Artículos y Documentos

La verdad, en el fondo del pozo
La Nueva España - 27/07/2005

http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pIdNoticia=312898&pIdSeccion=38&pNumEjemplar=981#


Pablo García relata la historia de Funeres a los participantes en el curso.


Pablo García rememoró la historia de los «fugaos» fusilados en Funeres ante un grupo de universitarios

Funeres (Laviana),
Lucía CORTINA /

Aitana CASTAÑO

«No se puede olvidar la historia, porque estaríamos condenados a repetirla». Ésa fue la contundente frase que utilizó el histórico socialista lavianés Pablo García para concluir su explicación sobre la trágica realidad del Pozu Funeres. El aforo al que se dirigía García era una docena de integrantes (alumnos y ponentes) del curso de Extensión Universitaria «El miedo y la memoria. Una perspectiva de la represión franquista», que desde el día 11 y hasta el 15 de julio se celebró en la Casa de Cultura de Pola de Laviana. El Pozu Funeres, en los montes de Peñamayor, era el enclave idóneo para que los jóvenes conocieran la historia de los maquis a los que los montes del Valle sirvieron en tantas ocasiones de furtivo refugio donde esconderse del enemigo. Hacía una brisa fresca y atardecía.

La visita al emplazamiento lavianés, símbolo de la represión franquista de los años cuarenta, se incluyó dentro de las actividades del seminario universitario porque, tal y como explicó Rubén Vega, codirector del curso junto con la también profesora de la Universidad de Oviedo Carmen García, «lo importante es conocer los escenarios de la opresión, escuchar a los testigos, contar con el lado humano de las situaciones porque, al fin y al cabo, durante las conferencias, lo único que se hace es teorizar».

Un guía muy especial, el histórico socialista lavianés Pablo García, fue el encargado de llevar al grupo monte a través durante una larga y dura caminata que finalizó delante del pozo, en la actualidad vallado para evitar que animales y visitantes caigan en el respiradero natural que una «brigadilla» usó como fosa común de un grupo de revolucionarios en 1948. Una placa preside una de las paredes del agujero, evitando que pase desapercibido a los ojos de los montañeros que transitan la ruta natural de Peñamayor.

Fue allí donde Pablo García comenzó el relato de la historia, pero por el final de la misma, por el momento en que un bombero lavianés descendió en los años setenta los 18 metros que se calcula que tiene el respiradero para recuperar los restos de los revolucionarios asesinados. «Emilio Barbón fue quien lo preparó todo», explicó García. Los restos más limpios se encontraron en una entrada a la que se habría accedido gateando. Algunos dicen que fueron 18 los hombres arrojados; otros creen que superan las dos decenas los revolucionarios que fueron conducidos por una «brigadilla» hasta Funeres, donde los fusilaron y los arrojaron a la fosa común donde permanecieron casi treinta años.

El número juega en un segundo plano. Ha trascendido el hecho, que ha convertido el pozo en un lugar histórico. La profesora de Historia Carmen García se interesó por quiénes componían aquella «brigadilla» que, en uno de sus actos violentos, hizo famoso el monte lavianés donde está Funeres. Pablo García explicó que el grupo lo integraban «guardias civiles y también militares y vecinos de la comarca con sed de odio y venganza».

El Pozu Funeres es hoy, muchas décadas después, lugar de peregrinación para muchos socialistas del Valle, que cada año cruzan el monte para homenajear a familiares arrojados a la fosa o simplemente a camaradas que lucharon por la libertad, pagando el precio más alto.

El paso de los años no ha servido para olvidar. La recuperación de la memoria histórica está en auge, como muchos de los expertos participantes en el curso de Extensión Universitaria de Laviana declararon. Pablo García asegura que «aún mucha gente que vivió aquel acontecimiento en esa época vive con ese estigma», marcados por aquel crimen que a buen seguro revolucionó a todo el Valle. Rubén Vega añadió a la declaración llena de indignación que efectuó García que «es muy duro y triste que, diez años después de concluida la guerra civil en Asturias -ya que aquí, en la región, la contienda finalizó en el año 1938-, aún muchos hombres del bando perdedor, movidos por el miedo a los vencedores, tuvieran que esconderse por los montes de la región y vivir en la clandestinidad para huir de una muerte segura».

Un silencio de respeto a los muertos en Funeres invadió el espacio tras el relato de Pablo García de la verdadera historia del pozo. La subida por Peñamayor hasta recalar en el histórico enclave para dar a conocer los acontecimientos sucedidos en 1948 a jóvenes estudiantes que desconocían lo ocurrido en Funeres hizo aflorar en el socialista innumerables recuerdos de una guerra que le tocó vivir de niño - ya que Pablo García nació en 1934- y de una posguerra que se prolongó mucho más de lo que la mayoría hubiera deseado. Las anécdotas personales siempre resultan más interesantes e implican más en una historia al que las escucha. Así acabó García rememorando a José Mata, revolucionario que da nombre al albergue de Peñamayor y que, tras ser uno de los «fugaos» escondidos en el monte, se exilió en Francia. El propio tío de Pablo García era un maquis, y el lavianés mantiene en su retina «la imagen de 30 metralletas apoyadas la pared del pasillo de casa».