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Lázaro Cárdenas, el amigo de la República. Una semana de homenajes celebra al presidente mexicano que acogió a los perdedores de la guerra
JOSÉ ANDRÉS ROJO - Madrid - EL PAÍS - Cultura - 02-10-2005


Los primeros en llegar fueron los llamados niños de Morelia, la capital del Estado de Michoacán. Fue en 1937, cuando la Guerra Civil desangraba España, y el entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas, abrió las puertas de su país para que los más pequeños (fueron 460 niños, muchos de ellos huérfanos), los que nada sabían de las consignas por las que se mataban los dos bandos, pudieran crecer lejos del horror. "Llegaron en barco a Veracruz y, desde allí, fueron directamente al Distrito Federal, donde los recibió el general", recuerda Amalia Solórzano, la viuda de Lázaro Cárdenas que, con 99 años, ha venido a Madrid con su familia para asistir a la semana de homenajes con la que se pretende agradecer lo que su marido hizo entonces por quienes defendían a la República.

"Aunque existía una cierta identidad entre los Gobiernos de México y la República, y entre sus ideologías, mi padre simplemente cumplió con sus compromisos internacionales. Se limitó a apoyar a un Gobierno amigo cuya legalidad estaba siendo cuestionada y ofreció toda la ayuda que pudo dar, sin condiciones, a todos los que defendían el régimen legal, fueran del partido que fueran". El que habla es Cuauhtémoc Cárdenas (1934), el hijo. Heredó su pasión por la política, pero no se dedicó a ella hasta años después de que su padre muriera. Fue gobernador del Estado de Michoacán entre 1980 y 1986, y una de las voces críticas dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) -"defendí la necesidad de profundizar en su proyecto social y en su democratización interna"- hasta que lo abandonó. Con el tiempo fundó el Partido de la Revolución Democrática (PRD), y ha sido varias veces candidato a presidente. Entre 1997 y 1999 fue jefe de Gobierno del Distrito Federal. Hace no mucho renunció a ser el candidato de su partido en las próximas elecciones en favor de Andrés Manuel López Obrador.

El nieto de Lázaro Cárdenas también se llama Cuauhtémoc, como su padre, y dice que él es "de los pocos normales" de su familia. Es decir, que no se dedica a la política (como Camila, su hermana): estudió arquitectura y ahora es uno de los responsables del Festival de Cine de Morelia. Lo comenta, seguramente, porque el que queda de los tres nietos de Lázaro Cárdenas, el que lleva su mismo nombre, es ahora gobernador de Michoacán y está, por tanto, tocado por esa fiebre que corre por la familia de generación en generación.

Los primeros fueron los niños de Morelia, pero los españoles que llegaron a México durante y, sobre todo, al terminar la guerra fueron muchos más. El primer barco cargado de exiliados fue el Sinaia, que llegó a Veracruz el 13 de junio de 1939. Luego llegaron los buques Ipanema, Mexique, Nyasa y Champlain, y se calcula que fueron entre 20.000 y 24.000 los españoles que se instalaron a lo largo y ancho de México. Fue Lázaro Cárdenas el que les dio asilo.

"Lo conocí cuando era gobernador de Michoacán. Las monjas de mi pueblo habían organizado un homenaje al general y fue allí donde lo vi por primera vez", cuenta Amalia. El enamoramiento tuvo que ser fulminante. Desde entonces no dejaron de verse, a salto de mata, por las ocupaciones del político y por la inestabilidad de la propia revolución -en la que se sucedían todavía los conflictos entre los distintos líderes-, hasta que se casaron en 1932. "No sé lo que pasó. Cuando lo conocí, el general estaba de campaña, no andaba de conquista. Pero le aseguro que se fijó en mí desde el primer momento, así que la que lo conquistó debí de ser yo". Estuvieron juntos hasta que Lázaro Cárdenas murió en 1970. "No me sorprendió que llegara a presidente, era algo que estaba ya anunciado por todo el trabajo político que llevaba haciendo desde antes", dice.

Lázaro Cárdenas fue un presidente viajero. Fue de un lado a otro de México para conocer las necesidades de sus compatriotas. Y su mujer lo acompañaba cuando podía. Repartió casi dieciocho millones de hectáreas en ejidos para mejorar las condiciones de vida del campesinado. La nacionalización de los ferrocarriles y la expropiación de las grandes compañías petroleras fueron otras de las medidas de su gobierno, que se empeñó en la modernización del país, destacando sobre todo por su política educativa. Aumentaron las escuelas, impulsó la educación mixta, se afanó por que las campañas de alfabetización llegaran hasta los más remotos confines. En cuanto a cuestiones internas, permitió la formación de nuevos partidos políticos, como el Partido de Acción Nacional (PAN).

