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La Guardia Civil aplica la solución ‘Fahrenheit 451’ a sus archivos del franquismo
El Confidencial - 03/04/2006

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¿Se acuerdan ustedes de aquella novela de Ray Bradbury -que convertiría en célebre película François Truffaut- en la que un implacable cuerpo de bomberos se dedicaba a quemar a diestro y siniestro todo aquello que fuera letra impresa? Se titulaba Fahrenheit 451, como aquel cuerpo censurador que había tomado a su vez el nombre de la temperatura a la que el papel se enciende y arde. Ahora, aquellos ficticios pirómanos de la cultura parecen haber encontrado imitadores en España y, más concretamente, en la Casa Cuartel de la Guardia Civil en la localidad granadina de Salar, según denuncia a este Confidente el grupo municipal de IU en la localidad.

Claro que, en este caso, los agentes no han quemado libros, sino parte de los propios archivos del Benemérito instituto donde se recogen los informes que redactaron durante decenios sobre los vecinos de la localidad y sus afinidades políticas. Vamos, que, según denuncia IU, están haciendo pasto de las llamas el particular archivo de Salamanca de esta pequeña localidad andaluza. El objetivo, según reconocen en la Guardia Civil, no es ocultar nada, sino simplemente dejar libre como sea la habitación de las instalaciones donde se amontonaban los informes en cajas y viejos baúles.

Lo que ocurre es que los encargados de la incineración no han sido tan efectivos como sus ídolos de novela, y vecinos del lugar aseguran haber encontrado en el vertedero del pueblo documentos a medio quemar y otros intactos que se habían salvado de las improvisadas piras. La Benemérita -cuyos portavoces oficiales reconocen que la quema fue “un error que no se debía haber hecho sin antes consultar, por el valor real de los documentos que se iban a quemar"- niega esto y asegura que los papeles que ahora exhiben desde IU fueron sustraídos de la propia Casa Cuartel.

Salvados de la quema o sacados del cuartel, lo cierto es que entre los papeles recuperados los hay fechados en 1950, en 1958, en 1963, en 1975 y hasta en ¡1979!, cuando la democracia llevaba ya unos años de rodaje en nuestro país. La lectura de estos informes (ver documento adjunto) produce en más de una ocasión sonrojo. Así, en el referido a una mujer del pueblo se destaca que su conducta privada es “mala por el ambiente en que vivía y en la pública, también mala por haberse comprobado que lavaba la ropa y cobraba a los bandoleros. Es de ideas extremistas, siendo perjudicial su estancia en esta Villa por hacer ostentación de sus ideas".

De otro vecino, y ante la falta de movimientos sospechosos por su parte, sus autores echan mano de la familia y destacan que sus padres “simpatizaron a las izquierdas [antes de la Guerra Civil] a las que dieron su voto, marchándose a zona roja donde permanecieron toda la Cruzada". Un lenguaje digno del mejor parte de bélico del Cuartel General de Burgos -en otros se emplean las siglas GMN, Glorioso Movimiento Nacional-, pero que sin embargo era utilizado el 30 de septiembre de 1975, sólo veinte días antes de la muerte del general Franco.

IU y la Asociación Foro por la Memoria ya han puesto el asunto en manos de la Justicia, ya que consideran que estos archivos de la época franquista forman parte del patrimonio documental de España y que, por tanto, su destrucción es “ilegal". La Dirección General de la Guardia Civil insiste en que la documentación que se destruyó no tiene ningún valor histórico y que, de hecho, hay directrices desde los años 80 de destruir este tipo de papeles cuando se cumplen veinte años de su redacción para no convertir los cuarteles en almacenes de legajos. Si Truffaut levantara la cabeza…