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La odisea oculta de los protestantes. Un informe secreto, entregado por España a EE. UU. en 1960, calificaba de antipatriotas a los protestantes españoles
EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 29/07/2005 - La Vanguardia


EL RÉGIMEN consideraba que había libertad de culto y que "judíos y árabes" eran un ejemplo frente a los luteranos

A las o­nce y media de la mañana del miércoles 23 de marzo de 1960, el ministro de Asuntos Exteriores español, Fernando Castiella, compareció en la Casa Blanca ante Dwight D. Ike Eisenhower con un mensaje de Franco que pretendía ser tranquilizador: el problema de la libertad de culto para los protestantes en España, que tanto preocupaba al presidente, estaba en vías de solución. Pero sólo era una verdad a medias, por no decir que no era cierto, pues el régimen los consideraba unos españoles indeseables y el problema, artificial. Pero, con las bases militares en pleno funcionamiento y la aceptación por parte de EE. UU. de las peculiaridades del régimen franquista, el caso de los protestantes se había convertido en un irritante problema que distanciaba a dos países teóricamente amigos. Mientras la inmensa mayoría de los españoles permanecían en la ignorancia, la diplomacia de la dictadura echaba humo para limar asperezas, a su modo: una de cal y otra de arena. Aun así, Ike quedó satisfecho con las explicaciones de Franco, pero el problema permaneció en el tiempo y ni el católico presidente John F. Kennedy logró solucionarlo del todo.

Al gobierno español no le gustaba nada la actitud de los protestantes españoles, una minoría que, según el informe secreto que Madrid envió a Washington el 6 de abril de 1960, era poco patriota, en contraste con "judíos y árabes", que, decían, se portaban muy bien. Aquel informe, respuesta española a las inquietudes de Eisenhower, es un alarde de ambigüedad. Admite y niega el problema al mismo tiempo, afirma que los protestantes no son perseguidos en España para, un poco más adelante, anunciar que se tomaban algunas medidas para que dejaran de estarlo y, por supuesto, no anunciaba la solución definitiva del asunto. De aquel memorándum sólo se hicieron 10 copias y la número 3 está desclasificada.

"A la vista del interés del gobierno de Estados Unidos en el estatus práctico y legal de los no católicos en España, el Ministerio de Asuntos Exteriores ha estado trabajando seriamente para lograr una solución legal firme adecuada al problema de las minorías religiosas en España. Ni los judíos, ni los árabes, las únicas comunidades religiosas significativas no cristianas en España, se quejan acerca del tratamiento que se les otorga. No obstante, las medidas que el gobierno español propone adoptar se extenderán a toda las religiones", anunciaba el Ministerio de Asuntos Exteriores. Así pues, en España no debía haber un verdadero problema de libertad religiosa. Lo que parece que sucedía es que un grupo de protestantes, malos españoles, no paraban de molestar. "Es en el grupo protestante donde tiene lugar el problema de su supuesta persecución en España" y -escribieron-, "por encima de todo, es el que apela a potencias extranjeras y a la opinión pública internacional".

Pero para Franco había que diferenciar, pues no todos eran igual de díscolos: "Es necesario distinguir entre los protestantes españoles y extranjeros. Los protestantes extranjeros, bien turistas o bien residentes en España, no presentan grandes problemas. Los protestantes españoles, por otra parte, se sienten y actúan como elementos descontentos y extraños a la comunidad nacional, y siempre buscan la ayuda o protección extranjera. El dudoso espíritu de patriotismo y de ciudadanía mostrado por la mayoría de los protestantes españoles no es de origen reciente y explica el recelo con que han sido tratados por muchos de los españoles católicos".

"A pesar de esto -añadían- no ha habido, ni hay hoy, en España discriminación de jure ni mucho menos persecución de facto por razones religiosas", una frase que contrasta con la que sigue, en la que se llega a admitir el problema: "Al mismo tiempo, el descontento de la minoría protestante, más o menos justificado, que a veces complican las relaciones internacionales con otros países cristianos occidentales, no se puede ignorar".

El régimen calculaba que en 1960 en España había unos 30.000 cristianos no católicos, una cifra muy reducida que se explicaba por la falta de interés de los españoles en el culto luterano. "La estimación más optimista es que no hay más de 15.000 protestantes habitualmente residentes en España (más, aproximadamente, el mismo número de extranjeros), menos del 0,05% de la población. La falta de desarrollo del protestantismo en España no se debe a factores legales ni a una actitud persecutoria, sino que simplemente es que su doctrina no interesa a los españoles. Incluso durante el periodo republicano, de 1931 a 1936 o 1939, cuando todas las religiones, excepto la católica, disfrutaban de la más absoluta libertad, el proselitismo protestante no hizo avances apreciables".

