EL PREMIO “ABOGADOS DE ATOCHA" (LA DESMEMORIA INTERESADA)
Emilio Sales - 12/10/2005
A veces hay una pregunta que me bulle en la cabeza, ¿cómo vamos a recuperar la memoria de nuestro pueblo, la memoria de aquellos que fueron eliminados por defender la legalidad republicana si la más reciente, aquella que sucedió en la llamada transición, es “olvidada" de manera interesada por parte de quienes debían recuperarla para las generaciones próximas?. Y aquí surge la entrega del Premio Internacional “ABOGADOS DE ATOCHA" instituido por el gobierno regional de Castilla La Mancha y que ha celebrado la IIª Edición en estos días. Y es que la “herencia" del Sr. Bono es alargada. Hago repaso de quienes eran aquellas personas que fueron vilmente asesinadas por elementos fascistas, ultraderechistas, en los primeros días de 1977. Era lunes, 24 de enero de eses año, diez y media de la noche, 3er piso del número 55 de la madrileña calle de Atocha. Se trabajaba duro, se militaba sin horario ni jornada, eran tiempos difíciles en la continua lucha por la defensa de los trabajadores. Un grupo de abogados y colaboradores desgranaban las cuestiones pendientes. Trece abogados mantenían cinco bufetes colectivos. Estaban en una lucha singular, estaba convocada huelga de los trabajadores de empresas privadas del transporte de viajeros. En ese momento irrumpen en el despacho varios elementos armados, parece que iban buscando a Joaquín Navarro Fernández, quizás el mayor impulsor de las movilizaciones. Estas alimañas (de cuyos nombres prefiero soslayar) inician la macabra ceremonia de asesinar a estos camaradas. Mueren bajo las balas fascistas Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco, Luis Javier Benavides Orgaz, Serafín Holgado de Antonio, Ángel Elías Rodríguez Leal y Enrique Valdevira Ibáñez. Quedan malheridos, Luis Ramos Pardo, María Dolores González Ruiz (esposa de Sauquillo), Miguel ángel Saravia Gil y Alejandro Ruiz Huerta Carbonell. Todos militantes del PCE (Partido Comunista de España) y por ello, activos trabajadores en las CC.OO. (Comisiones Obreras). Recuerdo vivamente aquellas horas, recuerdo con dolor el entierro de los camaradas, entierro al que se me prohibió ir por parte de la democrática dirección de l empresa en la que trabajaba. No solo se me hurtó la posibilidad de ir al homenaje, inmensa demostración de duelo, si no que se me puso vigilancia en mi puesto de trabajo para que no me moviera de allí. Eran laboradores en defensa de la clase trabajadora, eran luchadores por la emancipación de los trabajadores, y fueron asesinados con nocturnidad, alevosía y sadismo. Han pasado varios lustros y su memoria es “adecuada" a las necesidades de una sociedad que mercantiliza figuras y símbolos revolucionarios. ¿Quién no ha visto efigies del CHE en camisetas, posters y demás mercadotecnia? Si preguntamos a alguna persona que exhibe su figura te puede decir “que mola", pero saber quien era, que significaba, cual era su lucha e ideología, nada de nada. Algo parecido sucede con estos camaradas y con otros muchos más. En este caso se les utiliza por parte de una determinada progresía para darse una capa de pintura rebelde. Se des-ideologiza, se les aplaude y conmemora, pero sin entrar en profundizar sobre quienes eran, que defendía, se utiliza el discurso pomposo y vacío, de grandes palabras, se alude a citas de personaje de gran calado intelectual, ético y moral (caso del discurso del presidente Sr. Barreda, mencionando a Bertold Brecht o Leonardo Boff) y cubren por unas horas sus necesidades de autoafirmación. D. José Bono Martínez preparó en su día este Premio. Manifestó su intervención como abogado en la acusación, junto con otros letrados (recuerdo a mi admirado José Lis Núñez Casal). Actuó, es cierto, (y nunca mejor aplicada la palabra actuación, pero de esa cuestión hay mejores cronistas que yo) en el grupo de juristas de la acusación particular. A partir de ese hecho se apropia de la memoria de los afectados. No señor Bono, no. El problema radica que sus sucesores aplican la misma norma. La mezquindad llega a tal que se “olvidan" de invitar al cato de entrega del Premio a la organización política a la que pertenecían los asesinados. El silencio cómplice llega también de los actuales dirigentes sindicales que ostentan la representación de aquel sindicato que gestó el Partido Comunista de España. Alguna explicación deberían de dar, o no pueden porque no la tienen. Este año se ha otorgado al dominico brasileño, colaborador del actual presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, Frei Betto. Promotor de la campaña “hambre cero" que se está desarrollando en el país sudamericano, esperanza de la izquierda, desbordada por la miserable (presunta) corrupción de miembros del gobierno que, ojalá se resuelva, puede dar al traste con una añorada revolución en este gran país. Frei Betto es un merecido premiado, no lo pongo en duda, pero de su intervención poca nota habrán tomado los responsables políticos que al acto acudieron. Quizás a algunos les recordó cuando aparentaban luchar en las filas de las que procedían los queridos camaradas abogados laboralistas de Atocha. Alguno le recordaría cuando tildó al entonces Presidente de Castilla La Mancha, y hoy Ministro de Defensa, de ser “el cáncer de la Región", solo que ahora se ha reconvertido en un excomunista bueno y propala las bonanzas desde la portavocía del gobierno “socialista". Larga vida a los Premios, larga vida a lo que defendían los allí homenajeados con el título del Premio, corta existencia a la distorsión de la memoria de nuestros muertos en defensa de nuestra clase. Talavera 12 de octubre de 2005
Emilio Sales Almazán Secretario Provincial en Toledo del PARTIDO COMUNISTA DE ESPAÑA-PARTIDO COMUNISTA DE CASTILLA LA MANCHA.
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