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"Ya sé dónde descansa mi abuelo"
Diario de Cádiz - 31/07/2005

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mausoleo. Los nombres de 17 fusilados figuran desde ayer en el cementerio de Benamahoma. Ramón Aguilar


Benamahoma. El repique de las campanas durante toda la mañana recordaba a los huertanos que ayer era un día de luto. El enterramiento en Benamahoma de los restos de los fusilados durante la Guerra Civil, encontrados meses atrás en tres fosas comunes en el cementerio de El Bosque, se llevó a cabo siguiendo la tradición de los pueblos del sur. De este modo, tras la llegada la tarde del viernes de los restos al ayuntamiento de la localidad, los familiares velaron a sus antepasados durante toda la noche. El salón de plenos se convirtió en un velatorio improvisado lleno de fotos, velas y flores.

A las 11 de la mañana de ayer comenzaba en Benamahoma el acto público de homenaje con un reconocimiento a las víctimas en el que estuvieron presentes el alcalde pedáneo, Joaquín Ramón Gómez Calvillo, junto con la alcaldesa de Grazalema, María José Lara, el coordinador del grupo de trabajo del comité provincial sobre la memoria histórica, Juan Carlos Perales, y los representantes del colectivo de familiares.

Ambos alcaldes coincidieron en destacar la labor de las administraciones que "han sabido dar la respuesta que los ciudadanos querían", además de hacer justicia social a la memoria de estas personas que "fueron matadas de forma indigna".

Las historias sobre las víctimas se multiplican desde que aquel enterrador de El Bosque desvelara un secreto que había ocultado durante tantos años. Lucía Román García encontró a su abuelo, Alonso Román Chacón, de 40 años. "Yo no llegué a conocerlo, pero si mi padre estuviera aquí estaría muy contento", explicaba entre lágrimas.

Hay una frase que la ha perseguido durante toda su vida, "esta noche han entrado cuatro pajarillos a beber". Le dijo el hombre que delató a los fugitivos que bajaron del monte a visitar a sus familias porque "aunque muchos vinieron de fuera también hubo delatores en el propio pueblo", lamentaba Lucía.

Ayer fue un día en el que ancianos y pequeños intercambiaron anécdotas y recuerdos, reviviendo así la tragedia. Son muchos los que aún desconocen donde fueron enterrados sus antepasados y los que aseguran que "hay más muertos fuera del cementerio que dentro", comenta un vecino.

María y Francisco perdieron a su padre, Francisco Menacho Román a la edad de 35 años, y abuelo, Francisco Menacho Villalobos, de 65 años. Cuentan que su padre los dejó muy pequeños, Francisco sólo tenía meses, y su madre les contaba lo ocurrido como un cuento. "Con tres niños tan pequeños dejaron a mi madre echa polvo hasta que crecimos y nos fuimos colocando", cuenta María.

La ceremonia de homenaje concluyó con la sepultura de los restos en el mausoleo construido para la ocasión en el cementerio por uno de los familiares de las víctimas. En él figuran los nombres de las 14 víctimas de la pedanía de Benamahoma y los tres de Grazalema. Pintado con la cal tan propia de la Sierra gaditana, está coronado por un ángel "vínculo perfecto para que ellos que han estado tanto tiempo en la humedad de la tierra busquen la divinidad del cielo", según el alcalde pedáneo.

Además, el acto institucional de ayer en recuerdo de las víctimas contó con un gran simbolismo. Desde el Ayuntamiento de Benamahoma se hizo entrega a los familiares de las víctimas de un ramo de 17 rosas rojas, que acompañó a las ataúdes hasta el mausoleo donde descansarán a partir de ahora los restos de los fusilados.

Durante unos momentos el silencio de los allí presentes dejaba paso al sonido de un violín que lloraba a los muertos. Los familiares se emocionan al leer el nombre de sus difuntos inscritos en el mausoleo. Sin embargo, parecen reconfortados, como si se hubieran quitado un gran peso.

En homenaje a los repartidores del correo

En el colegio público de Benamahoma se descubrió una placa en recuerdo de varios integrantes de la familia Salguero, cuya historia recoge uno de los capítulos más trágicos. El centro educativo se levanta sobre los terrenos que fueron usurpados a Manuel Salguero Lerena por el régimen franquista, durante un proceso en el que fusilaron a un hijo de 40 años y un nieto de tan sólo 15. Padre e hijo, Manuel Salguero Chacón y Manuel Salguero Mateos, conocidos por ser los encargados de repartir el correo en Benamahoma, fueron fusilados en el cementerio de El Bosque el 14 de agosto de 1936. En aquella época existía la ley de mayorazgo por la que las propiedades pasaban al hijo mayor, cuestión que les costó la vida, al ser ambos los primogénitos. Hoy en día sólo vive un hermano de aquel joven de quince años, Santiago (en la foto), y un sobrino, José Salguero./J.C.Panal