"No sólo ayudó a la República española", observa su hijo, por lo que toca a la dimensión internacional del gobierno de su padre. "Protestó en los foros internacionales cuando la Italia fascista invadió Etiopía y denunció al régimen nazi cuando incorporó a Austria y cuando agredió a Checoslovaquia en 1938".

Favorecer a los más necesitados, defender la legalidad, profundizar en la democracia, mantener la herencia liberal, reforzar la educación; todos esos valores vienen de antes, y es entonces cuando resuena la revolución mexicana. Lázaro Cárdenas nació en Jiquilpan, Michoacán, en 1895. Así que el furor de aquellos tiempos agitados lo alcanzó cuando era muy joven. La zona en la que habitaba era fundamentalmente agraria, "con bastante comercio y también seda", explica el nieto. El hijo comenta que su padre vivía de trabajos relacionados con la administración de rentas y que, con unos amigos, había fundado una imprenta. "Compartía las ideas de los que querían que México cambiara, así que cuando la revuelta llegó a su zona, colaboró para imprimir un Manifiesto de la revolución. Comenzó a ser perseguido, y no tardó mucho en incorporarse a las filas constitucionalistas, las que lideraba Carranza", cuenta el hijo. Y el nieto añade: "En esos tiempos todavía no había grietas entre los revolucionarios, y Carranza compartía la misma lucha que unía a Zapata y Pancho Villa contra el general Victoriano Huerta, que en 1913 se rebeló contra Madero". Huerta fusiló a Madero, lo que sirvió para reforzar a sus rivales. La revolución, que empezó en 1910, siguió adelante, y "más o menos triunfó definitivamente en 1920", explica el hijo de Cárdenas. "Y es que todavía hubo disputas hasta más adelante".

"Nunca tuve miedo. Nunca tuvimos escolta, siempre salimos a pasear cuando quisimos y llevamos una vida normal", dice la viuda del presidente cuando recuerda aquellos años. La revolución se había consolidado ya. Pero a Lázaro Cárdenas le costó conquistar su independencia política. "Tuvo que enfrentarse a Plutarco Elías Calles, que, junto al general García Obregón, había sido de los que más lo ayudaron en los inicios de su carrera, porque era de los que gustaban de gobernar en la sombra", explica el hijo. Tenía las ideas claras, un proyecto firme; no fue por azar por lo que acogiera a los que perdieron la guerra contra Franco.

"Me sorprende el ruido que ha provocado en España el debate sobre la enseñanza laica en las discusiones sobre el Estatuto catalán", observa el nieto. "En México, la separación entre Iglesia y Estado viene del siglo XIX, de una ley de 1857, y ya en 1856 estaba permitido el divorcio". Aun así, hubo roces entre los católicos y la revolución. "Estuvieron los problemas con los cristeros", explica el hijo, "pero también ahí la actitud de mi padre fue transparente. Evitó todo conflicto con ellos cuando era gobernador de Michoacán, se adelantó a sus reivindicaciones y les tendió la mano para negociar. Su fórmula era la palabra, no el derramamiento de sangre". Y en Michoacán no hubo víctimas en la revuelta de los cristeros.

Así era el hombre que ofreció otra oportunidad a los perdedores de la guerra y el que permitió, en fin, que la cultura que había surgido con la República -la apertura de ideas, el pluralismo, la posibilidad de debate, el triunfo de la razón frente al oscurantismo, y todo lo demás que el franquismo cercenaría- siguiera viva, se mantuviera en otro lugar, tuviera descendencia. "Aunque fueran muy importantes, no sólo llegaron intelectuales a México", comenta Cuauhtémoc Cárdenas hijo. "Vino gente de todas las clases sociales y de las profesiones más diversas. Y nos enseñaron lo que sabían. Yo recuerdo a un español que estuvo muy próximo a mi padre porque sabía de olivos, y ése era un cultivo que él estaba empeñado en introducir en México".

"Cuando estalló la Guerra Civil, también México se dividió, y hubo quienes estuvieron con los rebeldes y otros que simpatizaron con la República. Y siempre de manera apasionada", explica el hijo de Lázaro Cárdenas. Y su nieto insiste: "Siempre se ha seguido con interés lo que pasaba en España. Hay un corrido de 1931 que celebra el triunfo de la República. Cuenta de la reina que sale huyendo, habla de un tren que se estropea y bromea por que su alteza llegara finalmente a París en un vagón de tercera".

"Fue siempre muy estrecha nuestra relación con los que llegaron, y a los niños de Morelia los vimos varias veces", dice Amalia Solórzano. "Y a la viuda de Azaña, y a Martínez Barrios, y a Gordón Ordás y a León Felipe... Los españoles se incorporaron a México y formaron parte de nuestro país. El médico que me ayudó a traer a mis hijos al mundo era español". Ésa es la historia, y el homenaje a Lázaro Cárdenas, el amigo de la República, era, pues, una obligación impostergable.

