Artículos y Documentos

Carta de agradecimiento de un familiar de Santaella
Ana Rosa Mérida Palma - 19 de mayo de 2005


Queridos compañeros, mi nombre es Ana Rosa Mérida Palma y me gustaría que publicarais esta carta, en agradecimiento a vuestra labor y como homenaje a todos los que perdieron a alguien en la absurda guerra que dividió este pais.

Queridos Compañeros, si, con mayúscula, por que nos une la lucha contra el “Alzheimer" histórico más que político.

Hace unos días que al menos simbólicamente, hasta que las pruebas de ADN así lo confirmen, mi abuelo Francisco Palma, fusilado el día 22 de octubre de 1936 en la localidad de Santaella (Córdoba), yace ya junto con sus compañeros de horror en una fosa con la dignidad que se merece todo ser humano.

Habrá gente que se preguntará ¿Qué dignidad se le devuelve a quien lleva casi 70 años desaparecido, borrado de la faz de la Tierra, vivo solo en la memoria de unos familiares que poco a poco irán desapareciendo?...

Los que aun mantienen el valor de conservar la memoria de aquellas fechas creen recordar haberle visto muerto, tras una tapia, con un tiro en la cabeza…Un tiro en la cabeza, un hueco en su memoria para siempre muerta y por ende, amparados en la fuerza del miedo, aquellos a los que se les antojó que mi abuelo, entre otros muchos, no encajaban en su Historia, en sus planes de gloria, intentaron que ese tiro en la cabeza, ese hueco en la memoria se hiciera extensible a los que quedaron vivos, a los que, como mi abuela, ya fallecida, tenían que tragarse las lágrimas, la rabia, el dolor, por miedo, para proteger a sus hijos, para no sufrir escarnio público.

La dignidad que ahora se restaura a los que nunca la perdieron sino que se les negó durante décadas, es una herencia, la herencia que sintieron no dejar a sus familias, la riqueza que hubieran deseado legar, como las “leyes de la vida" indican, a sus hijos tras haberlos visto crecer, a sus nietos, tras haberles escuchado decir una y mil veces la palabra “abuelo". La dignidad de tener su lugar en el mundo, de sentir, donde quiera que estén, que cumplieron con su legado, que no faltaron a su compromiso de hacer que en este País, hoy yo Ana Rosa Mérida Palma, pueda escribir esta carta.

Un saludo y gracias por vuestra labor.