Huertas y la libertad de expresión
El Periódico de Catalunya - 18/03/2005
 Reivindicaciones La primera manifestación en Barcelona desde la guerra, el 18 de marzo de 1976. Foto: ARCHIVO
El periodista fue condenado a ocho meses de prisión por un artículo donde aseguraba que algunas viudas de militares regentaban 'meublés'. La detención provocó la primera huelga de prensa desde la guerra civil
RAFAEL PRADAS BARCELONA
El 22 de julio de 1975, el periodista Josep Maria Huertas salió de casa para ir a cubrir la información sobre el pleno del Ayuntamiento de Barcelona para el diario Tele/eXprés, en el que trabajaba. Antes, sin embargo, debía pasar por el Gobierno Militar para realizar una diligencia relacionada con un engorroso asunto: en junio había escrito un artículo sobre la vida sexual de los barceloneses desde los años 20 y en ese contexto había apuntado que algunos meublés estaban regentados por viudas de militares. La reacción del estamento militar, como es de suponer, fue de gran enfado y malestar. "No fui al pleno municipal sino a la Modelo, esposado. Me negué nuevamente a dar mis fuentes informativas. En la cárcel me tomaron las huellas y me dieron un plato de aluminio", recuerda Huertas. El periodista, tras un consejo de guerra, pasó en la prisión ocho meses y 20 días, y generó un importante movimiento solidario. Militares y periodistas sabían que el asunto de los meublés era una excusa y que se estaba librando una batalla en toda regla sobre la libertad de expresión con la vista puesta en el futuro inmediato.
Escarmiento de la profesión Sin duda, uno de los hechos mas relevantes fue la huelga de periódicos en señal de protesta, acaecida al día siguiente de la detención. No salió a la calle ningún diario barcelonés, excepción hecha de la llamada prensa del Movimiento y de La Vanguardia. Cuando el capitán general Salvador Bañuls se enteró, además de darse de baja de los periódicos díscolos, parece ser que pronunció una frase lapidaria: "Con que salga el Boletín Oficial del Estado nos basta". La situación de Huertas se complicó mucho más de lo previsto al aparecer su nombre en la agenda de un militante de ETA, José Ignacio Pérez de Otegui, alias Wilson, que tenía también la señas de otros muchos conocidos profesionales, universitarios, políticos, etcétera. Huertas cree que "los militares y el régimen hacía tiempo que intuían que los periodistas estaban organizados y tenían que escarmentarlos y me tocó a mí. Decidieron que me encarcelaban y así fue". El caso se convirtió en un símbolo más allá de la persona. Josep Pernau, que a la sazón dirigía el Diario de Barcelona, recuerda que en la fachada de dicho periódico lanzaron un cóctel molotov y pintaron la frase "Huertas al paredón". Para Pernau las movilizaciones a favor de Huertas fueron las últimas del Grup Democràtic de Periodistes, una organización nacida en 1966 y que durante ese período llevó la voz cantante en la defensa de la libertad de expresión y de los derechos de los periodistas. "En 1976, cada cual preparaba ya sus opciones. Se pudo entrar en la junta directiva de la Asociación de la Prensa y nació el primer congreso de periodistas catalanes", cuenta Pernau. El 18 de marzo de 1976 seria una fecha para recordar: se celebró la primera manifestación autorizada en Barcelona desde el fin de la guerra. Un millar de periodistas denunciaban amenazas y presiones, pedían la derogación de la Ley de Prensa de 1966 y reivindicaban la cláusula de conciencia, el secreto profesional --el que llevó a Huertas a la cárcel-- y la libertad de información. Una pancarta expresaba un sentimiento profundo y vigente: "Que nos dejen ser periodistas".
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