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Ejercicios de memoria en Berlín. España mira la experiencia alemana para abordar sus traumas históricos
La Vanguardia - MARC BASSETS - 29/05/2005 - Berlín. Corresponsal


A muchos alemanes que viajan por primera vez a España les llama la atención que existan lugares como el Valle de los Caídos, que todavía haya calles con nombres de jerarcas del régimen franquista o que en Galicia gobierne un antiguo ministro de Franco.

A muchos españoles que van a Alemania les sorprende la obsesiva presencia de los crímenes nazis en la vida pública: series de televisión, películas, libros... El recién inaugurado monumento a las víctimas del holocausto, en el centro de Berlín, refleja la actitud de este país, que ha hecho de la responsabilidad por el pasado una seña de identidad.

¿Qué puede aprender España -donde la memoria histórica vuelve a la actualidad con la exhumación de fosas comunes o el éxito de libros como Soldados de Salamina,de Javier Cercas- de Alemania, que en el siglo XX vivió la dictadura nazi y la comunista? El Instituto Cervantes de Berlín puso anoche fin a un simposio de tres días destinado a responder a esta y otras preguntas, en el que han participado en torno a cuarenta pensadores, historiadores y escritores alemanes y españoles.

MEMORIA Y OLVIDO. Alemania ve la transición española como un modelo de paso de una dictadura a una democracia. Desde España, muchas veces se ha lamentado que el precio haya sido el silencio respecto a los crímenes del franquismo. "Alemania puede enseñarnos mucho", dijo en la sesión inaugural el escritor Jorge Semprún, superviviente del campo nazi de Buchenwald. Para Semprún, el caso alemán "es totalmente inédito". Este país, explicó, no sólo ha asumido los crímenes nazis.También se ha esforzado en olvidar lo que los alemanes sufrieron durante la guerra, con los bombardeos aliados o con la expulsión de más de 12 millones de alemanes del este de Europa tras la derrota nazi.

CONSEJOS DE UN DISIDENTE. Joachim Gauck, opositor en la República Democrática Alemana (RDA) y, tras la caída del Muro, en 1989, responsable de los archivos de la policía secreta, lanzó algunas ideas basadas en su experiencia tras la dictadura comunista. "Algunos, en la Alemania oriental, hubieran preferido que hiciésemos como en España, que pasásemos página y mirásemos al futuro. Pero, ¿es esto bueno para la paz interna? Supongo que en España había temor y sólo así podía mantenerse la paz", dijo. Y concluyó con un consejo para recuperar la memoria: "Si lo hacen de manera partidista no funcionará. Busquen a gente conservadora sensible para que sea un éxito lo que han empezado".

VEINTE AÑOS PARA RECORDAR. El historiador alemán Norbert Frei, autor del celebrado 1945 und uns (1945 y nosotros), explicó la tesis de su libro: cada época ha tenido su visión de nazismo. Así, hasta mediados de los años sesenta, la entonces Alemania occidental intentó pasar página e integrar a muchos antiguos nazis en una sociedad que, en plena reconstrucción y guerra fría, no quería permitirse el lujo de prescindir de nadie. "Veo algún paralelismo con la transición española. A principios de los años 50 aquí también hubo la petición de una especie de amnistía general", dijo Frei. Siguiendo este paralelismo, que algunos ponentes subrayaron, ahora sería el momento en el que los españoles estarían preparados para encarar oficialmente los crímenes de la Guerra Civil y el franquismo.

EL PACTO DE SILENCIO, DISCUTIDO. Uno de los debates más intensos del simposio lo protagonizaron el historiador Santos Juliá y el politólogo afincado en Berlín Ignacio Sotelo. "Cuando oigo que la transición fue un pacto de silencio, no puedo dejar de sentir irritación", dijo Juliá, quien hizo hincapié en la avalancha de reportajes y documentos sobre la Guerra Civil que se publicaron durante la transición. "Políticamente no se utilizó [el pasado] en el debate, pero no se puede confundir el debate político con el debate público. Había un ansia de saber." Sotelo subrayó los elementos de continuidad entre el franquismo y la democracia. "La transición se hizo en el miedo, el miedo de los perdedores a perder más", señaló.

PELIGROS DE LA MEMORIA. La memoria puede ser peligrosa. Porque puede utilizarse como arma política. O porque una sobreexposición a la memoria puede acabar banalizándola. La mediatización del nazismo es tal, según algunos participantes, que Hitler puede acabar convirtiéndose en un fascinante icono pop. El sociólogo Harald Welzer resaltó las diferencias entre el recuerdo público y el privado. Después de entrevistar a cuarenta familias, Welzer y otros investigadores han descubierto que, aunque muchos no tienen dudas sobre la responsabilidad alemana en los crímenes nazis, no reconocen que sus abuelos pudiesen participar en ellos. "En el ámbito privado esta clara una cosa: en este país no hubo nazis, aparte de Hitler, Goebbels y algunos más", dijo.

EL PASADO PRESENTE. Pocos crímenes -tal vez ninguno- son comparables al holocausto. Y el recuerdo es distinto. En Alemania se ha llegado a lo que algunos llaman una industria de la memoria; en España, el recuerdo es más privado, según el hispanista Dieter Ingenschay. Además, el consenso que existe en Alemania sobre el nazismo es difícil de encontrar en España respecto al franquismo. Ahora bien, ambos países comparten un pasado violento y doloroso que influye en la vida política actual. El pasado está presente. El escritor Juan Goytisolo, estrella del viernes noche (su interlocutor, Günter Grass, estaba enfermo), resaltó que el debate en torno al recuerdo entraña el peligro de olvidar los crímenes actuales, como Chechenia. Y Jorge Semprún colocó la memoria en el centro de la construcción europea: "El proyecto de Europa -advirtió- me parece imposible si no hay una reunificación de nuestras memorias. Europa no estará completa hasta que Rusia no haya hecho su trabajo de memoria".