Artículos y Documentos

Lo que Dante no pudo imaginar
El Día de Córdoba - 09 de mayo de 2005

http://www.eldiadecordoba.com/eldiadecordoba/articulo.asp?idart=1267843&idcat=1307


ASÍ se llaman las memorias de Amadeo Sinca Vendrell en Mauthausen. Más de 9000 españoles muertos. Más de 9000 familias amputadas. Más de 9000 olvidos. El ejemplar que guardo en casa me lo regaló mi abuelo Antonio "El Carbonero". El libro termina con una addenda, ordenada alfabéticamente, con sus nombres y apellidos, lugar, fecha de nacimiento y día de su muerte. En la letra "M", al final, mi abuelo añadió con su puño y letra: "Molina Valderrábano, Antonio; 1910; Almodóvar del Río (Córdoba); 28-12-1941". En Mauthausen todos los días fueron 28 de diciembre.

11.000 refugiados españoles dieron con sus huesos en ese infierno. Dante imaginó un infierno para humanos, no para bestias. Los trataron como a bestias. Peor. Al menos las bestias sienten. Los trataron como a bestias muertas antes de matarlos. Como a carne simple. Les juro que estoy llorando en este momento. Impotente. Débil. Inútil. Aunque eran españoles, no luchaban por la España que los desterró. Murieron por la libertad en la que creyeron utópicos. Su única bandera. Sacrificaron su único patrimonio, la vida y la libertad, por la vida y la libertad de otros. La tuya y la mía. Esta semana se cumplieron 60 años de su liberación. Sobrevivieron 1.300. Llegaron a Toulouse como hombres libres, a través de Suiza y Lyon. Cuenta Amadeo Sinca que los franceses recibieron a sus compatriotas con los brazos y el corazón abiertos. Y añade: "nosotros, los españoles, siempre solidarios en nuestros dolores, al volver a Francia, sufrimos la primera decepción…, faltaba para completar nuestra alegría una representación española… Nadie…Nadie".

Para mí, peor que el infierno de los muertos en Mauthausen, fue el infierno que los vivos sufrieron después. Y de este último infierno somos culpables los hijos de la democracia. Porque los nazis obraron coherentemente con su lógica inhumana, pero nosotros hemos sido unos hipócritas tratando a los vivos como a muertos y a los muertos como a despojos. Como si sus historias no nos pertenecieran. Temo más a la amnesia colectiva que al terror, porque la ausencia duele más que las heridas de guerra. Ausencia proviene del latín ab sentire y significa no sentir. Ellos se sintieron olvidados y nosotros no lo hemos sentido. No son fantasmas. Ni víctimas. Son héroes. Tan normales, tan humildes, que se nos derraman de la vida como el agua de las manos. O para nuestra deshonra, se les entierra dos veces en el anonimato.

Dante tampoco pudo imaginar lo que ocurrió la semana pasada con la fosa común de Santaella. ¿Por qué se los ha vuelto a tragar la tierra como si jamás la hubieron pisado? Como los jueces que ordenaron taparlos y los políticos que lo consintieron, esos cadáveres también nacieron vivos, jugaron cuando niños, amaron adolescentes y murieron a su pesar. Y sus amigos y familiares tienen derecho a llorar frente a una lápida decente con sus nombres y apellidos. No quiero creer que la culpa de este atropello a la moral la tenga el dinero o el derecho. Si fue el dinero, no entiendo como se lo pueden gastar en portadas de feria antes que en hacer justicia. Si fue el derecho, me avergüenzo de ser jurista.