Artículos y Documentos

La memoria perdida de Martín Zurbano
LaRioja.com - 27 de enero de 2005

http://www.larioja.com/pg050127/prensa/noticias/Sociedad/200501/27/RIO-SOC-089.html



Este mes se cumple el 160 aniversario del fusilamiento en Logroño de este guerrillero y militar nacido en Varea, mito revolucionario español

Han trascurrido 160 años. El 21 de enero de 1845 la ciudad de Logroño fue escenario de una de las páginas más negras de su historia. Martín Zurbano Baras, general, guerrillero, contrabandista, agricultor y, sobre todo, revolucionario, moría fusilado en los muros del convento de Valbuena. Su delito: sublevarse contra Narváez y en favor de la libertad.

MARCELINO IZQUIERDO. PABLO SÁEZ MIGUEL M.I./LOGROÑO
HISTORIADOR LOGROÑO

En el antiguo convento de Valbuena, derribado en 1883, y en todo su entorno -entre la calle Norte y General Urrutia- lleva tiempo trabajando un equipo de arqueólogos. El proyecto del Ayuntamiento de Logroño es rehabilitar toda esa zona y levantar allí un parque arqueológico en el que poder apreciar la evolución histórica de la ciudad: su importancia en la Edad Media, ruta hacia Santiago, testigo de guerras carlistas o patíbulo de este paradigmático personaje romántico, nacido en Varea en 1788.

Estudió en el Seminario de Logroño, al morir su padre ejerció de agricultor en los campos de Varea, combatió al francés por la Independencia española y se alzó, junto a Riego y a su Himno, contra el absolutismo de Fernando VII. Y aún le quedó tiempo para el contrabando. El Ebro, frontera entre la foralidad Navarra y La Rioja, no fue obstáculo para que 'Martín Varea' -su apodo popular- trajera 'de matute' sedas, especias, quincallas o tabaco. Los Cien mil hijos de San Luis le clavaron las primeras banderillas.

Al prender la I Guerra Carlista se alistó en el bando liberal, que pronto tendría a su adorado Espartero como jefe. Pasó de cabecilla local a militar de alto rango, él solo capturó a dos generales facciosos y su papel en la batalla de Peñacerrada fue determinante en el triunfo final del denominado bando cristino.

Tras el abrazo de Vergara entre Espartero y Maroto, que cerraba la primera de las guerras inciviles que sufriría España, combatió a Cabrera en Aragón, Valencia y Cataluña, hasta que el Tigre del Maestrazgo traspasó la frontera francesa. Con don Baldomero en el Gobierno de España, ocupó Zurbano puestos relevantes en la política nacional, aunque la política no era lo suyo.

La rebelión conservadora contra Espartero, que tuvo en Barcelona su punto más álgido, marcó el declive de Martín 'Varea', acusado de bombardear de manera inmisericorde la Ciudad Condal. De Cataluña salió Zurbano en retirada, se enfrentó a Prim en Reus y sufrió la más ignominiosa de las derrotas en los campos de Torrejón de Ardoz; una batalla sin muertos, sin heridos, sin tan si quiera combate.

Exiliado Espartero en Londres, huyó Zurbano a Portugal y allí permaneció -preso en un penal de Oporto- hasta que el Gobierno del general Narváez permitió su regreso a La Rioja.

Entre Varea y su finca navarra de Imaz, contempló con tristeza el paulatino derribo del orden progresista -la Milicia Nacional, la Constitución de 1837, la destitución de cargos y funcionarios desafectos al nuevo régimen- y allí, alentado por cuatro románticos temerarios y las soflamas del Príncipe de Vergara, urdió su revolución particular.

