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Karl Arnold, el correo del Reich. Uno de los jefes de los espías nazis en Madrid reveló tras ser detenido los entresijos de su red de información
EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 17/07/2005 - La Vanguardia


UN FALANGISTA DE Barcelona fue la principal fuente de información del agente alemán sobre asuntos de política española

Wendell Blancke, el oficial del Servicio Exterior de Estados Unidos que le interrogó 14 días entre septiembre y noviembre de 1946, concluyó que Karl Gustav Arnold era un idealista que creía que el nacionalsocialismo era la mejor forma de gobierno para Alemania. También se convenció de que su prisionero "poseía un grado de sentido común y de objetividad realista raramente encontrado entre los nazis convencidos y tenía talento para la organización". Por esas razones, Karl Arnold trabajó primero para el partido nazi en Argentina y, posteriormente, para la Reichssicherheitshauptam (RSHA), la Administración Central de la Seguridad del Reich, bajo cuya dirección montó un servicio de transporte que enlazó Sudamérica y España con Berlín, y viceversa. Aquella fue la red de Arnold, compuesta es su mayoría por marineros españoles, falangistas o simpatizantes de los nazis, merced a los cuales logró sistematizar la comunicación con Buenos Aires, donde operaba el destacado agente alemán Siegfried Becker.

Karld Arnold nació en Pforzheim (Selva Negra) el 22 de marzo de 1911 y emigró a Argentina el 19 de agosto de 1929. Allí aprendió español, lengua que llegó a dominar con tal soltura que cuando le interrogaron lo hicieron en este idioma. Por eso, Karl Arnold no se sintió extraño cuando apareció por Madrid a principios de septiembre de 1942. Nada más llegar tuvo un empleo tapadera en la Compañía General de Lanas, ubicada en la tercera planta de Ayala, 10 (Madrid). En la empresa le asignaron un salario de 500 pesetas al mes que inmediatamente devolvía a caja. De hecho, Arnold no tenía obligación de realizar ningún trabajo para la compañía, pero en ocasiones, cuando la firma estaba muy ocupada, ayudaba en temas menores. Sin embargo, eso fue la excepción, pues su tiempo lo ocupó en aprender todo lo que pudo acerca de España para cumplir la misión que Berlín le había encomendado y organizar su servicio de correo.

Arnold y Becker diseñaron en Madrid su sistema y desde el primer momento se dieron cuenta de que el reclutamiento de correos para el Reich debía hacerse en Buenos Aires, de donde zarpaban la mayoría de los barcos que recalaban en Argentina. En cambio, en España había demasiados puertos, hecho que dispersaba sus esfuerzos de captación. Con el plan en mente, Becker viajó a Argentina y al poco logró que "los españoles Esteban Amorín y Manolo de Miguel Arrastia" le ayudaran a montar la red de Arnold. El servicio se organizó con rapidez y la primera correspondencia clandestina llegó a Madrid en de marzo de 1943.

El sistema de Arnold era el siguiente: Berlín enviaba correo a la oficina del agregado alemán de policía -un tal Singer- en el consulado de Madrid. Dentro había un sobre más pequeño señalado "para José". Entonces Singer telefoneaba a Arnold, que recogía el material y lo ocultaba hasta que llegaba el hombre correo a su oficina. Cuando el mensajero aparecía, Arnold metía el sobre en una bolsa que sellaba con lacre y se la entregaba al marinero, advirtiendo a Berlín, por telegrama, que indicara a Becker que el paquete estaba en camino. Una vez en Buenos Aires, Amorín o Arrastia contactaban con el correo a través de la contraseña "Saludos de José" o "Saludos de Pepe".

En los trasiegos de América hacia España, el mecanismo se diferenciaba en que los marineros correo acudían personalmente a la oficina de la calle Ayala utilizando como contraseña "Saludos de Carlos" o "Saludos del Gordo". Arnold reveló a su interrogador la identidad de aquellos marineros: Marcelino Díaz Camus, Francisco García, Juan Beascoechea, Francisco Goicochea, José Arzac y un tal Robertson, que navegaba en el Cabo de Buena Esperanza. Este sistema de transmisión de objetos fue tan eficaz que permitió que Karl Arnold hiciera llegar a Buenos Aires no menos de tres de las célebres máquinas de cifrado Enigma, dos de las cuales las llevó personalmente hasta Santander.

Sin embargo, su misión en España no se limitó al control de su red, pues Arnold también hizo de agente secreto.Para ello reclutó informadores, varios de los cuales trabajaban a sueldo del Reich, por unas 2.500 pesetas al mes que enviaba la RSHA. Durante el interrogatorio, Arnold recordó nombres: Jorge Demmel, José Luis Díaz, Joaquín López y Francisco Goicoechea. De ellos, Díaz fue especialmente activo, pues llegó a hacer un curso de operador de radio en Berlín, aunque nunca alcanzó los contactos de la condesa Mechtild Podewils ni el nivel de información de Tomás Samper.

La condesa alemana Mechtild Podewils, era joven, alta y muy guapa. Había estado casada en Sudamérica y tenía dos hijos. Después de divorciarse, su ex marido se llevó al niño a Portugal y ella se instaló en España con la niña. Arnold sabía que era amiga íntima de un jefe nazi que hizo que fuera enviada a España como agente. Arnold desconocía en qué año había llegado a Madrid, pues la dama informaba directamente a Berlín. Sin embargo, sí supo que la mujer tenía excelentes contactos. Estaba introducida tanto en círculos oficiales como aristocráticos, y era una buena amiga de Miguel Primo de Rivera y de otros miembros del Gobierno. Pero, como ella misma admitió, no entendía de espionaje ni de política, y no era capaz de distinguir entre un material importante y uno que no lo fuera. A pesar de ello, Berlín le pagaba 15.000 pesetas al mes, más bonos ocasionales por gastos extraordinarios.

Sin embargo, la principal fuente de información de Arnold sobre política española fue Tomás Samper, del que el agente alemán declaró que era "un hombre grande y gordo" y un viejo "falangista que tenía múltiples conexiones en los distintos ministerios españoles y en particular con la policía de Barcelona". "Si bien el punto fuerte de Samper descansaba en la política española, también tenía contacto con los consulados británicos, hasta el punto de que a veces tenía noticias referentes a las bombas tipo V", dijo Arnold. Es decir, Samper también informaba de los efectos de las bombas volantes que los alemanes lanzaban sobre Londres. Samper operaba a través de una red de contactos que nunca reveló y cobraba de 8.000 a 10.000 pesetas al mes. Era la principal fuente de Arnold para conseguir publicaciones con contenidos que interesaran a Berlín, labor que ocupaba mucho tiempo al espionaje alemán. El catalán localizaba en Barcelona revistas y periódicos sobre temas comerciales, militares, políticos y técnicos, no sólo de España, sino también de Gran Bretaña y EE.UU., que entregaba puntualmente al espía alemán.

Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo Edición: Iñaki Ellakuría Documentación: C. Salmurri, F. Martínez
Mañana: La historia de una traición / 9