Haro y los cristofascistas; Deustchland liberales.
Abel Ortiz - 30/03/2005
Eduardo Haro Tecglen tiene que aguantar, a estas alturas, que una banda de energúmenos intelectualmente tarados y culturalmente impotentes le insulten impunemente revueltos en una jauría de obispos pederastas, periodistas terroristas, políticos cristofascistas y peleles neocons. Haro, que se defiende muy bien él solito, ha escrito miles de artículos y decenas de libros, ha dirigido periódicos importantes y revistas míticas. Sus escritos en Triunfo, sus columnas en El País y su colaboración en CNT, entre otras muchas cosas, han educado políticamente a generaciones enteras y nos han hecho impermeables a los cantos de sirena de la rancioderecha, a los argumentos ridículos del nacionalcatolicismo, a los gritos de rigor de los eternos inquisidores, a la abyección de los meapilas habituales de la prensa filonazi. Han encontrado un artículo del año 44, quinto año triunfal, publicado en Informaciones, y lo reproducen en todas partes como si hubieran descubierto el santo grial. Les sirve, creen ellos en su infamia, para llamarle fascista y estalinista a la vez en un hallazgo digno de los falangistas surrealistas e inspectores de alcantarillas. El artículo en cuestión es una faena de aliño con loas al señorito Jose Antonio y al caudillo comandantín con el tono típico de la época. Uno más entre los cientos de escritos de relleno en los que había que alabar al carnicero del Ferrol. Nadie está obligado a ser un heroe. Haro tampoco. Y en plena posguerra con fusilamientos a diario, pistoleros de camisa azul, curas de la cruzada y una represión asquerosamente sangrienta negarse a hacerle el caldo gordo al generalísimo paranoico era significarse y jugarse mucho más de lo que nadie está obligado a hacer. El padre de Haro, republicano moderado, fué condenado a muerte por dirigir un periódico Azañista. Otros, como Berlanga, a quien nadie en su sano juicio llamaría fascista, se vieron obligados a ir voluntarios a la división azul para hacer méritos ante los psicópatas en el poder y proteger a familiares y próximos que cometieron el grave error de elegir el bando perdedor. Vae victis. También, por el mismo precio, le acusan de defensor de Stalin. Quiza no saben, semicultos, que Churchill, supuesto adalid de la libertad, liberalote de pro, elogió al georgiano en repetidas ocasiones como hizo el mismísimo Rooesvelt, intachable personaje del santoral demócrata. Esperanza Aguirre además de casarse con un conde y de poseer un capital superior al que sumarían mil españolitos medios, es presidenta de la comunidad madrileña después de un golpe de estado y pertenece a la facción del PP que más habla de Paracuellos y que menos habla de Badajoz, Malaga, Guernika, los bombardeos de Barcelona, Alicante o Madrid, los campos de concentración de Castuera o Albatera, los ametrallamientos a la población civil que huía hacia la frontera francesa, el garrote vil que funcionó hasta los setenta, las torturas en la DGS, los negocios impresentables de las familias del regimen que duran hasta nuestros dias, de los pelotones de trabajo, del repugnante valle de los caidos. Que insulten a Haro sólo se explica por el odio. El odio a la verdad. El odio a que les reflejen lo que son y de donde vienen, el odio a quien les demuestra que deben lo que son y lo que tienen a un millón de muertos, a la humillación de medio pais, al expolio y la explotación de la clase obrera, a la sangre derramada por unos militares chalados y traidores, a las homilías alucinadas de religiosos que bendecían bombas, que después de utilizar la cruz y la espada beatifican criminales y lloran la muerte que ellos sembraron cuando la sintieron en su propia carne. Cristofascistas. Salud.
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