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Segovia. La Historia habla. Santiago Vega Sombría analiza la represión franquista en Segovia en su libro 'De la esperanza a la persecución'
Norte de Castilla - 06/02/2005

http://servicios.nortecastilla.es/pg050206/prensa/noticias/Segovia/200502/06/VAL-SEG-086.html


El autor, Santiago Vega Sombría, muestra el libro recién publicado.


Texto de/Carlos Álvaro. Fotografía de Antonio Tanarro.

Alejandro Arranz Marinas; 23 años, nacido y vecino de Segovia, soltero, panadero, militante destacado de JSU y UGT. Detenido el 13 de agosto, «le dieron una paliza y lo dejaron tirado, medio muerto, en el patio de la Cárcel Vieja», donde estaba su hermano Gabriel que no le reconoció «de lo desfigurado que estaba». Nicolás Álvaro Lobo; 24 años, natural de Sepúlveda, vecino de Segovia, cerámico, soltero. Militante del PCE. Aficionado al deporte, era portero del equipo de fútbol local Gimnástica Segoviana».

Ambos formaron parte de la saca de presos de la Cárcel Vieja y de la Prisión Provincial que se produjo en la madrugada del 15 de agosto de 1936 como represalia por el bombardeo republicano de la mañana anterior. La muerte de Nicolás no está documentada, pero su nombre figura en un informe posterior junto con el de Alejandro y otros detenidos -José Peña Huerta y los hermanos Jesús y Manuel Serrano González- cuyo asesinato lleva esa fecha. Son algunos de los 358 ejecutados que fueron víctimas de la implacable represión que los sublevados el 18 de julio de 1936 llevaron a cabo en la provincia de Segovia en los meses que siguieron al golpe de Franco. Su trágico final aparece ahora recogido en el libro 'De la esperanza a la persecución. La represión franquista en la provincia de Segovia' que el historiador Santiago Vega Sombría (Calabazas, Segovia, 1964) acaba de publicar.

El texto -que traza un estudio exhaustivo de todos los métodos represivos que los sublevados utilizaron para paralizar a los opositores, someterlos y hacerlos desaparecer- surge de una intensa labor de investigación que el autor desarrolló entre 1994 y 2002 para su tesis doctoral. El resultado es un documento histórico completísimo, rico en datos, cifras y testimonios, que arroja mucha luz sobre uno de los periodos de la Historia de España y de Segovia tan apasionantes como desconocidos: la Guerra Civil y sus consecuencias durante la dictadura franquista.

«Para vencer la oposición al alzamiento militar que quería acabar con la experiencia democrática de la Segunda República, en el haber de Franco hay en esta provincia 358 ejecuciones -más de doscientas sin que mediara juicio alguno-; 2.282 presos -45 perecieron en la cárcel-; 519 depurados y 1.148 sometidos a algún tipo de represión económica», apunta Vega Sombría. Pero la principal novedad de la investigación no es la fría estadística, sino la identificación de todas las víctimas, una por una, con nombres y apellidos. «Es una manera de reconocerlos y de hablar por su boca muerta. Es necesario que se haga público que estas personas sufrieron y padecieron por tener unas ideas que eran democráticas», señala el autor.

Métodos represivos

Vega Sombría hace un repaso pormenorizado de lo que supuso y de cómo se organizó la persecución física en una provincia de la retaguardia donde la sublevación contra la legalidad republicana tardó muy poco en triunfar; represión física en todas sus vertientes, la de las sacas o 'paseos' que acababan frente a un pelotón de fusilamiento y que ejercían escuadras de falangistas en cunetas, pinares y cementerios, pero también la 'legalizada', es decir, la que surgió de los consejos de guerra que solían acabar con acusaciones de apoyo, auxilio o adhesión a la rebelión. Tampoco olvida la depuración a que fueron sometidos los maestros y los funcionarios del Ayuntamiento de Segovia o la Diputación Provincial, que no fue solo física, sino también moral o psicológica, con expulsiones o pérdidas del puesto de trabajo, medidas adoptadas la mayoría de las veces de manera arbitraria y por cuestiones tan simples como el haber participado en la manifestación del Primero de Mayo.

«La represión se dirigía contra los oponentes, pero también contra las personas que no expresaban una adhesión entusiasta al nuevo régimen. Eran los desafectos, que fueron perseguidos psicológicamente hasta los años sesenta. Estas personas sufrieron discriminaciones de todo tipo, en el servicio militar, en la cola de la compra, en las oposiciones a cualquier puesto de trabajo». Fue el caso de la familia de José Peña Huerta, dirigente del PSOE. Su hijo recuerda que tras la muerte del padre «amigos y vecinos de la familia cambiaron el trato, empezaron a perseguir e insultar a mi madre ». Este acoso psicológico contribuyó a prolongar en el tiempo la guerra fraticida entre españoles, la cual tuvo efectos desmesurados en una provincia donde nunca antes había ocurrido nada que la hiciera merecedora de semejante castigo.