La Tricolor. Breve historia
de la Bandera Republicana
por José Manuel Erbez
http://www.asturiasrepublicana.com
El 14 de abril de 1931, hace ahora 70 años, las calles de
las principales ciudades de España se veían inundadas por
un tremolar de banderas tricolores que celebraban la proclamación
de la Segunda República, y trece días más tarde el Gobierno
Provisional promulgaba un decreto que determinaba en su artículo
1º la adopción como bandera nacional de la formada 'por tres
bandas horizontales de igual ancho, siendo la roja la superior,
amarilla la central y morada oscura la inferior', una disposición
ratificada posteriormente por la nueva Constitución. Con estas
disposiciones se rompía una tradición bicolor que contaba
ya con casi siglo y medio de existencia.
La bandera que la nueva República adoptaba como propia era
la misma que numerosos grupos republicanos -aunque no todos-
habían venido usando como alternativa a la enseña rojigualda,
identificada por ellos con la monarquía, y por tanto representaba
una idea de cambio radical en el sistema de gobierno del país.
Su disposición en tres franjas de distinto color estaba probablemente
influenciada por la tríada jacobina de ' Libertad, Igualdad,
Fraternidad ' que los revolucionarios franceses habían extendido
por toda Europa, pero la característica más llamativa de la
nueva enseña era la introducción del color morado.
Este color era justificada en el Decreto por ser el 'que la
tradición admite por insignia de una región ilustre, nervio
de la nacionalidad', dando con ello acogida y validez a una
tradición que, a pesar de haber sido refutada por prestigiosos
investigadores, había conseguido arraigar en las más diversas
capas de la sociedad española: la tradición, leyenda o mito
-como queramos llamarlo- del pendón morado de Castilla.
Ya en 1869, tras el derrocamiento de Isabel II y en medio
de las convulsiones políticas que condujeron a la proclamación
de la I República, una comisión del Ayuntamiento popular de
Madrid presentó una proposición a las Cortes Constituyentes
para que adoptasen por bandera nacional la tricolor de faja
morada, propuesta que fue rechazada, por lo que la roja y
gualda siguió siendo la bandera representativa incluso durante
el efímero periodo republicano.
Dicha proposición defendía el color morado como propio de
Castilla por la presencia del mismo en numerosos emblemas
y enseñas relacionados de una u otra forma con el antiguo
reino, y sobre todo sostenía que de ese color había sido el
pendón que los comuneros habían alzado en su rebelión contra
Carlos V. En este sentido se hacía eco de una extendida visión
de la revuelta comunera como una rebelión popular y democrática,
que defendía las libertades castellanas frente al carácter
centralizador y autoritario de la idea imperial de Carlos
V. Por tanto, los comuneros habrían sido los precursores de
todos los movimientos progresistas de España, desde los liberales
de Riego a los federalistas. Sin embargo, y aparte de que
los estudios más serios han desmontado esta imagen romántica,
en ningún documento comunero de los conservados aparece alusión
alguna al supuesto pendón morado, constando sin embargo que
en la batalla de Villalar (1521) se distinguieron de sus enemigos
mediante cruces rojas, mientras que los imperiales las usaron
blancas. Luego, hasta donde sabemos, si hubo un color distintivo
comunero fue el rojo de sus cruces.
Parece que el origen del malentendido se remonta al bienio
constitucional abierto en 1821 con el pronunciamiento de Riego
contra el absolutismo de Fernando VII, cuando surgieron las
discordias en el seno de los liberales entre moderados y exaltados.
Entre estos últimos fue muy activa una sociedad secreta -con
una considerable presencia en Sevilla- conocida como Los Comuneros
(probablemente por la razón antes apuntada), que usaban una
bandera morada con un castillo. La radicalidad de sus posturas
y lo llamativo de sus actitudes, con extravagantes pruebas
de iniciación y ceremonias copiadas de la masonería, debió
dar lugar a una identificación entre la causa revolucionaria
y el color morado que ellos exhibían no sólo en sus banderas,
sino también como distintivo personal, además de contribuir
a la relación entre este color y el nombre de comuneros y,
por extensión, de Castilla. Una prueba de lo primero es el
hecho de que la bandera que en 1831 bordara en Granada Mariana
Pineda para ser usada en un levantamiento liberal, y que le
costó la ejecución, tuviera ese color.
De esta forma el morado comenzó a ser utilizado junto con
los dos colores históricos en algunos ambientes republicanos,
especialmente en los de tendencia federalista, ya que consideraban
que el rojo y el amarillo, aparte de su identificación con
la monarquía, sólo representaba a una parte de los pueblos
integrantes de España, los vinculados con la antigua Corona
de Aragón, por lo que el otro gran pueblo hispánico, el castellano,
debía estar presente en la bandera mediante el color que,
según la tradición, le era propio. Así, en tiempos próximos
a la Revolución de 1868 la faja tricolor fue adoptada como
distintivo de los concejales del Ayuntamiento madrileño, y
de ahí la referida propuesta.
Por lo tanto, desde el punto de vista político la bandera
tricolor representó durante la mayor parte del siglo XIX la
idea de un cambio radical que trajese a España un régimen
republicano en el que los distintos pueblos de España estuviesen
representados equitativamente.
Pero como veremos en la segunda parte, no eran sólo las ansias
de cambio las que hicieron popular al color morado.
