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Fanfarrias
Teodoro Santana - Rebelión - 9 de diciembre del 2003

http://www.rebelion.org/spain/031209santana.htm


Tras treinta y nueve años de dictadura, Franco murió en la cama. Era el 20 de noviembre de 1975.

Los antifranquistas, una minoría entre la población, no habíamos acumulado fuerzas suficientes para quebrar el fascismo. La experiencia de la revolución de los claveles en Portugal, el anacronismo histórico y la necesidad de la integración económica en Europa, aconsejó a los que cortaban el bacalao una evolución controlada. Una 'transición' que no tocase los pilares del poder en España.

Cuando el postfranquismo convocó el referéndum que iba a ratificar la Ley para la Reforma Política, toda la aún ilegal oposición democrática pidió la abstención. Sin embargo, el 15 de diciembre de 1976 acudió a votar el 77,47 % del censo, siendo la abstención sólo del 22,6%. Ni que decir tiene que hubo un 94,2 de votos afirmativos.

No se pasa, así como así, de las concentraciones de adhesión en la Plaza de Oriente a la conciencia democrática. En las elecciones de 1977, con muchas organizaciones aún ilegalizadas, gana el partido montado desde el poder.

El 6 de diciembre de 1978 se lleva a referéndum la Constitución pactada en Cortes. El 33% del censo se abstiene. Los síes (15,7 millones) significan un 58% del censo total y los noes (1,4 millones) un 8%. Frente al eufemismo de 'la Constitución que nos hemos dado entre todos', la realidad es que la disyuntiva en ese referéndum era la dictadura o aceptar la Constitución tal como venía.

Y todo ello con los cañones de la División Acorazada Brunete en la nuca, como se comprobó en 1981. La columna vertebral del poder en España permaneció intocada. Temas claves como la monarquía o el derecho a la Autodeterminación no pudieron votarse por separado. Desde luego, era mejor avanzar todo lo que se pudiera. Pero no hay que tomarse el texto constitucional con la misma fanfarria que antes los 'Principios Fundamentales del Movimiento'. Y sí prestar atención a esa musiquilla que suena por lo bajo. Hasta en la mismísima Australia, o sea.