Artículos y Documentos

Recuperar la memoria
LUIS ILLORO ARSUAGA/INICIATIVA CIUDADANA - 06/01/2004

http://servicios.larioja.com/pg040106/prensa/noticias/Tribuna/200401/06/RIO-OPI-084.html


EL pasado 1 de diciembre se celebró en el Congreso de los Diputados un acto de homenaje a los represaliados por el régimen franquista. Todos los grupos parlamentarios, a excepción del PP, lo convocaron e invitaron a unos 400 combatientes republicanos, represaliados, presos... a participar en él. De lo poco que sabemos de sus intervenciones en la cámara destacan dos ideas repetidas por varios de ellos. La primera es el emocionado recuerdo hacia aquellos que ya no están, unos por ser víctimas directas de la represión, otros por el inexorable paso de los años; la segunda era una especie de rabia roma, con las aristas desgastadas por el tiempo, por la falta de reconocimiento público a su labor, a su situación. Creo que ambas ideas están unidas y son como vagones que empuja la misma locomotora: la voluntad de olvido.

No hay terror que cale más hondo que el niega todo viso de existencia a la víctima. En las fosas comunes que se levantan hoy en León, o en La Barranca, están los restos de asesinados a los que se les extirpó no solo la vida, sino también la existencia. Se les privó del recuerdo borrándoles el nombre. Ni vivos, ni muertos: inexistentes.

Pueblos enteros «olvidaron», «desconocieron» los conocidos lugares donde actuó la barbarie para dar cumplimiento al terror. Los dueños de la vida y la muerte quisieron ganar en el campo de batalla del recuerdo otra batalla condenando a muchos al olvido, y a todos a olvidar. Pero no sabían que, como escribe Benedetti, el olvido está lleno de memoria.

La Transición, en los 70, al cerrar desde la Ley de Reforma Política y el «consenso» el período franquista desde un pacto tácito de no asunción de responsabilidades por parte del régimen, inauguró otro nuevo estado de amnesia.

En España tuvimos nuestra Ley de Punto Final no escrita. Esto es si cabe más dramático que la promulgada en Argentina. Allí la explicitación de la amnistía por los delitos cometidos durante la dictadura militar reconoce su existencia y la existencia de víctimas; pero aquí la legitimidad heredada, el tránsito legal sin rupturas, el pacto no escrito, nos dejaron sin delito, sin delincuentes y por lo tanto sin víctimas. Ni tan siquiera la víctima colectiva que pudiera abominar de un régimen de cuarenta años y saldar cuentas con su propia historia: sin redención colectiva posible.

Quisieron y quieren alejar de sus mentes y de las nuestras la imagen del torturador, del carcelero, del asesino, del juez cómplice, del liberticida que decidieron desterrar los muertos, negar al preso, olvidar al torturado, al exiliado.

El Partido Popular no acudió al homenaje por una serie de razones que pueden resumirse en dos. La primera de ellas fue muy gráficamente expuesta por su portavoz: «huele a naftalina». La segunda de las razones apela al desconocimiento exacto de a quién y por qué se homenajea.

Recurrir como argumento a la naftalina cuando se habla de las víctimas del franquismo califica (o descalifica) a quien utiliza el recurso. René Char fue un poeta surrealista que durante la ocupación nazi pasó a la clandestinidad para luchar en la Resistencia. De estos años es su libro Hojas de Hipnos: anotaciones, apuntes durante la batalla. En él se encuentra una advertencia que viene muy al caso: «Pienso en ese ejército de cobardes con gusto por la dictadura a quienes quizá volverán a ver en el poder, en este país olvidadizo, los supervivientes de nuestro tiempo de álgebra condenada».

El segundo argumento es más peliagudo y tiene su peso. Es muy cierto que se sabe aún muy poco de las víctimas del franquismo, en muchos casos hasta los nombres nos faltan.

Aun así, cuesta entender tanto desprecio. A pesar de las adherencias al régimen franquista de los más notables miembros del PP, no se explica semejante falta de sensibilidad ante luchadores por las libertades (¿operará el mismo mecanismo que les empujó a dedicar igual trato a Ernest Lluch y a Melitón Manzanas, en un reconocimiento institucional que remató el trabajo de ETA al traicionar todo el recuerdo de la vida de Lluch que ETA se encargo de segar?). ¿En qué pensará este partido cuando habla de libertad?

Desentrañar los mecanismos, los finos y los burdos, de la represión del franquismo es un urgente tarea colectiva. Pero más urgente aún es el homenaje, el reconocimiento a los que la sufrieron estén vivos o muertos. Para explicar las razones de este homenaje necesario, que desconoce el portavoz del PP, volveré a utilizar a René Char. En la introducción a Hojas de Hipnos se explica, y lo hace a todos nosotros, el sentido de aquel tiempo: «Estas anotaciones dan fe de la resistencia de un humanismo consciente de sus deberes, discreto acerca de sus virtudes, deseoso de reservar el inaccesible campo libre a la fantasía de sus soles, y dispuesto a pagar por ello el precio debido».

Es esa consciencia y el alto precio que estuvieron dispuestos a pagar y pagaron por ella lo que convierte a estas personas en dignas de ser homenajeadas. Yo conozco a algunas, como mi abuelo, Mariano Arsuaga, médico republicano, que reposa en Cambó, donde le llevó un urgente exilio y al que sólo pudo vencer la enfermedad. Pero quiero conocerlas, y en ese conocimiento reconocerlas a todas; quiero conocer los nombres, por ejemplo, de los presos del Campo de Concentración de la Plaza de Toros de Logroño que pintaron el mural que hoy se pudre en los depósitos del Parque de Servicios del Ayuntamiento de nuestra ciudad. Y quiero, con sus nombres, darle cara a todos los que, como ellos, nos han dejado ese inmenso legado de compromiso consciente con la libertad, con la igualdad, con la esperanza que supuso la defensa de la legalidad republicana contra el franquismo.

Va por todos ellos.