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'Biberones' de 85 años. Sarrià-Sant Gervasi rinde homenaje a 29 veteranos de la quinta de 1920, llamados a defender la República en 1938
Barcelona, El Periódico de Catalunya - 29/05/2005



Octogenarios La concejala de Sarrià-Sant Gervasi, Katy Carreras, saluda a dos excombatientes, ayer. Foto: DANNY CAMINAL


Recuerdan una guerra que les robó la juventud

ROSA MARI SANZ
BARCELONA

"División 60, brigada 96, batallón 380. Servicio de morteros". Josep Maria Lladó recuerda perfectamente dónde estaba hace ahora 68 años. Es uno de los supervivientes de la llamada quinta del biberón, un grupo de chavales de 17 y 18 años que fueron llamados a filas en 1938 y lucharon en los frentes del Ebro y del Segre contra las tropas franquistas. Ayer acudió, junto a otros 28 de estos muchachos hoy octogenarios, al homenaje que les rindió un año más el distrito de Sarrià-Sant Gervasi.
Todos conservan intacta la memoria. Pero a algunos les apetece recordar aquella época más que a otros. "Me molesta hablar de batallitas, y no porque me marcara, sino porque aquello pasó hace muchos años. Es sólo un episodio de la vida". Lo dice Lluís Lascorz, un juez de paz de Viladecans que tuvo el placer de casar a su nieta hace cinco años. Prefiere explicar que en los años 50, "cuando las moscas aún no sabían lo que era un insecticida", fue director de la fábrica Fogo. Que más tarde se dedicó a producir toneladas de jabones, de cloroformo, de anestesia... Y que sigue en activo, aunque planea jubilarse en el 2007. Tendrá, entonces, 87 años, ya que todos son de la quinta de 1920.
Pero Lascorz --la ocasión lo exige-- concede compartir alguno de sus duros recuerdos: "Estuvimos durante ocho días encerrados en un vagón de carga desde Miranda de Ebro hasta Vélez. Nos abrieron la puerta sólo tres veces para tirarnos provisiones". Tiene muchos más. De cuando estuvo en primera línea de fuego, o cuando permaneció prisionero en un pueblo de Córdoba, de los dos años que pasó en un campo de concentración o de cuando su madre, recién enviudada, viajó de Barcelona a Falset para verle y tuvo que dormir en unas cuevas.
A Lladó, economista, sí le gusta echar la vista atrás, aunque sólo sea en las reuniones que organiza la Agrupació Supervivents de la Lleva del Biberó 41, que preside Antoni Quintana, y en homenajes como el de ayer. Él es de los más jóvenes. Hasta octubre no le caen los 85. "Lo peor de todo era cuando estábamos en la trinchera y veíamos a algún compañero muerto o malherido. Eso es muy impresionante para un chaval de 17 años".
Lladó estuvo en el campo de concentración de Francesc Macià. Antes cayó herido. Y no precisamente en primera línea de fuego. Tuvo la fatalidad de enfermar de tifus y, mientras era evacuado, la ambulancia en la que viajaba sufrió un ataque, cuenta mientras enseña las marcas de metralla que le han quedado en los brazos.
Otro superviviente, Miquel Morera, aprovechó el homenaje para reivindicar que la batalla del Ebro, una de las acciones bélicas más sangrientas del pasado siglo, no quede en el olvido. "No tuvimos juventud. Nos la robaron. Lo podemos decir. De la noche a la mañana pasamos de críos a hombres para hacer lo que desgraciadamente tuvimos que hacer", cuenta este republicano confeso. "Es necesario explicarlo para que no vuelva a pasar. No hay que olvidar que a parte de los combates están los campos de concentración, las prisiones y los duros años de la posguerra", señala.

Movilizados por Franco
Y la continuación del conflicto. Tras la retirada de los republicanos, unos emprendieron el camino del exilio. Otros tuvieron que enfrentarse a consejos de guerra. Y hubo quien fue movilizado por el ejército de Franco, como Pere Sobrerroca, un constructor de Manresa. "A todos los catalanes de los campos de Burgos nos facturaron en un tren de mercancías hasta Algeciras. Cuando vimos Ceuta creíamos que no cruzaríamos el Estrecho, pero lo hicimos", rememora. Confiesa que ese trayecto de cinco días fue uno de los momentos que más miedo pasó. "Al bajar del tren nos gritaban: 'Ahí vienen los rojos'". Sobrerroca combatió tres años en África.
Aunque la emoción por los reencuentros entre viejos conocidos marcó el homenaje, hubo un momento para la nostalgia. Cuando Quintana recordó a algunos de estos combatientes que fallecieron el pasado año. "Pero hemos vivido unos años privilegiados y lo hemos de aceptar. Aunque no sé cómo han podido volar tan rápido", concluyó.