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Nuestros vencidos victoriosos
Belén Meneses [22.07.2005 18:33] - kaosenlared.net

http://www.esfazil.com/kaos/noticia.php?id_noticia=10894


No es de justicia que la Historia reconozca como vencedores a quienes se impusieron por las armas al legítimo Gobierno republicano. Vencedores son quienes han conseguido hacer valer sus principios por encima de persecuciones e intentos de exterminio.

La guerra origina la pérdida inútil de vidas humanas pero es ineficaz contra la determinación de las convicciones; extermina familias enteras pero no es válida para someter las conciencias; sacrifica inocencias pero no puede destruir voluntades.

Los españoles conocemos en toda su magnitud la barbarie de la guerra, pero también entendemos como nadie el valor indeleble de los ideales. El más claro ejemplo lo acredita nuestra Guerra Civil, donde el levantamiento del ejército golpista generó una lucha desigual entre los dos bandos en que quedó dividido el país. De un lado la maquinaria militar, la disciplina castrense, la potencia destructiva de las armas. Del otro la fuerza de la razón como estímulo y el idealismo como bandera.

Como heredera de los principios y valores que defendieron mis antepasados, considero una injusticia (otra más) referirnos a quienes lucharon en el bando republicano con el apelativo de los vencidos, porque si bien es cierto que el bando republicano fue físicamente derrotado por los traidores y es verdad que sus cuerpos fueron castigados, encarcelados y liquidados, no es menos cierto que quienes impusieron por la fuerza la violencia y el terror no fueron capaces de extirpar la semilla de la libertad y la justicia social sembrada durante los años de vigencia de la República, que hoy constituyen la índole de nuestro sistema de libertades y la esencia de nuestra identidad democrática. No ganaron la guerra, pero los principios por los que perdieron su libertad y su vida sobrevivieron a las consignas totalitarias del fascismo criminal, a pesar de los infaustos intentos de eliminar cualquier rastro que pudiera recordar los ideales promulgados por la República.

Una vez acabada la confrontación entre españoles, los derrotados del bando republicano quedaron a merced de los vencedores, que instauraron la represión como política de Estado en lugar de fundamentar la paz en una reconciliación, que paradójicamente, serían los propios vencidos quienes la harían posible cuarenta años después, a expensas de renunciar a la verdad y la justicia.

Dirigentes políticos, militantes de organizaciones de izquierda, maestros, intelectuales, escritores, científicos y ciudadanos anónimos cuyo único delito consistió en mantenerse leales al Gobierno constitucional vigente, fueron objeto de la depuración política iniciada por la sanguinaria maquinaria franquista una vez “desarmado y cautivo el ejército rojo". La injusta victoria no fue suficiente para las ansias vengadoras de los vencedores. Había que exterminar al enemigo. Aniquilar a los supervivientes de la contienda fraticida. Implantar el miedo en familiares y amigos de las víctimas. Arrancar de raíz todo vestigio de germen republicano que pudiera poner en peligro el naciente régimen del terror. Con la paz de Franco comenzó una caza de brujas sin precedentes en nuestra historia, especialmente virulenta en los primeros años, pero que se prolongó hasta los últimos días del régimen opresor. Sin embargo, ni los largos años de encierro, ni las detenciones arbitrarias, ni las indignas humillaciones, ni las torturas indiscriminadas, ni las implacables persecuciones, ni los fusilamientos en masa, ni tampoco los oscuros años de miedo, silencio y represión fueron suficientes para extinguir la llama de la libertad, custodiada desde el exilio o la clandestinidad por quienes habían combatido contra los golpistas.

En la actualidad, la mayoría de los valedores de la causa republicana ya no están entre nosotros o su edad es muy avanzada para liderar la lucha por la recuperación de la memoria histórica. Somos sus descendientes, herederos de su legado ideológico y depositarios de los principios que defendieron incluso con sus vidas, quienes debemos asumir la responsabilidad de preservar su memoria, sus vivencias y su dignidad. Tenemos de nuestro lado la convicción de la razón y la certeza de estar defendiendo una causa justa. Nuestras armas son el recuerdo y la palabra. Combatimos la amnesia colectiva y el silencio institucional de más de seis décadas. Perseguimos la reparación social, económica y moral de las víctimas de la barbarie franquista. Exigimos la localización de los cuerpos diseminados en fosas comunes por la geografía española y su identificación siempre que sea posible. Reivindicamos el derecho a pasear por nuestras calles y plazas sin toparnos con los rostros asesinos esculpidos en bronce y los nombres de los verdugos de nuestros antepasados.  Nos oponemos a esa prole emergente de seudo historiadores que manipulan y divulgan versiones sesgadas de los acontecimientos previos a la Guerra Civil, justifican el alzamiento de los golpistas y minimizan la represión y las consecuencias de la dictadura. Denunciamos el indecente intento de los herederos del régimen dictatorial de equiparar a los muertos de ambos bandos. Pero ante todo luchamos para que futuras generaciones tengan la oportunidad, que a nosotros nos fue negada, de conocer la verdad de su pasado colectivo a través de los libros de texto. Deseamos que conozcan los capítulos silenciados de nuestra Historia que han sido sepultados bajo toneladas de mutismo vergonzante. Que sepan quienes se levantaron en armas contra el Gobierno surgido de la voluntad popular y quienes defendieron los valores de la democracia sobre los que hoy se asienta nuestro Estado de derecho. Es nuestra obligación procurarles la verdad y es su derecho conocerla. Se lo debemos a nuestros vencidos para arrebatar a la Historia su justa victoria.