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Franco, enterrado; los fascistas, presentes
Txisko Fernández (GARA - Corresponsal) - 16/11/2005


El 20 de noviembre de 1975 fallecía oficialmente el dictador español Francisco Franco. Treinta años después, en la mayoría de los medios de comunicación españoles se evita denominarle así, «dictador» a secas, y se le sigue apodando «jefe de Estado».

Es más, en muchas ocasiones se refieren a Franco como «el anterior jefe de Estado», con lo que a Juan Carlos de Borbón le corresponde el «honor» de ser su sucesor en los listados oficiosos de caudillos hispanos.

En cambio, los mismos medios ­repasen lo publicado o escuchado en los últimos tiempos­ suelen referirse a Augusto Pinochet como «el dictador chileno» y, generalmente, no olvidan que derrocó al presidente Salvador Allende.

Pues bien, resultaría muy interesante conocer el resultado de alguna encuesta a pie de calle en la que se pregunte a los ciudadanos españoles quién era el presidente de la II República cuando los milicos encabezados por Franco dieron el golpe militar, el 18 de julio de 1936.

En este contexto político-cultural no es difícil entender que, cuando un grupo antifascista organiza en Madrid un acto en recuerdo de los militantes del FRAP y ETA fusilados por la dictadura hace treinta años, haya quien se alce contra ese homenaje y pida a la mismísima Audiencia Nacional que lo prohíba. El hecho de que se escondan tras las siglas de un partido legalizado o tras una agrupación de víctimas de ETA, no separa a quienes hoy reniegan de los luchadores antifascistas de quienes durante décadas vitorearon al dictador cada vez que aparecía en la Plaza de Oriente escoltado por el entonces heredero al trono monárquico.

Otro ejemplo de ayer mismo: el PP pregunta al consejero de Interior de Lakua por qué «se permiten» los homenajes a Santi Brouard y Josu Muguruza, militantes abertzales muertos a tiros en plena guerra sucia, en 1984 y 1989 respectivamente, cuando ­por refrescar la memoria­ gobernaba en Madrid un tal Felipe González, alias Isidoro durante la dictadura.

Treinta años después, quienes quieren borrar de la memoria colectiva las caras y los nombres de la dictadura son los mismos que pretenden prohibir los homenajes a los militantes antifascistas. No conviene olvidar que los fascistas siguen presentes. -

http://www.gara.net/idatzia/20051116/art138958.php