EL FORO POR LA MEMORIA DE HUELVA INVESTIGA EL PARADERO DE UN POLICÍA FRONTERIZO FUSILADO EN AGOSTO DE 1936 EN TETUÁN (MARRUECOS)
Diciembre 2005

El Foro por la Memoria de Huelva ha comenzado las pesquisas para determinar el paradero del cuerpo de José María Caravaca Sánchez, fusilado en Tetuán (Marruecos) el 20 de agosto de 1936, junto a varias personas más. Esta investigación ha sido solicitada por el hijo de la víctima, Antonio Caravaca Granados, quien para tal fin se puso en contacto con los miembros del Foro. José María Caravaca era funcionario, en concreto agente de policía en el puesto fronterizo de Cuesta Colorada (Tánger). Cuando se produjo el golpe de estado del 18 de Julio de 1936 decidió seguir fiel al gobierno legal de la República, y por ello fue detenido por los sublevados y trasladado al campo de concentración de Ben Carrich (Tetuán). En dicho campo pudo ser visitado por su familia, y allí fue donde conoció a su hija Concepción, nacida durante su cautiverio. Sólo pudo verla una vez, ya que escasos días después, el veinte de agosto, murió asesinado. La versión oficial dice que fue abatido, junto con varios de sus compañeros, en un “intento de fuga", pero por otra fuente su familia pudo saber que en realidad su muerte se produjo en un fusilamiento, asesinato extrajudicial en toda regla, fruto de la política de exterminio llevada por los fascistas contra todos aquellos que no compartían sus ideas. Antonio Caravaca supo de estos sucesos por boca de su madre, que murió sin poder averiguar el paradero de su esposo. Decidido a recuperar el cadáver de su padre y a honrar su memoria, Antonio comenzó a investigar. Gracias a la mediación del Foro por la Memoria, se puso en contacto con el historiador Francisco Sánchez Montoya, que ha estudiado intensivamente la represión franquista en el antiguo protectorado español de Marruecos. De hecho, el nombre de José María Caravaca figura en la relación de fusilados aparecida en el libro Ceuta y Norte de África. República, Guerra y Represión (1931-1944), obra de Sánchez Montoya . Según la información obtenida por el autor, los restos de todos aquellos que cayeron fusilados el 20 de Agosto de 1936 descansan, al parecer, en una fosa común situada en el Cementerio Español de Tetuán. Antonio se propuso entonces visitar dicho cementerio, para examinar con sus propios ojos el estado del lugar donde presuntamente reposa el cuerpo de su padre. El 18 de Mayo de 2005 viajó hasta Marruecos, acompañado de su hermana Concepción, que hoy día reside en Francia. Comenzaron su trabajo en el Consulado de España en Tetuán, pero allí no encontraron la ayuda que esperaban. Fueron recibidos por un funcionario subalterno, ya que el cónsul “estaba de viaje", y este señor no pudo ayudarles gran cosa, ya que afirmaba no conocer ni el cementerio ni saber nada de la fosa común. Les aconsejó ir al cementerio y consultar al guarda, un tal Mohamed. Así lo hicieron. Después de recorrer el cementerio militar y los mausoleos donde fueron recogidos los restos de españoles traídos de cementerios de otras ciudades del antiguo protectorado, de consultar polvorientos legajos (que el guarda almacenaba en un viejo saco de plástico) y recorrer minuciosamente el cementerio civil, todo ello en un deprimente estado de abandono total, encontraron, gracias a una fotografía aparecida en libro de Francisco Sánchez, el lugar donde se suponía que estaba la fosa común: “ Allí, entre matojos y broza, solo hay cinco lápidas de cemento rústico, pintadas con cal blanca y una simple cruz de hierro sin ninguna inscripción de quién o quienes se pudren debajo, ni si allí están todos los que cayeron el 20 de Agosto del 36. “ Tras realizar unas fotografías del lugar regresaron al consulado, para dar cuenta de su decepcionante experiencia, pero de nuevo chocaron con la inoperancia oficial. Tras esperar un par de horas de pie ante una ventanilla, volvieron a encontrarse con el mismo funcionario, quien les aconsejó consultar al ayuntamiento de Tetuán, ya que no tenían más información que facilitarles. Lamentó no poder aclararles nada más, aduciendo la precariedad de presupuestos oficiales para la conservación del cementerio. Antonio y Concepción insistieron en que la información que buscaban era lógico que se la facilitase un organismo español y no uno marroquí, ya que, aunque el cementerio estaba en territorio del país norteafricano, el traslado de restos humanos de españoles debería constar en la documentación archivada en algún organismo o administración militar o civil española, pero en el consulado afirmaron no poseer documentación de esa clase. El funcionario sólo accedió a tomarles los datos y a aconsejarles que escribieran al cónsul comentándoles su caso. Decepcionados por el trato recibido en el consulado español, Antonio y su hermana regresaron a la península, pero con el ánimo de no dejar las cosas así. Escribió una carta al Foro de la Memoria relatando su experiencia en tierras marroquíes y, vista la ineficacia de la administración española, solicitó públicamente ayuda al Foro, a asociaciones y partidos políticos, a posibles familiares de aquellos que fueron fusilados en Tetuán aquel nefasto verano del 36 y en general a todos aquellos que luchen por recuperar la memoria histórica, con el fin de honrar los cuerpos y las memorias de su padre y de todos los que cayeron con él. Esperamos en un futuro próximo con las autoridades españolas realizar un acto homenaje en Tetuán.
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