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La confesión del cónsul de Barcelona. Hans Kroll, representante del III Reich en Catalunya, reveló en Nuremberg los entresijos de las relaciones entre Franco y Hitler
EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 20/07/2005 - La Vanguardia


AL ACABAR LA GUERRA las autoridades españolas, "con un nivel de corrupción sin parangón", intentaron apoderarse de los bienes nazis

El jueves 13 de junio de 1946, Edgar Hoover, el director de la Oficina Federal de Investigación (FBI), recibió en su despacho de Washington un documento de diez páginas dirigido exclusivamente a su atención personal. Se trataba de un informe sobre Las relaciones entre la España de Franco y la Alemania nazi, elaborado a partir de las declaraciones del cónsul general alemán en Barcelona, Hans Kroll (cuyo despacho estaba en plaza Catalunya, 21), quien acababa de ser interrogado nada menos que por el fiscal general adjunto de EE. UU. en los procesos de Nuremberg. El fiscal, Robert Kempner, consideraba que los datos desvelados por Kroll contenían "pistas conectadas con la seguridad del hemisferio occidental" y así se lo subrayó al director del FBI.

Hans Kroll declaró voluntariamente y juró que explicaba todo lo que sabía. También dijo que Von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores alemán, le había mantenido apartado de la información más confidencial. Sin embargo, pese a esa circunstancia, Kroll supo explicar a Kempner la operación Félix, es decir, los planes de Hitler y Franco para invadir Gibraltar; o la operación Gisela, destinada a repeler un hipotético desembarco aliado en Portugal y el norte de España. Una lista de nombres alemanes que debían saber dónde se ocultaba el dinero nazi en España fue otra de las revelaciones del ex cónsul de Barcelona.

Tal como evidencia el informe enviado a Hoover, Kroll repasó la historia de las relaciones hispano-alemanas desde la Guerra Civil, desvelando que la actitud de Hitler hacia la contienda española estuvo determinada por varias consideraciones. "Hitler dio la bienvenida a la guerra, ya que vio en ella una oportunidad para crear un conf licto en el Mediterráneo entre Italia e Inglaterra-Francia, a cuya sombra pretendía llevar a cabo sus ambiciones para Europa Oriental. Por lo tanto, estaba interesado en que la guerra no acabara demasiado pronto y que los italia-nos ocuparan las islas Baleares con el fin de impedir una conciliación entre ellos y las potencias occidentales. Hitler deseaba dar a su recién creada fuerza aérea y a otras unidades técnicas una oportunidad de entrenamiento en condiciones de guerra", reveló el diplomático alemán. Sin embargo, el Führer "no pensó demasiado en la potencia militar y en el sistema político de la España de Franco, al que consideraba bastante reaccionario y, por lo tanto, predispuesto al fracaso. Por Franco, personalmente, no sentía ni simpatía ni respeto", afirmó.

Pero, según el relato de Kroll transmitido a Washington, al inicio de la Segunda Guerra Mundial las negociaciones del ministro Serrano Súñer pusieron los cimientos para la entrada de España en la guerra y para la cooperación nazi-española de la conquista de Gibraltar mediante la operación Félix. Las condiciones eran: España recibía el Marruecos francés y Orán, y Alemania recibía Fernando Poo y una de las islas Canarias como base para los submarinos alemanes. Sin embargo, en la reunión personal entre Hitler y Franco en Hendaya no se pudo lograr un acuerdo definitivo, ya que ambos hombres dudaban de comprometerse con las condiciones mencionadas. Hitler temía que se pudieran filtrar sus concesiones a España y que las posesiones francesas del norte de África se levantaran abiertamente. Por lo tanto, en Hendaya retrocedió a una posición más precavida y propuso, para sorpresa de Súñer, una fórmula bastante vaga que hacía concesiones a España dependiendo de la posibilidad de compensación a los franceses con parte de las posesiones británicas en África, "una fórmula que no logró satisfacer a un suspicaz Caudillo". No obstante, se fijaron los términos de la operación Félix y los preparativos empezaron de inmediato. Se enviaron oficiales alemanes a España en misión, inspeccionaron los terrenos cerca de Gibraltar y diseñaron, en cooperación con el Alto Estado Mayor, los planes para el ataque, cuya fecha se fijó el 13 de febrero de 1941. El Estado Mayor alemán estaba convencido de que la operación sería ejecutada con éxito en unos cuantos días.

No está claro por qué se canceló la operación, dijo Kroll. "La versión más extendida dice que Franco se echó atrás en el último momento de su responsabilidad, y que Hitler no se atrevió a llevar a cabo el plan contra la resistencia del Caudillo, temiendo no tanto al ejército español sino a una guerra de guerrillas en la que los españoles siempre han destacado por tradición".

En 1943 Hitler estaba angustiado ante una invasión aliada por España y Portugal. Entonces ordenó al Estado Mayor alemán prepararse para afrontar esta eventualidad. Éste fue el origen de la operación Gisela. "Se creó sobre la suposición de un doble aterrizaje aliado en Portugal y la parte norte de España y pretendía la creación de un frente defensivo en los Pirineos. Pero pronto se dieron cuenta de que, por razones tácticas, era indispensable la ocupación de una extensión del territorio español al otro lado de la frontera, que llegara hasta Zaragoza. La región fue secretamente explorada por agentes alemanes; se hicieron los planes para la operación, se reunieron las fuerzas necesarias y se mantuvieron en reserva para ser puestas en marcha cuando los aliados aterrizaran. Oficialmente no se informó a los españoles de esta operación; pero no tengo la más mínima dudapreparó en cooperación con hombres fiables, como Muñoz Grandes".

Sobre el tesoro de que se nazi en España, el fiscal dedujo que "los españoles han comunicado a los aliados cifras equivocadas" y ofreció una lista de personas a las que interrogar sobre el asunto. Según Kroll, "la política de doble engaño de Franco se mantuvo incluso después de la guerra, por ejemplo, en la cuestión de los bienes alemanes y con el problema de la repatriación". Con pocas excepciones, la gran mayoría de los más vehementes nazis podía permanecer en España con el consentimiento tácito de las autoridades. En cuanto a las propiedades alemanas en territorio español, "las autoridades estaban intentando con todas sus fuerzas asegurar las mejores piezas del pastel para España, con un nivel de corrupción sin parangón. Es bastante significativo -escribió Kempner- que los responsables de las empresas alemanas más poderosas y, particularmente, aquéllas con un historial nazi brillante, han permanecido, sin una sola excepción, en España a pesar de que figuraban en las listas de repatriación. Muchos de ellos han obtenido, mientras tanto, la ciudadanía española, brasileña o pasaportes de otros países de Sudamérica. Franco continúa con su doble juego".

Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo
Edición: Iñaki Ellakuría
Documentación: C. Salmurri, F. Martínez
Mañana: "La lista del comandante Lenz" / 12