En la primavera de 1936 se agudizaron las rivalidades en
Segovia en la misma medida que en el resto de España,
pero aquí no llegó a producirse ningún
atentado con tintes políticos. Tan sólo algunos
incidentes sin importancia alteraron la plácida vida
de provincias. Ya iniciada la contienda, tampoco se dieron
casos de violencia durante el breve tiempo en que las organizaciones
obreras y republicanas dominaron sus localidades por la
ausencia de la Guardia Civil. En fin, nada que pudiera hacer
"necesario" un castigo ejemplar a los cabecillas
de las acciones de resistencia al nuevo poder militar, como
más adelante se produciría.
La sublevación de la
guarnición militar de la plaza de Segovia se produjo
la mañana del 19 de julio de 1936, doce horas después
de adherirse al golpe de estado Valladolid que era la capital
de la VII región militar a la que pertenecía
Segovia. El control de la capital y de la provincia no supuso
para los sublevados demasiado esfuerzo, ni material, ni
humano. Tan sólo hubo un tiroteo en los alrededores
del caserío de Prados, en el que murieron cuatro
obreros y un militar, y la toma de la Central de Teléfonos
de San Rafael por los guardias civiles, que se saldó
con la ejecución de tres milicianos. A los pueblos
llegaban escuadras de falangistas para destituir a las gestoras
frentepopulistas, imponer de nuevo a las autoridades conservadoras
y consumar la correspondiente limpieza de adversarios políticos.
Desde los primeros días
de guerra se produjeron ejecuciones sumarias protagonizadas
por escuadras de falangistas con el beneplácito,
cuando no la orden expresa, de las autoridades sublevadas,
comandante de la Guardia Civil Joaquín España,
gobernador civil desde la mañana del 19 de julio.
En la zona de la sierra y especialmente en la carretera
de Segovia a Madrid, donde se sitúa Otero de Herreros,
tenemos una de las zonas más castigadas por la represión
franquista.
La tarde del 3 de agosto llegó
una escuadra de falangistas a Otero para llevarse en su
camioneta a los vecinos más destacados en la Casa
del Pueblo de la localidad, que había tenido gran
actividad política y reivindicativa durante la última
primavera:
Pedro Sebastián Vela;
27 años, jornalero, soltero, natural y vecino de
Otero. Según el informe de la Guardia Civil "pertenecía
a extrema izquierda, afiliado al Partido Comunista, y presidente
de la Casa del Pueblo".
Pedro Aparicio Bravo;
36 años, casado, ferroviario de la Compañía
del Norte, (según testigos trabajaba en Villalba).
Abel de Pablos Andrés;
27 años, jornalero, casado, natural de Otero y vecino
de Segovia. Fue detenido al salir del trabajo de la fábrica
de cerámica de la localidad.
Julián Martín
Pascual; 23 años, nacido en El Escorial, vecino
de Otero, soltero. Era de la junta de la Casa del Pueblo.
Miguel Durán Prieto;
29 años, natural de Zarzuela del Monte, vecino de
Otero, jornalero, casado con la hermana de Julián.
Afiliado a la Casa del Pueblo.
Camino de Segovia en el paraje
denominado Cepones (del término municipal
de La Losa, a unos 500 metros de la carretera de Madrid,
en su km. 12) hicieron bajar a los detenidos y los ejecutaron.
Más tarde serían "regados con gasolina
y prendidos fuego ese mismo día sin avisar a la familia
ni llegar enterrar", según cuentan algunos
testigos. Días después obligaron al juez municipal
de La Losa, de edad avanzada, a enterrarlos, en el lugar
de su ejecución.