"Por esta razón - alegaban- se llega a la conclusión de que el llamado problema protestante en España es artificial. Lo ha sido desde la guerra civil española y por encima de todo desde la Segunda Guerra Mundial, en la que se erigió una campaña de prensa, por política, sobre la situación de los protestantes en España. Es posible, no obstante, que en algunos casos concretos los funcionarios españoles, influenciados por la presión social de la opinión pública española, llevaran a cabo pasos que interfirieron con los intereses espirituales legítimos de la minoría protestante. En este sentido -reconocían- hay algunos huecos en nuestras ordenanzas que es necesario cerrar con el fin de encontrar soluciones efectivas, tanto legalmente como prácticas, con el fin de que los protestantes puedan organizar su vida espiritual de una forma estable y satisfactoria".

Como hemos señalado, los reveladores párrafos precedentes corresponden al informe secreto que España redactó para dar respuesta a las inquietudes que Einsenhower había transmitido a Franco durante su visita a España y que reflejábamos en nuestro anterior reportaje. La entrevista en Madrid entre ambos jefes de Estado se agrió con el asunto de los protestantes y al poco el ministro Castiella viajó a Washington para tranquilizar al presidente de EE.UU. El contenido del encuentro Ike-Castiella también fue a parar a una memoria secreta, que constituye la versión americana de la reunión. "Durante su visita al presidente en la Casa Blanca, el ministro de Asuntos Exteriores español entregó un informe sobre la cuestión del tratamiento de los protestantes en España, un tema que había sido traído a colación por el presidente al General Franco durante la visita del presidente a Madrid". Castiella "informó que podía asegurar al presidente que en muy poco tiempo este asunto estaría resuelto a su satisfacción. El general Franco había decidido que se arreglara y ésa era la política del gobierno. Era, por supuesto, un problema delicado".

Efectivamente, se trató de un asunto delicado con el que el franquismo, a tenor de sus propios documentos, rozó el esperpento. Tres frases del reiterado informe español sirven de ejemplo: "El tema de los funerales y tumbas de protestantes ha sido exagerado y a menudo sin la más mínima base (...) por otra parte, los cortejos fúnebres que pueden constituir la manifestación pública de un carácter religioso no católico están prohibidos. Mientras tanto, el gobierno español ha autorizado la reapertura de la capilla en Barcelona y autorizado la transferencia de ciertas actividades protestantes en Madrid y Barcelona a nuevos sitios".

Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo
Edición: Iñaki Ellakuría
Documentación: C. Salmurri, F. Martínez
Mañana: El misterio del Sierra Aránzazu | 21

EL PRESIDENTE CATÓLICO
La preocupación de Kennedy
IÑAKI ELLAKURÍA - 29/07/2005

John Fitzgerald Kennedy - hoy un icono pop a la altura de Marilyn Monroe, Mohamad Ali o James Dean- en 1961 se convirtió en el presidente más joven y en el primer católico en alcanzar el liderazgo de EE.UU. Kennedy, a pesar de su ideario religioso, continuó discutiendo -como sus antecesores en el cargo- con el régimen franquista para que se reconociesen los derechos de la minoría protestante. En enero de 1962, Robert McBride, representante de Kennedy en España, y el nuncio de Su Santidad, monseñor Antoniutti, se reunieron en Madrid. Un documento secreto escrito por el propio McBride analiza dicho encuentro: "El nuncio dijo que era consciente de que el ministro de Asuntos Exteriores había tratado este asunto conmigo, y quería que supiera su simpatía para con nuestro deseo de una situación normal para todos los protestantes en este país".

McBride mostró su optimismo en el memorándum y señaló que el nuncio le dijo "que pensaba que el gobierno español finalmente satisfaría a todas las sectas protestantes excepto al grupo evangélico liderado por los Testigos de Jehová, que insistían en ganar prosélitos entre los católicos españoles, una acción que la Iglesia católica española obviamente no podía aceptar". A EE. UU. le preocupaba el tema de los casamientos y entierros: "El nuncio dijo que había secciones aparte en todos los cementerios para los protestantes, y que los oficios se podían decir en los funerales", y añadió que "en España no había ningún problema en el casamiento de dos protestantes, o de un protestante y un católico renunciante". -