar filmes
de porno duro para consumo privado. Pese a su cruzada contra
el arte degenerado, el régimen las usó para comprar petróleo
extranjero. Thor Kunkel, el autor de este reportaje, investigó
el tema durante dos años.
No están en la colección del Bundesfilmarchiv,
el Archivo Cinematográfico Federal de Alemania, y ni siquiera
sus títulos constan en él.En Alemania no se ha escrito hasta
ahora una sola línea de ellas.Y, sin embargo, las «películas
de Sachsenwald», como se conocen los filmes pornográficos
producidos en la Alemania nazi en alusión al lugar donde fueron
rodados, no son una invención.
De hecho, y esto es aún menos conocido, tales películas pudieron
ser objeto de una serie de intercambios entre 1941 y 1943
para paliar la escasez de materias primas. Películas porno
alemanas a cambio de hierro sueco y petróleo tunecino.
La primera vez que oí hablar de las películas de Sachsenwald
fue por casualidad, a mediados de la década de 1990. Un amigo
estaba enfrascado en la contemplación de un antiquísimo ejemplar
de la revista Playboy cuando dio con un artículo bastante
interesante: La historia del sexo en el cine, de Arthur Knight
y Hollis Alpert.
En él se decía: «El más peculiar de los negocios de cinematografía
pornográfica fue el que emprendió el tercer Reich. De 1936
a 1939, los nazis rodaron en Hamburgo las llamadas "películas
de Sachsenwald". Se trataba de un porno blando [el posterior
visionado del material permite afirmar que blando no es la
palabra más adecuada] destinado a Suecia, donde se cambió
por el hierro utilizado en la construcción del tejado de la
sala de congresos de Nuremberg».
Las primeras investigaciones no dieron
resultados. Los buscadores de Internet no recogían nada. Los
neonazis no parecían saber nada, algo increíble considerando
que los artículos más insignificantes de la época son objeto
de culto. Tampoco se podía encontrar información en los organismos
oficiales.Ronny Loewy, del Fritz-Bauer-Institut, dudaba abiertamente
de la existencia de las películas.
Ni siquiera una autoridad en la materia, como Helmut Regel,
del Bundesfilmarchiv, había oído hablar nunca de las películas
de Sachsenwald: «¿Se refiere a tomas de penetraciones?», se
preguntaba sacudiendo la cabeza. «Hubo películas algo subidas
de tono, como Die Nacht der Amazonen, una obra de desnudos.
Pero, ¿películas verdaderamente pornográficas? Eso no habría
encajado con el puritanismo de los nazis».
A pesar de las numerosas entrevistas con cámaras jubilados de
los estudios Riefenstahl y antiguas actrices de la Ufa, no averiguaba
nada nuevo. Yo mismo empezaba a albergar serias dudas sobre
su existencia.
No me puse sobre la pista correcta hasta que di con un documental
de Alexander Kluge que mostraba breves secuencias de las películas
de Sachsenwald. El maestro de la ficción documental alemana
se alegró enormemente cuando lo abordé en una sala de montaje
del Arri, en Múnich, y me proporcionó la dirección y el teléfono
de un coleccionista. Kluge no tenía ningún dato concreto sobre
los intercambios. Tres días después me encontraba en compañía
de Werner Nekes, rodeado de visores y proyectores.
«Empezaré con Frühlingserwachen.»
Mientras introducía la película, Nekes me habló de los vendedores
de las películas de Sachsenwald.
Al parecer, un diplomático y miembro de la nobleza de un país
báltico había conducido las negociaciones con los propietarios
de las minas suecas. También en Suecia se habían desatado
los rumores sobre la pornografía nazi. Tras la valoración
del crítico cinematográfico Gösta Werner, las películas empezaron
a copiarse en la embajada alemana de Estocolmo. Sin embargo,
no existía nada que pudiera probar estos hechos.
Mientras veía las películas supe que debía escribir una novela.Dediqué
un año y medio a seguir las huellas de tres películas -Der
Fallersteller (Cazador con trampas), Frühlings Erwachen (El
despertar de la primavera) y Waldeslust (El bosque del placer)-
por Sfax, Túnez, Roma, Copenhague, Kiruna, Malmberget, Wiesbaden
y Boston. Entrevisté a un total de 57 personas. Gracias a
la mediación de un fotógrafo de Hamburgo llegué incluso a
localizar a la última de las protagonistas que quedaba con
vida en una residencia de ancianos.
«Creía que todo eso había caído en el olvido hace mucho tiempo»,
me dijo. «Me pagaron 220 marcos; en aquella época era mucho
dinero».Se avergonzaba de su «pecado de juventud», como lo
llamaba.
En resumen, la investigación aportó los siguientes
datos:
-Las películas de Sachsenwald
se rodaron en 1941. Alexander Kluge ha confirmado la autenticidad
de las copias en blanco y negro que aún se conservan.
-Según la declaración de
la actriz erótica H. S., cuyo nombre no mencionaremos para
respetar sus deseos, las películas Der Fallersteller y Frühlings
Erwachen se rodaron en Sachsenwald, en las inmediaciones de
Aumühle, y es probable que la película en color Waldeslust
se rodara en un lago de los Alpes de la Alta Baviera. Los
actores eran miembros de la asociación naturista Bund für
Leibeszucht (Asociación para el Cultivo del Cuerpo).
-Según declaraciones de la
testigo, los productores no pertenecían a ninguna organización
militar, sino que eran civiles bien vestidos con «buenos modales
y una expresión muy cuidada».
-Las declaraciones de Fritz
Hippler, el antiguo intendente de cinematografía del Reich,
apuntan a un entorno extraoficial de la clase alta del nacionalsocialismo,
tal vez incluso a la Sociedad Hedonista Swing, que se reunía
en Berchtesgaden. Compuesta por miembros de la nobleza, artistas
famosos, deportistas y actores, durante los años de guerra
este grupo «vivía a lo grande en la Alta Baviera», en palabras
del ministro Goebbels.
-Aunque al menos una de las
películas de Sachsenwald se proyectó en un establecimiento
público de la empresa sueca Bolaget, en Kiruna, en 1942, no
se han hallado pruebas determinantes de que se produjera un
negocio de intercambio con la compañía minera LKAB, con sede
en Kiruna.
-Existe una pista inequívoca
que permite seguir las películas hasta el norte de Africa,
al Mineralölkommandos (comando petrolífero) del Afrika-Korps.
Las películas de Sachsenwald, igual que las postales de desnudos,
eran unos objetos de intercambio muy cotizados entre los beréberes.
Como explica un testigo presencial, es probable que no se
cambiaran «por alimentos, sino por concesiones».
-Dentro de la campaña de
erradicación del nazismo emprendida por los estadounidenses,
las películas de Sachsenwald también acabaron en la lista
de obras prohibidas del Gobierno militar.Esto explicaría por
qué se conserva un número tan reducido de copias.
Ningún ser vivo puede separarse
de la Historia, de sus orígenes.¿De qué se me acusa, pues?
¿De haber intentado reproducir un periodo de nuestra Historia
demonizado por todo el mundo? ¿De haber representado el Tercer
Reich desde el aspecto de la seducción y la ceguera? ¿Del
nihilismo de los nazis?
THOR KUNKEL es escritor
alemán. Su última novela, «Endstufe» (Fase final), basada
en las películas de Sachsenwald, debería haber sido publicada
a principios de año por la editorial Rowolth, pero en el último
momento la obra no vio la luz por «diferencias estéticas y
de contenido» entre el autor y los editores. Tras una intensa
polémica, «Endstufe» saldrá en abril.
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