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UNA LÁGRIMA ENVENENADA. PIEDAD PELIGROSA
JUAN MIGUEL DE MORA - Septiembre 2005


"La piedad peligrosa" es uno de los títulos que, en español y en francés, se ha dado a una novela de Stefan Zweig  cuyo título original es "Ungeduld des  Herzens", ("Impaciencia del corazón") escrita en 1938.

¿Puede la piedad ser peligrosa?  Zweig  trata de  un caso en el que  los buenos sentimientos  son interpretados torcidamente, lo que da lugar a una trágedia.Pero hay otros casos,  más graves porque pueden afectar  a muchos seres humanos y, publicada en 1938, queda la duda de si Stefan Zwieg no pretendió decir  algo más  entre líneas. Porque en 1938 Hitler estaba ya en el poder en Alemania y  había comenzado la eliminación de  minusválidos, la persecución a los judíos (Zweig lo era) y los campos de concentración en los que se pudrían los alemanes que dirigieron o apoyaron la república de Weimar y la libertad.

Hoy se presenta en México un filme sobre Adolfo Hitler, "La caída", que trata  de los últimos días de Hitler en el bunker  cuando ya el Ejército Soviético  combatía en Berlín.  No he visto esa película, y es importante hacerlo constar, pero he leído comentarios sobre ella. Se dice que presenta a Hitler como un ser humano. Lo era puesto que nació de la especie humana, era como nosotros: un mamífero de los primates más evolucionados. Como usted, como yo. Los horrores de los que fue causante no le quitan su calidad de hombre, como hombres -o mujeres- fueron Calígula, Nerón,  Drakul, la condesa Báthory, Giles de Rais y otros  seres  humanos  capaces de los peores crímenes, las más horrendas torturas y los más monstruosos asesinatos. La humanidad ha pagado ya durante milenios la ingenuidad de  llamar "inhumano" a quien ignora la piedad y la compasión.

He leído en uno de los artículos sobre "La Caída" que hay una escena en la que a Adolfo Hitler se le escapa una lágrima, una gota de secrección acuosa, incolora, de la glándula lagrimal. Una lágrima es llorar, llora quien se emociona, llora quien siente  una tristeza profunda. Sabiendo eso no necesito haber visto la película para entender las consecuencias de esa lágrima. Aquí la piedad peligrosa será la de aquellos espectadores que se conmuevan al ver la lágrima de quien  se soñaba amo del mundo, cuando ya sin esperanzas está sitiado, perdido y a punto de suicidarse.

Esa lágrima hará olvidar a espectadores inocentes los torrentes de lágrimas que por culpa de Hitler, y ante la muerte, brotaron de los ojos de gitanos, polacos, rusos, ucranianos, judíos, franceses, holandeses, griegos, españoles, italianos y muchos más. Olvidarán los campos de exterminio, los niños de pecho estrellados, delante de sus madres, contra los muros de Tremblinka, de Auschwitz, de Dachau, los  vecinos de  pueblos europeos fusilados como rehenes, los  ancianos, mujeres y niños asesinados  en Bielorusia por destacamentos especializados en exterminio porque Hitler  planeaba  repoblar ese territorio con alemanes. Hará olvidar a los hombres, mujeres y niños de  Oradour sur Glane, Francia, donde el 10 de junio de 1944, fueron ametrallados todos los hombres y las mujeres, los niños, todos los alumnos de primaria que acababan de salir de la escuela y sus maestros fueron encerrados en la iglesia, donde  los SS colocaron una bomba antes de cerrar cuidadosamente las puertas.La bomba hizo explosión, la iglesia se incendió y desde fuera disparaban a los que intentaban salir. Todos fueron quemados vivos por orden de un general de las SS. También Lídice, en lo que fue Checoslovaquia, tuvo la misma suerte y en su memoria  el nombre completo de nuestro San Jerónimo es San Jerónimo Lídice.

Esa lágrima que un actor hace brotar de los ojos de Hitler puede ser causa de  que el público ignorante de lo que fue el nazismo sienta piedad por ese hombre sitiado y derrotado.De esa piedad, muy peligrosa,  se nutre el neonazismo que ya  brota en algunas partes del planeta.  

Esa es una lágrima envenenada.