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Un verso antes de morir. Los maestros republicanos represaliados o muertos reciben un homenaje 65 años después
EL PAÍS - Última - 28-05-2005



Concepción Aparicio y Celia Muñoz, hijas de dos maestros fusilados, ayer en Madrid. (MANUEL ESCALERA)


CARMEN MORÁN  -  Madrid

 

En 1939 dos maestros republicanos se conocieron en la cárcel madrileña de Porlier (un colegio habilitado como prisión); uno daba clases en Móstoles y el otro en Arganda. El 24 de junio de ese año, cuando Gerardo Muñoz esperaba la visita de su mujer y sus cinco hijos, lo sacaron para fusilarlo. Y allí quedó su compañero, que vería de frente los fusiles el 23 de noviembre de ese mismo año. Concepción Aparicio y Celia Muñoz, hijas de aquellos hombres, se han conocido estos días en unas jornadas de homenaje a los maestros republicanos que han organizado el Partido Socialista de Madrid y la Federación madrileña de Enseñanza de la UGT.

Ambas mujeres han contado sus recuerdos. Concepción se dio cuenta de que la historia de Celia era la misma que ella había oído en su casa. Se lo preguntó en la parada del autobús: "¿No será usted la hija de Gerardo Muñoz?" Lo era, y Concepción pudo así entregarle la sorpresa que tenía guardada para ella: los versos que escribió su padre para despedir al compañero muerto. De esa forma Celia ha conocido, 65 años después, cómo murió su padre. "Presencié ya tres veces la salida/ de hombres que jamás han de volver./ Pero al oír tu nombre de partida/ la emoción embargó todo mi ser./ A la brutal llamada de la muerte/ acudiste con ánimo tranquilo/, mostrando en la mirada que eras fuerte/ y aceptando sereno tu destino", dicen algunos versos de la poesía.

A los 81 años que ahora tiene, Celia llora emocionada por tener consigo el último recuerdo de aquel maestro. En su nombre, ella recibió ayer un diploma que reconoce la labor de su padre, "que se distinguió por la defensa de los principios educativos republicanos, igualdad, libertad, laicismo, fraternidad, solidaridad y civilidad. Por ello, sufrió muerte".

Una treintena de maestros de varias regiones españolas que sufrieron muerte, exilio, cárcel y depuraciones profesionales fueron homenajeados ayer. Aunque algunos, como Elías Hernández (100 años) o Daciano Laredo (noventa y muchos), viven todavía, sus familiares se han encargado de recoger el pergamino que honra la memoria y la labor de todos aquellos docentes.

Los maestros republicanos fueron uno de los colectivos más represaliados cuando estalló la guerra civil. El historiador Francisco Morente Valero ha registrado hasta 60.000 casos de maestros depurados que posteriormente tuvieron que defender la limpieza de su expediente sin que hubiera acusación previa. Eran progresistas y reivindicativos y acogieron con entusiasmo la tarea que se les encomendaba: sacar a España de la miseria y el atraso aplicando las mejores recetas educativas.

El Régimen castigó con dureza aquel atrevimiento y en las escuelas entró sin freno el nacionalcatolicismo. Así lo recuerda Teresa Hernández, que ayer recogió el diploma de reconocimiento a la labor de su padre, que sufrió cárcel y destierro profesional. Elías Hernández aún vive, pero sus 100 años le impidieron ayer asistir al homenaje que el Partido Socialista de Madrid (PSM) y la Federación madrileña de la Enseñanza de UGT organizaron para aquellos maestros.

Teresa recuerda la vida de su padre, un maestro que daba clases en Lumbrales (Salamanca) y que salió huyendo al declararse la guerra. No pudo escapar de la cárcel. Después, un médico le libró del campo de concentración y ahí comenzó su destierro como maestro en otro pueblito de Salamanca, Villoria. "El cura hablaba de él en la iglesia e interrumpía las clases cuando quería para ver si los niños sabíamos el catecismo", revive su hija.

"Deuda moral"
El secretario de Educación del PSM, Adolfo Navarro, explicó ayer que tanto el PSOE como la FETE-UGT tenían "una deuda moral e histórica de reconocimiento a la tarea de aquellos maestros". "Este merecidísimo homanaje era necesario, ha sido muy emotivo", dijo ayer. También José Vicente Mata, secretario general de la FETE en Madrid, reconoció que era una asignatura pendiente, aunque, según dijo, su organización aún tienen afiliados de aquella época y siempre han mantenido viva esa memoria.

Un maestro jubilado, Antonio Sánchez-Marín Enciso, ha sido el encargado de reunir cuantos casos ha encontrado para este homenaje. Hay maestros extremeños, cántabros, castellano leoneses, madrileños. De muchos de ellos sólo queda el nombre y el recuerdo emocionado de sus hijos, sobrinos, que ayer recogieron un diploma con su nombre. Una conferencia de Sánchez-Marín ilustró sobre los métodos educativos de aquella época y el profeor emérito de la Universidad Complutense Miguel Pérez habló de valores como la libertad, solidaridad e igualdad en clave de El Quijote.

Celia Muñoz y Concepción Aparicio perdieron a sus padres. A Hilda Farfante le mataron a su padre y a su madre, ambos maestros. Y María Florentina Pérez vio caer a su padre y a sus dos hermanos, todos maestros. Con todos ellos se fusiló a la escuela.