El drama del exilio vuelve a resonar en unas jornadas de gratitud a México
Diferentes instituciones públicas y privadas recuperan la memoria de una época difícil

J. A. R.  -  Madrid

Hay imágenes que resumen la tragedia. La de las largas colas de españoles que abarrotaban las carreteras que conducían a Francia en febrero de 1939. O, ya en marzo, la de los miles de derrotados por el ejército franquista que esperaban en Cartagena la llegada de un barco que pusiera un poco de esperanza en sus vidas. Pero una cosa era salvarse y otra, muy distinta, sobrevivir con dignidad. Para muchos el final de la guerra fue el inicio de otro calvario. Otros tuvieron más suerte. Entre ellos, los que viajaron a México cuando su presidente, Lázaro Cárdenas, les abrió las puertas. "Gracias México". Esas palabras abren los papeles que dan cuenta de los actos programados como homenaje a Lázaro Cárdenas que tendrán lugar en Madrid desde mañana y que se prolongarán hasta el día 9. Conferencias, mesas redondas, exposiciones, proyección de películas y un gran concierto forman parte del paquete de iniciativas que han surgido como un gesto de gratitud a un país, México, y a un hombre, Lázaro Cárdenas, que recibieron en los difíciles días de la posguerra a más de 20.000 españoles que lo habían perdido todo.

El poeta Ángel González es el presidente de honor del comité organizador, y Rosa León, su presidenta, y luego hay una larga relación de nombres propios que, ya sea a título individual, ya sea como representantes de las instituciones que presiden, que se han embarcado en hacer viable un homenaje imprescindible. Universidades, ministerios, asociaciones, fundaciones, embajadas, ateneos..., un sinfín de instituciones y entidades representativas del mundo de la academia, la cultura, las artes y la memoria histórica se han sumado a la iniciativa. De ese modo, es el conjunto de la sociedad española la que salda ahora una deuda histórica.

El horror de la guerra
La historia ya se conoce. Cuando se produjo el alzamiento de los militares rebeldes contra la República en julio de 1936, la mayoría de los países le volvieron la espalda al régimen legal y se desentendieron de su suerte. El Comité de No Intervención se encargó de que las democracias europeas no participaran en la guerra y, mientras la Italia fascista y la Alemania nazi colaboraban con Franco, los republicanos se vieron abocados a tratar con la Unión Soviética y a recibir ayuda de los contados gobiernos que mantuvieron sus compromisos internacionales.

Uno de los más activos fue el de Lázaro Cárdenas. Desde 1936, la embajada de México en España ejerció su derecho de asilo para dar cobijo a los españoles de ambos bandos que estuvieran en peligro. En 1937, mientras empezaba a organizarse el asilo de intelectuales y científicos, 460 niños fueron trasladados a Morelia. Muchos de ellos eran huérfanos y otros estaban alejados de sus familias por el horror de la guerra. La Casa de España en México (que en 1940 se convertiría en El Colegio de México) se creó en 1938: fue un centro de acogida, estudio y trabajo para los intelectuales españoles. La cultura que había florecido en la época de la República aseguraba así su continuidad en otro lugar del mundo.

Lo más duro estaba por llegar. Cuando las tropas franquistas ganaron la guerra, los perdedores salieron de España en masa sin perspectivas de ninguna clase. Lázaro Cárdenas volvió a mostrar su generosidad. El SERE (Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles), creado en Francia por el Gobierno de Negrín, y el JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles), que Prieto puso en marcha en México, organizaron la emigración de miles de españoles y se ocuparon de organizar su instalación en México, que gracias a la iniciativa de su presidente acogió a miles de exiliados (entre 20.000 y 24.000).

Con la entrega, por parte del Rector de la Universidad Complutense de Madrid, de tres medallas al exilio académico, se inicia mañana el homenaje a Lázaro Cárdenas. La Filmoteca Nacional ofrece un ciclo de películas (que empieza también mañana) y, el día 4, la Universidad Complutense de Madrid, el Ateneo de Madrid y la Casa de América abren el congreso titulado Cárdenas y el exilio español en México. Las mesas redondas, centradas en la cultura, la vida cotidiana y el inicio y el fin del exilio, las presenta José Luis Abellán, presidente del Ateneo de Madrid, y la Residencia de Estudiantes participa con la exposición dedicada a Manuel Altolaguirre, una de las grandes figuras intelectuales de la República. Se colocará una placa en el monumento a Lázaro Cárdenas, en el Parque Norte de Madrid, y la fiesta llegará con el gran concierto programado para el viernes 7 en Madrid Arena (Casa de Campo) y que, con dirección de José Carlos Plaza, reúne a Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel, Miguel Ríos, Jaguares, Lila Downs, Astrid Haddad, Maestros del Folklore Michoacano, Charo López, José Luis Gómez, José Sacristán y Nuria Espert.