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Dulce Chacón y la memoria histórica de los rojos
José María Alfaya / Mundo Obrero - feb 04

http://www.nodo50.org/mundoobrero/mopl.php?id=52


Ahora que ella no está, algunos queremos acordarnos, por indicación de Leopoldo Castilla y por observación propia, de que Dulce Chacón era como una rama fructífera que se tiende en el vacío, contra el desprestigio de la altura. Poeta de inspirados versos, poeta por necesidad vital, cubrió una curiosa carrera de escritora en prosa. Quienes hayan tenido el placer de compartir con ella (y con su cómplice hermana gemela) un rato de charla saben que Dulce transformaba todo lo que tocaba, todo lo que vivía en poesía lírica y en narrativa donde coinciden la acción y la observación. Y si la historia debe tener moraleja será el oyente o el lector quien tendrá que trabajársela, porque Dulce te llevaba de sentimiento en sentimiento contando las historias de los personajes y sus situaciones con una ternura y un humor que son marca de la casa y herencia genética. Ahí está su madre para atestiguarlo.

Esa pasión y esa capacidad de contar las mayores tragedias sin perder un guiño de humor travieso, sin perder la inocencia, están también en su último libro:

Mientras algunos españoles se revuelven contra la conspiración de silencio que decoró lo que se ha dado en llamar la Transición, mientras salen a relucir tumbas y cuerpos de los masacrados por la represión franquista, como si, apareciendo ahora, después de tanta fosa común en Chile, Argentina, tanta operación de exterminio planificada cuidadosamente, pudieran reivindicar la triste condición de pioneros en el sufrimiento de tan crueles métodos, Dulce Chacón, como quien no quiere la cosa, fue reuniendo testimonios de mujeres que padecieron enormemente su condición de militantes de izquierda y/o compañeras de militantes de izquierda. Dijo ella, candorosamente, que se había documentado, pero no esperen encontrar en su libro estadísticas, sino los recuerdos personales de hombres y mujeres que vieron truncadas sus ilusiones políticas y amenazada su existencia.

Dijo ella que esa es una de las razones de escribir un libro como éste: la necesidad de conocer la historia desde otro lado, desde otra perspectiva. Cabe imaginar en Dulce toda clase de motivaciones nobles y hasta de motivaciones argumentadas racionalmente. Pero es más verdad que Dulce cuenta unas historias que la han seducido por su enorme carga humana, por la vitalidad que encierran, por la enseñanza de que la dignidad personal puede mantenerse en las peores circunstancias.

Y ahora Dulce también nos ha dado su última lección de saber afrontar su peor circunstancia.