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Detectives de la historia. El Equipo Argentino de Antropología Forense esclarece desde 1984 qué pasó con los desaparecidos
El periodico - 24/03/2006


Su experiencia se ha exportado a España y la extinta Yugoslavia

ABEL GILBERT
BUENOS AIRES

"Somos una especie de detectives históricos", dice Luis Fondebrider, uno de los miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), tratando de hallar las palabras que definan mejor el alcance de la enorme tarea de investigación que vienen realizando desde 1984 para esclarecer el destino de los desaparecidos durante la última dictadura militar (1976-83). Y es que la palabra detectives, en este caso, evoca una trama criminal, ya que hubo que seguir las huellas de un Estado que secuestró y asesinó al menos a 15.000 personas.
El EAAF pudo identificar unos 250 cuerpos, entre ellos hace poco los de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo, capturadas en 1977 por un comando de la Marina al salir de un iglesia, torturadas en un campo de concentración y luego arrojadas desde un avión al mar, que las devolvió a una playa bonaerense. El trabajo del EAAF es tan silencioso como impactante, pero la pericia nunca es aséptica.

Advertencias de Videla
Por eso, cuando hoy se cumplen 30 años del golpe de Estado que transformó a Argentina, las tempranas advertencias del teniente general Jorge Rafael Videla sobre lo que le sucedería al país a partir de ese 24 de marzo siguen provocando a Fondebrider estupor. "Morirán todos los que sean necesarios", dijo Videla. La amenaza no tardó en comprobarse que era cierta.
Argentina recuperó la democracia el 10 de diciembre de 1983. En esos meses, comenzaron a descubrirse en muchos cementerios bonaerenses amplios sectores con tumbas NN (anónimas). "La justicia ordenó que se hicieran las exhumaciones sin ningún tipo de metodología científica, destruyendo una gran cantidad de cuerpos", critica Fondebrider. Ese año, llegó a Argentina una delegación de científicos de EEUU para ayudar a realizarlas de manera adecuada.
Entre ellos se encontraba Clyde Snow, uno de los principales expertos a nivel mundial en antropología forense, quien convocó a estudiantes de Antropología, Medicina y Arqueología como Fondebrider. "A solicitud de los familiares, comenzamos a trabajar en la exhumación. Y luego en la investigación de los casos", recuerda el experto.

Pautas de lo que sucedió
La recuperación de los cuerpos le fue dando al EAAF pautas exactas de cómo funcionaron las cosas. "El margen de error de los militares era muy pequeño: siempre sabían a quién estaban buscando", precisa el investigador. Y muchas veces dejaban una pista. Tanto con las personas que eran encontradas sin vida en las costas y en la calle, donde se simulaba un enfrentamiento, se repetían los mismos procedimientos.
Una llamada anónima avisaba de lo que había sucedido. La policía, acompañada por jueces, iba al lugar. Antes de ser enterrados como NN, los cuerpos solían ser fotografiados, se tomaban huellas dactilares y los forenses realizaban una autopsia. Luego, se firmaban certificados de defunción e inhumación.
Allí radicó una de las paradojas de la dictadura. "La maquinaria administrativa --explica Fondebrider-- seguía funcionando a pesar de que el secuestro y la ejecución eran clandestinos. Sucedió igual que en la Alemania nazi: cuando llegaba un tren a un campo de concentración, se procesaba la muerte burocráticamente".
El 70% de la tarea de investigación del EAAF se concentra en el análisis y la recuperación de fuentes orales y escritas, desde los diarios a los archivos policiales, militares, los certificados de defunción. "Eso --dice Fondebrider-- nos permite trazar una hipótesis consistente acerca de dónde puede estar alguien enterrado. Luego viene una etapa más técnica que es la recuperación arqueológica del cuerpo. Poco después, llegamos a la etapa de laboratorio para saber quién fue esa persona y cómo la mataron. Así vamos armando el rompecabezas". El EAAF es una gran base de datos. "Muchas veces, no podemos encontrar el cuerpo, pero podemos decir qué fue lo último que hizo la víctima, quién era, y ésa es una información muy impactante para un familiar", explica.
Las primeras experiencias de los jóvenes integrantes del EAAF fueron traumáticas. Hubo que interactuar con policías, abogados, jueces, familiares llorando alrededor, prejuicios, intimidaciones. En un principio ni siquiera tenían oficinas: funcionaban en un bar. Veintidós años más tarde, el equipo de investigadores extendió su experiencia por 33 países.
El EAAF participó en el hallazgo en Bolivia de los restos de Ernesto Che Guevara, y fue parte del Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia. Además, asesoró a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, en las fosas de la guerra civil española.

Largo camino recorrido
A la distancia, Fondebrider no deja de sorprenderse del camino recorrido en su país tras numerosas idas y venidas: se juzgaron a los dictadores, fueron anuladas las leyes de impunidad, y hoy hay 180 represores detenidos, se formó una comisión de la verdad. El Estado, por otra parte, ha reparado económicamente a los familiares de las víctimas y a presos políticos.
"Si se compara con países centroamericanos, con Brasil o Camboya, se hizo muchísimo", espeta. Fondebrider sabe igual cuál es el límite de su entusiasmo. "Aún no es suficiente: hay que hacer justicia y encontrar a mucha gente".