Sartre estuvo 'claramente con la Resistencia', según biógrafa
Terra - 16/06/2005
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La biógrafa del pensador francés Jean-Paul Sartre, Annie Cohen-Solal, sostiene con contundencia que el filósofo estuvo 'claramente del lado de la Resistencia y en contra de los colaboracionistas'.
Cohen-Solal, que ha presentado hoy en Barcelona la monumental biografía, publicada en España por Edhasa, ha resumido la posición de Sartre en la Francia ocupada por los nazis con una frase del propio filósofo que no admite dudas: 'yo era un escritor que se resistía, y no un resistente que escribía'.
La autora recuerda que Sartre tuvo una trayectoria política opuesta a la de muchos de los pensadores contemporáneos, como Albert Camus, pues 'en su juventud era anarquista, alejado de la política, y en los años 30, cuando muchos se movilizaron por la URSS, la guerra civil española o el Frente Popular francés de 1937, Sartre tuvo como prioridad convertirse en escritor'.
A ese empeño dedicó todos sus esfuerzos hasta que en 1938 logró publicar 'La náusea', una idea recogida en una carta que envió a su mujer Simone de Beauvoir en la que escuetamente le dice: ''La náusea ha sido aceptada. Camino por la calle como un escritor'.
Sólo cuando fue reconocido como tal 'salió de esa burbuja' y se abrió al mundo, por lo que fue encarcelado en un campo de prisioneros alemán, donde 'hizo un descubrimiento social que le marcaría'.
Para apoyar su argumentación, Cohen-Solal señala que 'un mes después de salir del campo de prisioneros, en marzo de 1941 creó uno de los primeros movimientos de resistencia, Socialismo y Libertad, del que formaban parte anarquistas, fourieristas y muchos otros, menos comunistas y gaullistas'.
La disolución del grupo por la ejecución de uno de sus miembros llevó a Sartre a un cierto repliegue que aprovechó para escribir un ensayo, 'La nada' (1943), alrededor del cual hizo luego diversas obras de teatro que ilustraban los principios del ensayo como 'Las moscas' (1943) o 'A puerta cerrada' (1944), un procedimiento que el propio filósofo describía como 'un cáncer central, a partir del cual surgían diversas metástasis'.
Con 'Las moscas', subraya Cohen-Solal, 'Sartre utiliza los mitos clásicos -Argos, Electra, Orestes- para hablar de la Francia de Pétain, pero sus contemporáneos no lo entendieron cuando en realidad usó las máscaras y escenarios griegos para superar la censura'.
De igual modo, en 'Los secuestradores de Altona' (1959) recurrió a la Alemania de la Primera Guerra Mundial para describir la guerra de Argelia, asevera la especialista en Sartre.
Toda esta actividad contesta, según Cohen-Solal, las acusaciones que le hicieron sus opositores de que era un colaboracionista porque estrenaba sus obras durante la ocupación alemana de Francia.
Cohen-Solal no pretende con la obra 'ni condenarlo, ni excusarlo, sino dar los hechos como sucedieron y la conclusión es que estuvo en la Resistencia, y no fue un colaboracionista ni un cobarde'.
Sus ideas sobre la tortura, la cuestión judía, el colonialismo o el racismo en Argelia, o su peculiar matrimonio con Simone de Beauvoir, convirtieron a Sartre en 'precursor del siglo XXI' y 'brújula ética', sostiene la autora.
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