LA TRICOLOR. BREVE HISTORIA DE LA BANDERA REPUBLICANA
(2ª parte)
En el artículo anterior veíamos cómo la inclusión del color
morado en la bandera republicana estaba influida por la creencia
en el 'pendón morado de Castilla', y cómo dicho color había
adquirido una significación revolucionaria.
Sin embargo, en otros ambientes de signo totalmente opuesto
también arraigó esta tradición. Lo más significativo probablemente
sea el que en 1833, cuando se produce la proclamación de Isabel
II, se adopta un estandarte real morado, lo que reflejaba
tanto un recuerdo del controvertido 'pendón' como el apoyo
de los liberales a la reina niña frente a los carlistas.
Este fenómeno confluye con otro que se produce en el ámbito
militar, y que parece arrancar del Regimiento de Infantería
de Castilla, actualmente denominado Inmemorial del Rey y considerado
como el más antiguo del Ejército español, que adoptó uniforme
morado en 1693, al parecer en recuerdo de haber tenido origen
en unas tropas reclutadas por un obispo castellano en tiempos
de Fernando III, lo que determinaría el color eclesiástico
morado que fue su distintivo. Por ello fue conocido vulgarmente
como Tercio de Morados, y de esta forma, el nombre de Castilla
y el color morado se reunieron en las aspiraciones de antigüedad,
y por lo tanto, de precedencia y privilegios, de una unidad
militar que, dado su prestigio, despertó deseos de emulación
entre otras unidades. Así, el Regimiento de Reales Guardias
de Infantería Española obtiene desde su creación en 1703 el
color morado para su bandera principal o coronela, en lugar
de la blanca reglamentaria. El Regimiento de Castilla quiere
también recuperar un color que considera propio, y solicitará
repetidas veces el morado para su bandera, hasta que le es
concedido en 1830, siendo imitado en los años posteriores
por otros cuerpos y unidades. Cuando además, la propia monarquía
adopta este color para su principal enseña, el estandarte,
se refuerza en estas unidades el deseo de mostrar su vínculo
con dicha institución mediante la exhibición del morado en
sus banderas.
Pero quizá en el origen de todas estas historias subyazca
una simple confusión cromática. Por una parte, la confusión
terminológica entre púrpura, que en castellano designa a un
tinte de un color rojo intenso, y que en realidad equivaldría
a encarnado o carmesí, y el termino heráldico homónimo que
se representa mediante el color morado, lo que habría dado
lugar a que enseñas que en su origen eran rojas, al ser descritas
como 'púrpuras' acabasen siendo representadas como moradas.
Esto es bastante evidente en un ámbito paralelo, en el caso
de la figura del león que aparece en el escudo de España,
y que siendo descrito durante siglos como 'púrpura' era representado
como de color rojo, y sólo a principios del siglo XIX empezó
a ser pintado de púrpura heráldico, es decir, de morado. Por
otra parte, es un hecho demostrado que la acción del tiempo
puede hacer que los tintes rojos se oscurezcan hasta adoptar
una tonalidad violácea, lo que se ha comprobado al examinar
algunas banderas identificadas como 'Pendón de Castilla',
y que al ser sometidas a un detallado análisis han resultado
ser rojas. Y tampoco hay que olvidar la amplia presencia del
color morado en el ámbito religioso, desde vestiduras a ornamentos
y estandartes, lo que sin duda debió influir en la aceptación
de dicho color en un país de tan arraigada religiosidad.
De este modo, en vísperas del advenimiento de la Segunda República
se producía la gran paradoja de que los republicanos como
innovadores, y amplios sectores militares como inmovilistas,
coincidían en considerar el color morado como representativo
de Castilla.
Por ello, debe admitirse que en 1931 el color morado contaba
con una tradición, no por infundada menos valiosa, que si
no justificaba al menos hacía comprensible su inclusión en
una enseña que pretendía simbolizar la pluralidad de los pueblos
de España, desde un espíritu a la vez rupturista y respetuoso
con el pasado. Sin embargo, cabe preguntarse si la decisión
del nuevo régimen de adoptar la tricolor no fue un error que
contribuyó a enajenar las voluntades de todos aquellos que
consideraban a la bandera rojigualda como el verdadero símbolo
de España, y no de la monarquía, sectores de la población
cuya aceptación de la Segunda República se podría haber ganado
conservando, como hizo la Primera, y como cuarenta y cinco
años después hizo la Transición, los colores del paño y cambiando
simplemente el escudo.
Con respecto al escudo, y para finalizar con una nota local,
quisiera decir a título de curiosidad que uno de los pocos
ejemplares que se conservan del escudo republicano con la
corona mural se encuentra en la comisaría de la Policía Nacional
de Alcalá. Después de setenta años, se trata de un auténtico
testigo de nuestra agitada historia.
Contribuciones al documento:
A modo de contribución
al documento La Tricolor. Breve historia de la Bandera Republicana,
de José Manuel Erbez, que concluye refiriéndose
al Cuartel de la Policía Nacional de Alcalá
como edificio público en el que aún adorna su
fachada el escudo de la República, me es grato informar
de que igual sucede con el edificio del Casino Militar de
Melilla, sito en la Plaza de España de esta ciudad
mediterránea.
Un saludo. Pedro A. Ranea Munill - Octubre
2003
El escudo de la República también
está en la fachada del edificio de Correos de Lugo,
situado en la Rúa San Pedro de esta capital.
FJ.FRANCOARROJO - Diciembre 2003
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