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"Sólo se puede negociar con Franco" Durante las conversaciones para lograr las bases, Washington tenía informes precisos de la realidad interna de España
EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 27/07/2005 - La Vanguardia

http://www.lavanguardia.es/web/20050727/51189897884.html


EL PLAN INICIAL DE Estados Unidos contemplaba bases en Madrid, Barcelona, Sevilla, Zaragoza y Albacete, y otra en el área de Cádiz

Cuando el 26 de septiembre de 1953 España y EE. UU. firmaron los tres históricos convenios de Ayuda para la Mutua de Defensa, Defensivo y de Ayuda Económica, la Administración norteamericana reconocía en secreto que los suscribía porque "el general Franco es la única fuerza en España con la que se puede negociar de forma práctica", y también debido a que "en la actualidad España sólo está preparada para aceptar un acuerdo limitado, y esto sólo lo haría con nosotros". Para EE. UU., ya bajo la presidencia republicana del general Eisenhower, el arreglo con Franco se presentaba internamente como un mal menor o una contrariedad necesaria, pues en la primera nación del mundo eran plenamente conocedores de la realidad de España bajo la dictadura de Franco y su régimen.

Aunque las dos citas textuales que inician este reportaje forman parte de la exposición ultrasecreta realizada por el director de la Oficina de Asuntos de Europa Occidental en la Universidad de Guerra del Ejército Norteamericano en mayo de 1952, de hecho los documentos desclasificados de aquel tiempo desprenden la misma idea.

Por ejemplo, en la información de seguridad (top secret) para el Departamento de Estado de 11 de febrero de 1953 - hacia el final de la negociación- se designan como Objetivos de Estados Unidos en España el desarrollo "con urgencia de la potencialidad militar de la posición geográfica estratégica de España para la defensa de la zona de la OTAN; la ayuda a la mejora de las relaciones de España con otros países de Europa occidental; y, si fuera políticamente posible, obtener una pronta participación de España en la OTAN". Sin embargo, en el mismo documento se explica que "España, nominalmente una monarquía, es un Estado autoritario" y que "el general Franco, que ha sido jefe del Estado desde el 29 de septiembre de 1936, también es comandante en jefe de las fuerzas armadas, presidente del Gobierno y jefe del partido Falange", que "es el único partido político legal". Más adelante analiza las instituciones: "Las Cortes, o el parlamento español, compuesto por alrededor de 475 miembros, es un cuerpo de aprobación con carácter oficial predominantemente bajo control del jefe del Estado. En la práctica, ha habido muy poca liberalización de los controles de expresión y de prensa en los últimos tres años. Los medios de expresión pública están efectivamente controlados por el gobierno". Y con la frialdad de un informe, sigue: "Dado que bajo el régimen de Franco no existen los criterios para determinar el alcance de la opinión pública, como las elecciones libres, libertad de reunión o una prensa libre, es difícil juzgar las tendencias políticas del pueblo español. Falange carece de un programa dinámico y aparentemente retiene a sus miembros principalmente debido a que cuenta con el monopolio de la actividad política...".

En definitiva, en el Departamento de Estado pensaban que "la posición del gobierno del general Franco es probablemente más fuerte ahora de lo que lo que lo ha sido anteriormente desde 1940, aunque el Régimen debe permanecer alerta a la oposición, tanto interna como externa", y que "si bien las relaciones de España con sus vecinos de Euro-pa occidental han mejorado, el sentimiento popular en algunos de estos países sigue siendo tan hostil que para sus gobiernos sería potencialmente difícil en este momento aceptar a España en la OTAN". Lo cierto es que todavía faltaban 33 años para que España pasara a formar parte oficialmente de la organización atlántica.

Con EE. UU. consciente de las limitaciones políticas españolas, de la inviabilidad objetiva para la integración de España en la OTAN y de que la península Ibérica era literalmente imprescindible para la defensa de Occidente, a EE. UU. le quedaba la vía de los pactos bilaterales para instalar sus bases militares en España. Y así lo hizo, pero bajo premisas e intenciones que, obviamente, permanecieron secretas.

Los documentos desclasificados evidencian que el plan era que el montaje de bases en España "no desbaratara todo lo logrado hasta la fecha con los países de la OTAN". También prueban que "las autoridades militares británicas y francesas estaban de acuerdo" con el "primer e inmediato objetivo" - instalar bases en España- siempre y cuando "el flujo de apoyo militar y económico de EE. UU. hacia ellos no se vea disminuido por su desviación hacia España".

Claro que Washington también suponía que "el desarrollo del programa de bases en España, más la evolución de la fuerza de defensa europea para que incluya la participación de Alemania, creará una situación en la que podemos progresar hacia el fortalecimiento del ejército español para que forme parte de la defensa de Europa".

Mientras el mencionado progreso permanecía en el terreno de la especulación teórica, las pretensiones de la Casa Blanca respecde to a España estaban perfectamente definidas. Entre los principales requisitos militares - clasificados top secret- acordados por el Departamento de Estado y Defensa, y que sólo fueron explicados en términos generales al gobierno español, se contemplaba el logro de montar bases de la fuerza aérea "en Madrid, Barcelona, Sevilla, Zaragoza y Albacete (cerca de Valencia)", y otra en el área de Cádiz "avanzada de la Armada, capaz de dar soporte aéreo y marítimo a los portaviones, de ser plataforma para submarinos" y centro de reconocimiento de operaciones logísticas del ala aérea de la f lota. En las anteriores, querían desplegar "seis alas de bombarderos medios, un ala de reconocimiento estratégico, un ala de escolta de aviones, dos alas de lucha e intercepción y las correspondientes unidades de soporte". El despliegue permanente en tiempo de paz de la Fuerza Aérea y de la Armada era de 14.000 hombres, y "el despliegue previsto en tiempo de guerra para estos dos servicios, de 47.000".

"Estos objetivos requerirán tiempo, paciencia y un esfuerzo considerable para lograrlos. Una prueba de esto son las muchas dificultades a las que nos hemos enfrentado en los pasos dados hasta ahora", dijo Homer M. Byintong en mayo de 1952, en pleno camino hacia las bases. Desde entonces, en España permaneció una sensación de insatisfacción que sólo se diluyó con la firma del convenio de defensa bilateral de 1989, cuando finalmente EE. UU. y España se trataron de iguales. A raíz del acuerdo, los 72 aviones F-16 de la US Air Force se retiraron de Torrejón de Ardoz en mayo de 1992.

Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo
Edición: Iñaki Ellakuría
Documentación: C. Salmurri, F. Martínez
Mañana: "El desencuentro entre Franco y Eisenhower" / 19