Dio el grito de guerra en Nájera, consciente de que la traición le había dejado solo. Huyó del patíbulo por la sierra riojana, mas fue en vano. Primero fueron sus hijos, Benito y Feliciano, y después fue él quien acabó sus días ante un pelotón de ejecución. Hace de ello 160 años. EL pasado 21 de enero se cumplió el 160 aniversario de la muerte del militar riojano general Zurbano. Sin embargo, esta efemérides pasó por el calendario sin pena ni gloria. Resulta este hecho curioso, sobre todo si tenemos en cuenta que varias décadas antes esta fecha no hubiese sido ignorada. Efectivamente, desde aquella mañana de enero de 1845 en que fue fusilado, la figura de Martín Zurbano pasó a engrosar la nómina de héroes y mitos que, según los sectores más avanzados del liberalismo, habían dado su vida por defender la libertad de la patria. El nombre de Zurbano encontró un hueco junto al de otros destacados personajes de la historia española como el comunero Padilla o el revolucionario Riego.

Surgieron así numerosas publicaciones; unas, en prosa, otras, en verso o teatro, en las que se recreaba de forma apologética la vida y, de forma especial, la fallida sublevación dirigida por el de Varea en tierras riojanas. Junto a los textos, numerosas imágenes contribuyeron a propagar el mito Zurbano a lo largo y ancho del país.

Sin duda, fue en su tierra natal donde su recuerdo permaneció más vivo. En los períodos en que los que Logroño fue gobernado por progresistas y/o demócratas-republicanos la reivindicación de la figura de Zurbano fue evidente. Uno de los momentos más destacados fue el Sexenio Democrático, cuando el efímero Rey de España Amadeo I procedió a inaugurar una placa conmemorativa en las cercanías del lugar donde fue ajusticiado. En épocas posteriores, su nombre sirvió para denominar nuevas calles de la ciudad, como nombre ritual de algunos iniciados e incluso como nombre de una logia masónica logroñesa.

No es de extrañar que Martín Zurbano fuese considerado por buena parte de los riojanos de las décadas finales del siglo XIX y primeras del XX como uno de sus hijos más ilustres. Del profundo calado que el nombre de Zurbano tenía en la provincia logroñesa nos da una idea la revista argentina La Rioja. Órgano oficial del centro riojano español que en 1933 aseguró que el nombre de este militar simbolizaba el espíritu y patriotismo de los riojanos. Tras la Guerra Civil la figura de Zurbano quedó enterrada en el olvido, donde parece que aún hoy continua. Esperemos que el interés que el interés que ha despertado entre algunos investigadores en fechas recientes sirva para devolver a Zurbano la popularidad de que gozó durante casi un siglo. No deja de ser curioso el hecho de que Martín Zurbano cuente con calles, plazas y otros reconocimientos en muchas ciudades españolas y, sin embargo, no exista ninguna vía pública en la capital riojana que recuerde a uno de sus hijos más ilustres. Hasta un conocido y céntrico hotel madrileño lleva su nombre. Cierto es que Varea, su barrio y del que tomó el mote -Martín 'Varea' le llamaban- mantiene una calle en su honor. Pero la ciudad guarda una deuda histórica con uno de los símbolos del siglo XIX español.

Desde el año 1880 la actual Calvo Sotelo era la calle de Martín Zurbano hasta que, en plena Guerra Civil -13 de febrero de 1937-, las autoridades franquistas cambiaron el nombre por el de un personaje más afín al Régimen.

En el recuerdo de muchos logroñeses, niños en los años 30, está todavía la calle Zurbano -la que nacía del Espolón hacia las huertas, y donde se levantaba el emblemático Gran Hotel-, como una de las principales vías logroñesas.

Pero no fue la única. En la zona donde se hallaba el convento de Valbuena -desaparecido en 1893-, en cuyas tapias fueron fusilados tanto Zurbano como sus hijos Benito y Feliciano -así como unos cuantos seguidores más del cabecilla liberal-, se situaba la calle dedicada a los Hijos de Martín Zurbano. Al igual que con Calvo Sotelo, en 1937 se permutó esa denominación por la de Antonio Sagastuy -la actual-, uno de los primeros caídos del bando franquista (requeté y concejal logroñés) en la Guerra Civil.