Artículos y Documentos

Fraga: ese gran demócrata
Belén Meneses - kaosenlared.net - 14/05/2005

http://www.esfazil.com/kaos/noticia.php?id_noticia=10237



¿Quién dijo que la intransigencia es incompatible con la democracia?

De todos los países que han sufrido periodos dictatoriales a lo largo de su historia, no recuerdo ninguno que pueda demostrar un gesto tan notorio de generosidad con los antiguos represores como el exhibido en España por la generación de la transición. La ley de Amnistía promulgada en 1977 con el consenso de la totalidad de las fuerzas políticas, absolvió a los verdugos de todos los crímenes perpetrados durante cuatro décadas y relegó a sus víctimas a la indiferencia y al olvido.

Pero la Historia es la que es y el hombre, en su infinita capacidad inventiva, no ha conseguido desarrollar un mecanismo capaz de suprimir acontecimientos del pasado. Sin embargo, siempre surgen personajes caprichosos capaces de desafiar las leyes del tiempo, reencarnados en historiadores que se aventuran a reinventar la Historia a su antojo o convertidos en grandes estadistas que sucumben a la tentación de tergiversar la memoria histórica a su conveniencia. Es este el caso del expresidente Aznar que, en un inusual arrebato de sinceridad, nos desvela en su último best seller como Manuel Fraga se vio forzado a convertirse en fascista en contra de su voluntad democrática: “(…) Adolfo Suárez empezó a organizar lo que sería Unión de Centro de Democrático. Articuló un discurso de centro dirigido a un electorado centrista. Fraga se vio obligado a escorarse a la derecha, y ahí, de ese malentendido, nace Alianza Popular. (…)". Debió ser muy duro para el espíritu liberal de Manuel Fraga renunciar a sus convicciones democráticas para ejercer como cómplice de detenciones, torturas y asesinatos. Tal vez, conmovidos por los sufrimientos de su alma atormentada, quienes emprendieron la labor de restablecer las libertades, lejos de impulsar un proceso judicial que hubiera enviado sus democráticos huesos a la cárcel, le reciclaron para la vida pública en nombre de la reconciliación nacional.

Pero por muy generosos que seamos los españoles a la hora de reinsertar represores, lo que nunca conseguiremos es poner puertas al campo ni evitar que la cabra tire al monte. A pesar del intento por maquillar su negro pasado franquista, el venerable anciano no ha podido nunca desprenderse de su carácter autoritario. Los coléricos arrebatos de cacique mal humorado, tan lamentables como frecuentes, forman parte de nuestra normalidad política desde que recuperamos el orden constitucional, arrebatado por sus compañeros ideológicos.

Es un misterio difícil de comprender porqué el pueblo gallego, en una convocatoria electoral tras otra, ha otorgado su confianza a este personaje autócrata, irrespetuoso, homófogo, machista y misógino hasta límites que rozan la obsesión personal, pero lo cierto es que las consecutivas victorias han llevado al demócrata de toda la vida a considerar Galicia como su feudo personal. Este sentimiento de posesión propio de gobernantes autoritarios, unido a los profundos deseos de renovación dentro de su partido, le ha llevado a ejecutar su amenaza de presentarse a una nueva reelección en los inmediatos comicios autonómicos. Incapaz de poner fecha de caducidad a su trayectoria política, no tiene reparos en arrastrar su decadencia por la vida pública, esperando que "el hecho biológico inevitable" le sorprenda perpetuado en el poder, como último tributo a su venerado caudillo.

Pero si el deterioro físico del último vestigio del franquismo evidencia que la intransigencia no lleva implícito el secreto de la eterna juventud, hay que reconocer que su insidiosa lengua viperina no ha sufrido el declive propio del paso de los años, y su verbo incontrolado sigue haciendo estragos, soltando sapos y culebras cada vez que los medios de comunicación hacen públicos esos sondeos tan poco fiables como una mujer.

Las insidiosas encuestas han sembrado la incertidumbre y han hecho aflorar los nervios en las filas del PP. Los populares, representados por el líder octogenario que lo mismo propone suspender la autonomía vasca, que niega el Holocausto judío o denigra a las mujeres, sustentan su campaña electoral en la desestabilización (no es una inocente casualidad que el PP haya patrocinado tres manifestaciones consecutivas contra iniciativas del Gobierno, la última incluso coincidiendo con la jornada de reflexión), el insulto zafio ("si no eres del PP, jódete, jódete") y el miedo (“si gobernara el PSOE vendría ETA entera a Galicia").

La campaña electoral gallega está siendo el escenario idóneo para que el presidente fundador del PP y sus fieles colaboradores desplieguen su mejor talante democrático. Todo vale para preservar a Galicia del “terror rojo" y de la amenaza omnipresente de Carod-Rovira. Hay que acabar con “determinadas leyes asquerosas", aunque para conseguirlo sea preciso robar los votos necesarios para derrotar al enemigo en las urnas.

Si el próximo domingo los gallegos optan por el cambio y propician la jubilación política del presidente de la Xunta, el viejo dragón quedará herido de muerte. Pero cuidado, aunque pierda la capacidad para arrojar fuego por la boca, es seguro que se revolverá con violencia arrasando en su agonía todo cuanto se encuentre al alcance de sus furiosos envites.