La memoria histórica cierra un ciclo
Noticias de Navarra - 17/10/2005
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tRAS casi 70 años de soledad, pero no de olvido, los murchantinos Genaro, Julio, Antonio, Ricardo, Mauricio, Hilario y Roque pasaron ayer su última noche en la fosa en la que sus asesinos los enterraron la madrugada del 20 de noviembre de 1.936, después de matarlos de un disparo y arrojarlos de cualquier manera al agujero desde cuyo borde alguien los cubrió con cal viva para hacerlos desaparecer para siempre.
Su intento fue inútil y ni la cal ni el tiempo han podido con el empuje de sus descendientes, de la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra y con las ganas de apoyarlos de la Sociedad de Estudios Aranzadi que ayer desplazó hasta una finca del término municipal de Fustiñana a sus técnicos para, como dijo el portavoz del colectivo de familiares, Ioseba Eceolaza, "cerrar el ciclo de la memoria histórica de Murchante". Junto a él, apiñados alrededor de la fosa, emocionados y guardando un impresionante y hondo silencio, quizás el hecho más significativo de todo lo ocurrido ayer en la exhumación de los siete cadáveres, los familiares se apoyaban en el sentimiento de paz, por fín hallado junto a los restos de sus muertos, de saber que éstos no pasarán una noche más solos en el lugar donde los mataron y podrán regresar a Murchante para descansar, con toda probabilidad, en una zona del cementerio de la localidad en la que se les rendirá un homenaje. sin piedad Los detalles que arrojó ayer la exhumación de los siete cadáveres son extremecedores por la crueldad con la que ilustran lo acaecido en la madrugada del crimen. Dos balas encontradas en la fosa demuestran que fue una pistola la que acabó con la vida de aquellos trabajadores cuyas identidades son prácticamente indudables. Una funda con unas gafas, un mechero, cinturones, la suela de un zapato, dos lapiceros, botones...Son los pequeños legados de información que sobre su persona han dejado en su tumba los restos hallados. Todos ellos fueron apareciendo progresivamente, a medida que los profesionales de Aranzadi (arqueólogos, antropólogos, historiadores y varios universitarios) iban retirando con el mimo que les faltó en su entierro la pesada carga de tierra que los cubría. "Creemos que la dignificación de estas personas pasa también por la obligación de hacer la tarea con todo este cuidado; los restos podrían sacarse de una forma más rápida y de cualquier manera, pero nos parece importante que se entienda que estamos obligados por la vida misma a hacerlo así", afirmó con rotundidad Francisco Etxeberría, profesor de Medicina Forense en la Universidad del País Vasco. Precisamente, fue Etxeberría el encargado de dirigirse a los familiares y a la prensa para explicar los detalles del trabajo de exhumación que comenzó ayer a las diez de la mañana y que concluirá hoy con el levantamiento oficial de los cadáveres. "La fosa tiene 2,60 metros de largo por 1,20 de ancho; son siete las personas enterradas, unos boca arriba y otros boca abajo. En el individuo número 3, se ve un orificio en la zona de la frente, que es por donde ha salido la bala, probablemente, el orificio de entrada está en la parte posterior, en el occipital", fue apuntando el forense. estudio exhaustivo Una vez rescatados de la tumba que nunca eligieron, los restos de los siete murchantinos serán trasladados a un laboratorio para, posteriormente, "elaborar un informe técnico, algo que hacemos siempre en nuestras intervenciones porque nos parece necesario que quede como documento de interés para las familias, para el Ayuntamiento y para la historia", dijo Etxeberría. Justo segundos antes, Eceolaza se había referido a esa misma historia diciendo que "su memoria no nos habla de humanidad en abstracto, sino de gente concreta, de estos siete hombres con nombres y apellidos".
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